Día 27: Armario || NyoFrUK & Escocia

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Patéticamente encerrado en el armario luego de irrumpir en aquel departamento como si fuera un vil ladrón, Allistor aguanta la respiración para que Françoise no lo descubra. Había escuchado pasos de ella y de Alice aparecerse a lo lejos. Él, con el corazón agitado, decidió esconderse en el armario y entre las puertas que daban directamente a la cama de la habitación, miró.

Estaba enamorado de Françoise desde que la vio por primera vez. Cuando le dijo lo que sentía, ella sonrió con ternura tomándole el rostro y su rechazo sonó tan delicado como horrible:

—Eres muy dulce, Allistor —él sintió que su amor se ennegrecía minuto a minuto—, pero... lo siento. Yo ya estoy enamorada. De una mujer.

Al tiempo, supo que era Alice, la inglesa de rostro severo y de modales señoriales.

Enfermo, desquiciado por el amor que le tenía, dentro del armario tomó entre las manos las prendas de ropa de Françoise, aspirando el aroma, embriagándose con la droga más letal de todas. Cuando escucha cuatro tacones contra el suelo, se detiene en seco. Y mira. Las ve Allistor y todos los demonios que guarda en su corazón las ven también. Las ve y las ama a ambas, hermosas, besándose con una pasión que parece contenida, las mira, cada vez más agitado, quitarse la ropa, colar las manos bajo las faldas, entre las piernas, gimiendo con voz queda y aguda y ojos cerrados. Allistor siente que en su hombría el deseo se manifiesta de manera violenta, como jamás le sucedió antes, y cuando las ve desnudas, mientras Françoise baja con su boca hasta el centro del placer de Alice, y las escucha amarse y reírse y gozar, su mano se mueve sola hacia su propia dureza.

Ellas gozando delante de él, encerrado. El armario el único testigo de su enfermedad.

Y desde el silencio, el anonimato, la distancia y la mentira, se une a ellas como un enajenado.

Alice, al final, arquea la espalda y su cabello suelto y largo se agita con ella. Su rostro se ilumina, transformado.

—¿Querida? —Le pregunta Françoise con dulzura, subiendo hacia ella. Alice se tapa la boca, tal vez avergonzada —. No... no sientas vergüenza, mi amor...

—E-es que...

—¿Fue tu primer orgasmo?

Allistor siente que algo en su interior explota con él.

—Pues... sí.

Françoise sonríe, la abraza, besa su frente, le acaricia el pelo minutos enteros. Después, toma su mano para guiarla hacia la ducha. Allistor aprieta los ojos llorando un placer tan sucio como sincero y su amor no correspondido.

Son hermosas. Ambas son hermosas e inalcanzables para sus inmundas y demoníacas manos.

Cuando la puerta del cuarto se cierra por fuera, él aprovecha el momento para salir del armario y huir del departamento de Françoise.

Corre destrozado, excitado, hacia la nada, queriendo desaparecer.

—467 palabras—

APH: Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora