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Bakugou Katsuki suspiró de alivio cuando vio a su esposo Midoriya Izuku caminar entre la multitud de gente, portando su traje de héroe rasgado y con algunos cortes menores, además de presentar un pómulo morado de inflamado. Lo veía respirar con rapidez y mirar hacia todos lados de forma frenética, hasta que en un momento la mirada se fijó en él y le vio sonreír, casi de alivio.

– Kacchan! –le exclamó mientras corría a él en medio de todos los paramédicos, bomberos, policías y reporteros que recorrían el lugar. Aunque dudó unos segundos de porqué estaba ahí, abrió sus brazos y lo recibió en su pecho en el momento en que el rizado llegó a él, estampando su rostro en su uniforme de héroe de verano– estaba asustado, muy asustado, dijeron que había un héroe muy grave pero nadie sabía quien era, pensé que habías sido tú –le gimoteó mientras reposaba su rostro en su hombro de forma incómoda, estrechándolo contra sí.

– han habido ataques simultáneos por todos lados, no sabía como decirte que estaba bien, se estropeó mi radio –le dijo el rubio con torpeza, mientras besaba de forma suave los cabellos de su esposo y suspiraba ahí. Sin importarle el olor a sudor que tenía el pecoso, lo estrechó contra sí en medio de todo el caos. Cerca de las cuatro de la tarde, ocurrieron cuatro atentados simultáneos en distintas ciudades de Tokio para opacar un ataque más grande, desde hace mucho tiempo no se le veía correr a los héroes desde un lugar a otro, pero para el momento en que Katsuki había sido requerido en la zona de mayor daños, el gran héroe Deku había derrotado a los villanos y vuelto a su distrito, para poder rescatar a los malheridos.

– eso me explica porque nadie sabía de tí, Kacchan –le murmuró Midoriya antes de alzar su cabeza y suspirar suave, clavando el esmeralda en los rubíes al frente suyo– no vuelvas a hacer eso, por favor, te lo ruego –le dijo mientras subía su mano y acomodaba uno de los rayos explosivos en la cabeza del rubio, haciéndolo sonreír– solo vine a ver si estabas vivo, debo volver ya –aseguró mientras se separaba, observando con cuidado el magullado pecho y brazos del hombre, quien sonrió.

– claro, ve tranquilo, yo prepararé la cena, pero creo que nos quedamos sin curry –dijo Bakugou mientras veía retroceder a su esposo de espaldas, aún mirándole– ve con mucho cuidado! –le dijo antes de el oji esmeralda alzara una mano, agitándola a la par que esbozaba una sonrisa.

– yo los llevaré, te amo! –le gritó antes de saltar y elevarse por sobre los techos, llegando al tejado de uno oara así ir saltando, sabiendo que se tardaría menos. Bakugou lo vio alejarse con una sonrisa dulce, sabiendo que a pesar de que los camarógrafos y periodistas los observaban, no hicieron nada más que sonreír.

Katsuki siguió apoyando a los cuerpos de emergencia y autoridades hasta que dijeron que ya no era necesario, con lo que finalmente pudo retirarse y volver a su casa. Habló muy poco con los periodistas afuera de la agencia sobre el atentado que atendió, lo suficiente para ocuparse solo unos minutos. Iba tranquilo en su auto, escuchando música de un disco mientras pensaba en Izuku y miraba desde lejos las columnas de humo que ascendía por el cielo.

Habían pasado solo unos días desde que Izuku había cumplido sus 25 años y con eso, cuatro años de casados por la ley. Habían comenzado a salir al año de haber egresado de UA, y al año y medio de pareja se habían instalado en una casa relativamente cerca a las casas de sus padres, ya que esta se encontraba a solo dos calles des tranquilo barrio dondd habían crecido.

Suspiró al recordar como fue que los medios de farándula expusieron su relación. Ese día Katsuki había tenido libre y por lo tanto, luego de haber ayudado por la mañana a la señora Inko a pintar su cocina, había llegado en la tarde a hacer la cena, había sido un día bastante pacífico hasta que Midoriya había llegado dando un enorme portazo y explotó en llanto en la entrada de la casa, ya que la noticia estaba en todos lados y los paparazzi lo habían perseguido hasta su hogar. Sin embargo, a pesar de lo sufrido esos días, recordaba su radiante sonrisa cuando confirmaron su relación mediante una rueda de prensa, y donde a pesar de todo, fueron apoyados por varias comunidades japonesas e internacionales.

Pensó en su sonrisa durante toda la tarde, en el momento en que colocó jazz en la radio de la cocina, cuando dejó el arroz en la arrocera y durante todo el tiempo que cortó los vegetales y la carne. Se encontraba tranquilo cocinando cuando sintió como la puerta de la casa fue golpeada, frunció el entrecejo levemente mientras apartaba las verduras cortadas y tomaba un paño entre sus manos, limpiando sus manos mientras se dirigía a la entrada. Abrió la puerta con tranquilidad, pero su cuerpo se frenó cuando vio a dos policías en la entrada, ambos serios.

– señor Bakugou, necesitamos que nos acompañe –dijo el policía, viendo como el rubio palidecía de forma dramática. No pasaron ni tres minutos cuando Bakugou salió detrás de ellos en su propio auto, escoltándolo por la sirena y las luces de la baliza hasta el hospital general de la ciudad. Ambos policías lo llevaron hasta la recepción, donde encontró a Kirishima y Uraraka, ambos magullados y con rostros angustiados.

– ¿y Deku? –dijo lo suficientemente como para que ambos héroes lo escucharan, girándose para verle, mientras que Ochako rompió a llorar de forma desconsolada, Kirishima hizo una mueca para poder evitar el llanto.

– fue mi culpa, fue culpa mía –le sollozó la castaña mientras limpiaba sus mejillas, sintiendo los pasos del héroe hacia ella antes de que la tomara del brazo de forma brusca, obligándole a mirarle.

– ¿sigue vivo? –susurró de forma amenazante, sintiendo su garganta arder al igual que sus ojos. La castaña siguió llorando, por lo que alzó su vista hacia su amigo, sollozando al ver como el pelirrojo tragaba saliva.

– calculamos mal –susurró Eijirou, sorbiendo nariz– calculé mal el golpe al edificio, Uraraka soltó todo en el momento equivocado y Midoriya sd metió cuando no debía –le dijo, mientras llevaba una mano a su boca y la cubría por leves segundos, apretándola sobre su rostro– le ha caído un edificio entero encima de la cabeza, los doctores no creen que despierte –susurró el pelirrojo, antes de que viera como su amigo caía de rodillas al piso, sin habla.

A Bakugou le gusta MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora