- afuera hace calor, ¿seguro que no le molestará eso? -dijo Inko mientrad miraba a su hijo, quien llevaba una mascarilla negra además de un gorro en su cabeza, exceptuando por la ropa de verano casual que llevaba.
- yo creo que sí, los malditos reporteros están afuera desde anoche -gruñó Bakugou mientras terminaba de ordenar el bolso de su esposo, guardando todo con rapidez.
Desde un lado del cuarto, Midoriya Izuku los miraba en silencilo mientras ellos hablaban. Ese mismo día sería dado de alta y sentía que había mucha conmoción en todos lados. Varias veces había visto su imagen en la televisión y muchas personas le habían pedido fotografías y autógrafos por todo el hospital, haciéndolo sentir incómodo en todo momento.
- ¿estás listo? -dijo Katsuki mientras cerraba el bolso y lo miraba, con un sonrisa a medio desarmarse. Vio como el pecoso asintió con su cabeza antes de girarse y ver por la ventana la entrada llena de reporteros y gente. Arrugó su nariz antes de caminar de forma lenta a la puerta.
Su cuerpo era extraño para él debido al accidente, pero el médico dijo que era temporal. Caminaba un poco más lento que de costumbre y cojeaba muy levemente del lado izquierdo, hasta el momento solo Katsuki y él lo habían notado. Tenía ligeros problemas para escribir, lo que requiría mucha práctica con libros infantiles y lentes que serían de contacto en cuanto pudieran debido a que había perdido parte de la visibilidad de un ojo, incluso el doctor le aseguró que podría no usar lentes si no le molestaba. Su mandíbula dolía sl comer y se mareaba de a ratos, pero por alguna razón Bakugou le decía todo el tiempo que era bonito.
Admitía que al principio era agradable que le dijera "eres hermoso, Deku" de forma repentina, pero el comentario comenzó a ser como una patada en las costillas cuando comía de forma dolorida y descansaba del esfuerzo que le significaba caminar los primeros días. Se sentía desastroso, en los momentos que no podía más del cansancio o dolor llegaba y le decía ese tipo de cosas. Aunque entendía que era un buen gesto, sabía que no era un buen momento.
Mientras que Izuku con su madre esperaban en la entrada del estacionamiento, Bakugou se encontraba dentro, pagando las facturas.
- mamá -murmuró el hombre a través del cubre bocas, girándose a ver a la mujer- ¿crees que puedas hacerme un favor? -le dijo el pecoso, mientras veía a su madre sonreírle de forma dulce.
- sabes que sí, mi sol, ¿qué necesitas? -dijo ella mientras llevaba una de sus manos al brazo de su hijo, acariciándolo de forma dulce. El peliverde vaciló unos segundos antes de girarse y ver como su esposo estaba aún pagando, hablando con la mujer del mesón.
- si alguna vez llego a necesitarlo, ¿crees que puedas recibirme en casa? -murmuró el hombre, manteniendo su vista fija en el ojirubí, quien se reía. Inko lo miró de forma preocupada antes de subir su mano al mentón de su hijo, girándolo dulcemente para que le mirara.
- ¿ocurrió algo, Izuku? -dijo la mujer en un murmuro, subiendo su mano para acunar el rostro de su hijo en ella. Contrario a lo esperado, que era que se separara y se riera para demostrarle que estaba bien, el peliverde se le apegó y suspiró de forma pesada, haciendo notar sobre él ese cansancio y ojeras que portaban y que ellos se habían negado a aceptar.
- no, pero no lo conozco, mamá, no se como es él o como soy yo, ¿y si era totalmente distinto a como lo soy ahora? De verdad ni quiero ni pensarlo -gimoteó el pecoso antes de encorvarse y y dejar su frente en el rostro de su madre- todo me da vueltas, mamá -le sollozó de forma débil, antes de que saliera el rubio para decirles que de podían ir.
El camino había sido increíblemente silencioso, marcado por ver como Izuku miraba por la ventana de forma confundida. Cuando llegaron a la casa que tenían Midoriya y Bakugou, los tres se sentaron a comer, donde tuvieron que forzar al menor a que comiera un par de bocados antes de sus pastillas, que lo hicieron dormir varias horas.
- prométeme que lo cuidarás, Katsuki - murmuró la mujer, mientras ambos veían a Izuku dormir desde la puerta del cuarto. Había estado durmiendo desde las 5 de la tarde y el doctor dijo que iba a ser totalmente normal que durmiera por varias horas de corrido.- pero debes jurarme que lo harás, o que si no puedes me dirás para que me haga cargo -dijo la mujer, mientras se giraba a ver a su yerno, quien permanecía en silencio- velemos por el bien de que se sane y sea feliz, pero tampoco quiero verte desgastado por ello, Katsuki -dijo la peliverde, viendo la mujer.
- he estado trabajando en algo -dijo el ojirubí mientras se giraba e iba hacia la sala, sacando de una de las estanterías un libro grande y grueso- es como un libro de memorias, puede que no le sirva tanto debido a que son de perspectivas generales o la mía, pero puede que algún día me llegue a recordar -dijo antes de entregárselo a la mujer y que lo hojeara un poco. La vio sonreir de forma dulce al reconocer fotos o anécdotas que ella conocía.
- de verdad eres un rayo de sol, Katsuki -dijo la mujer antes de devolverle el libro, sonriendo de forma amplia.
Al día siguiente, cuando Izuku despertó cerca de las 4 de la mañana, se encontró ese libro sobre la mesa de noche del lado en que había dormido, robando así su atención. Lo tomó entre sus manos y lo hojeó suavemente, suspirando al ver la primera hoja.
- nuestro primer baile -murmuró mientras observaba la foto de ambos en trajes de fiesta. A Midoriya se le apretó el pecho al reconocer su propio traje y el lugar, pero no al rubio a su lado.
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A Bakugou le gusta Midoriya
FanfictionHabían estado juntos desde su infancia, y desde su último año de escuela habían sido pareja. Ambos héroes emblemáticos dentro de Tokio y Japón, cumplían sus sueños mientras compartían con el amor de sus vidas. Sin embargo todo cambiaría luego de que...