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En cuanto Bakugou Katsuki abrió los ojos y no sintió a Deku entre sus brazos, suspiró y lo hizo sentarse en su cama.

Desde hace 13 días que Izuku había caído en coma y su rutina había sido la misma. Se levantaba, se duchaba y comía algo antes de ir por la madre de Izuku y llevarla al hospital. Una vez ella ahí, él iba a trabajar hasta la tarde, que es cuando iba al hospital a visitarlo si es que no tenías días libres y él se quedaba ahí, en el cuarto de hospital.

Mientras manejaba en silencio con su suegra al lado, recordaba de forma inconsciente el estado físico de su esposo. Desde el momento en que autorizaron las visitas para Izuku y fue Katsuki a verlo, casi cayó a piso cuando lo vio rapado debido a la operación, con una venda blanca que rodeaba su cabeza y que contrastaba de forma imponente contra los moratones verdes y azulados en su rostro junto con sus ojeras moradas y sus ojos hinchados. Los primeros días estuvo intubado a un respirador artificial y se lo habían sacado al décimo día, dejando así a la vista la sonda nasográstrica que usaban para alimentarlo. 

Como era costumbre, habían pasado a comprar flores para renovar las que tenían en el cuarto y así hacer la vista más amena. Luego de la primera semana, el blanco del cuarto había comenzado a saturarlos, haciendo insoportable que pudiesen seguir viendo al pecoso rodeado del inmaculado y brillante blanco. 

- debemos ponerle algo de color, ¿no? -dijo Katsuki mientras veía a la fatigada mujer acurrucada en el sillón que habían predispuesto para ellos, con el fin de que esperaran cómodos. Inko había alzado su vista hacia la ventana del cuarto y miró a su yerno, quien estaba cruzado de brazos, mirándola impasible- incluso Izuku estaría de acuerdo, necesita un poco de color que vaya acorde a él -le dijo con una sonrisa dulce, que solo provocó una mueca en la mujer. Así es como, con el tiempo, habían ido adornando el cuarto. 

Entraron ambos al cuarto y vieron el lugar, dándole un aspecto de hogar gracias a las flores, unos globos de helio que había llevado Kirishima cuando Midoriya movió un dedo y un marco de fotos, donde salían Izuku, su madre y Katsuki en la boda de ambos. 

 - buenos días -dijo con ánimo el rubio, sabiendo que nadie le habría de responder. Caminó de forma alegre hacia él y dejó un dulce besos en sus labios, fríos y agrietados como nunca- hoy tiene mejor color -dijo Katsuki mientras veía a la mujer acercarse a su hijo por el otro lado de la camilla, dejando un beso en su frente.

- totalmente -dijo la mujer con una sonrisa, subiendo su mano para acariciar suavemente los diminutos rizos que reposaban en la cabeza del ojiverde, tomando asiento en el sillón- se que era tu día de estar con Izuku, perdona que te insistiera en venir, Katsuki -le dijo la mujer mientras miraba al joven cambiar las flores, quedándose con las viejas en la mano.

- descuide, es comprensible -le dijo el chico mientras iba hacia el basurero, desechando las flores secas- además, en la noche me quedaré, así que ahí podré estar tranquilo con él -aseguró mientras tomaba asiento en la silla junto a su esposo, tomando suavemente su mano entre la suya. 

Cuando la señora Inko no estaba, Bakugou pasaba todo el día leyéndole a Izuku. Podía leerle libros, revistas, las noticias, cartas de admiradores donde le rogaban que se mejorara y que volviera a salvar el día en Japón, mensajes de sus amigos o algunos pequeños textos que le escribía su esposo en sus momentos de soledad en su casa. En ese mismo momento, Kacchan leía en silencio una novela policial mientras escuchaba a la madre de Izuku hablarle sin parar sobre la nueva travesía de su padre en las mineras australianas de plata, ya que el hombre se había ido luego de pasar unos días en el cuarto de hospital de su único hijo en cuanto se enteró que este estuvo en coma. 

- dios, me ha dado sueño -murmuró la mujer mientras frenaba su cháchara y cubría su boca con su mano para bostezar.

- ¿quiere que le traiga un café? -dijo Bakugou mientras colocaba un dedo en medio del libro, viendo como la mujer negaba con su cabeza de forma precipitada, agitando su mano en un gesto de despreocupación. 

- iré yo, te has tomado muchas molestias por mi hoy -aseguró la mujer mientras se ponía de pie, pero se frenó cuando Bakugou cerró el libro y se puso de pie, soltando de forma muy suave la mano de su esposo.

- descuide, yo también me traeré algo, ya vuelvo -dijo el hombre mientras dejaba el libro en la silla y salía del cuarto, directo a la cafetería. Mientras caminaba, pensaba en todo lo que le había dicho el médico acerca de su esposo. 

"ha tenido movimientos y responde bien a ciertos estímulos, pero aún no es capaz de abrir sus ojos o de estar despierto, y entre más se tarde más desalentador será su pronóstico" le dijo el doctor cuando le sacaron el ventilador. Izuku se movía, reaccionaba, incluso una vez le vio llorar, pero aún no despertaba, y todo seguiría igual mientras no despertara. 

En la cafetería compró unas donas y un café, junto a una botella de agua para sí. Las personas del lugar le entregaron todo en una bolsa junto a una sonrisa, que se pegó en el rostro de Bakugou. Caminó con una sonrisa en el rostro mientras pensaba que cuando Izuku despertara le diría que lo ama y harían esas cosas que siempre quiso, como irse a acampar, que desayunaran sushi al estilo americano y patrullar una zona juntos como equipo, pensaba en todo lo que le diría, lo mucho que lo cuidaría hasta que volviese a la normalidad, en cuantas veces le diría "te amo"

Entró al cuarto con una sonrisa amplia y la vista clavada en el piso, en cuanto la alzó se frenó y sintió como su corazón se elevó en cuestión de segundos. La madre de Izuku lloraba, mientras que el doctor estaba sobre él con una pequeña linterna y una enfermera monitoreaba su sonda. Pensó por leves segundos que Izuku se había muerto, pero ese pensamiento se esfumó de su cabeza cuando caminó unos pasos más y vio la mirada esmeralda clavada en el doctor, mirándolo de forma alunada. 

- Deku -murmuró de forma suave, haciendo así que todas las personas en el cuarto le miraran. Sintió como si las cosas de sus manos fueran a caer cuando el esmeralda se clavó en el rubí de forma confusa.

- mamá -dijo Izuku en un hilo de voz, de forma rasposa y casi inaudible. La mujer se acercó a él mientras limpiaba sus lágrimas- ¿él quién es? -dijo bajito, mientras le miraba de forma extraña. 

A Bakugou le gusta MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora