Día 21: Secreto || Inglaterra x China

232 25 36
                                    

Escabulléndose a entre los pilares del castillo, la reina de picas busca en medio de la oscuridad y al filo del deseo una habitación que no es la suya, que no comparte con el rey, y que bajo ninguna circunstancia le correspondería poseer ni mucho menos donde debería amanecer.

Sin embargo, lo hace.

Escondida en la más alta torre, la habitación del Jack parecía estar fuera del alcance de un desesperado. Arthur, sin embargo, consigue abrir la puerta y entrar en las penumbras más rápido que un rayo. Los ojos de Yao refulgen, ennegrecidos, y Arthur sonríe con complacencia.

Cierra la puerta por dentro, con llave. La luz del exterior es encantadora. Se acerca a la cama que, sin ser suya, le pertenece. Se oculta entre las sábanas como una sombra para tantear con sus manos la piel que tanto conoce, la única que desea conocer. Yao le responde con besos en los labios, en el cuello, subiendo a sus caderas y dejando que su cabello largo le roce el rostro. El tacto es apresurado, demuestra más urgencia que amor, que no quieren ni pueden esperar porque ese secreto es abominable hasta para ellos. Arthur muerde el cuello de su Jack, tantea su cadera con los dedos, Yao se muerde el labio sin pudor y se deja invadir mientras abre la boca como si fuera a gritar. Arthur, la reina, la que es absolutamente ajena a su rey, embiste con rudeza inmediatamente. La voz de Yao es melodiosa. No es aguda; es ácida y burlista.

Mientras, en el pasillo se oyen pisadas.

Es Alfred, buscando a su reina.

Yao mira a Arthur con complicidad. Afuera, el rey de picas insiste en sus llamados sin imaginar jamás que dentro de esa habitación, la menos esperada, la reina le hace el amor pasionalmente al Jack.

Arthur le tapa la boca a Yao, gira con él en la cama para quedársele encima, censurando su propia voz con la piel del Jack sin detenerse jamás. Los pasos del rey se alejan otra vez, y ellos sonríen por fin.

Un secreto que no admitirán jamás, que deambula en el reino como una calumnia, pero que gracias a la ingenuidad del rey nunca se volverá visible.

La noche muere en los brazos de Arthur. Es momento de regresar a la alcoba real, la que comparte con Alfred, la insulsa y aburrida cama en donde el rey busca a su reina entre risas y encantos, llegando a cualquier parte menos a su corazón.

—416 palabras—

APH: Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora