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Bakugou se quedó sentado junto a ellos en las bancas afuera de los pabellones del hospital, esperando a saber algo. Cuando todos habían dejado de llorar, supo que su esposo estaba desde hace una hora con un neurocirujano para tratar de salvar su vida, y habían estado esperando todo ese tiempo.

Eran las 4 de la mañana y aún no salía, Uraraka se había ido debido a que la habían llamado a un grupo de rescate de heridos y Kirishima estaba dormido a su lado, descansando finalmente su cuerpo de la maratón de adrenalina que había tenido desde la tarde. Katsuki se miraba las manos con confusión, sin saber que pensar realmente.

Había llamado ya a la madre de Midoriya para decirle lo que le había dicho el doctor. Tenía una contusión cerebral severa debido a los golpes que había recibido en su cabeza, además de alguna que otra costilla rota, según el médico, sus lesiones eran pocas en comparación a la gravedad del accidente, el cual siempre dejaba a la gente muerta.

– ¿Midoriya? –escuchó una voz de a un costado. Katsuki alzó su cabeza de forma apurada y vio a un hombre con ropa estéril, cubre bocas y guantes– ¿ustedes son los familiares de Midoriya? –dijo el hombre mientras salía dos pasos hacia el pasillo, observando como Bakugou se levantaba de forma apresurada e iba hacia él.

– sí, soy yo –dijo de forma atropellada mientras se paraba al frente suyo, conteniendo la respiración unos segundos– él... ¿Está vivo? –dijo en un murmuro bajo, jadeando mientras veía al doctor bajar su cubre bocas por debajo del mentón.

– sí, hemos logrado estabilizarlo, creemos por ahora que no está en alto riesgo –le dijo el doctor con una sonrisa, observando como el rubio sonreía amplio mientras llevaba sus manos a cubrir su boca, aguantando sus ganas de saltar y correr de alegría– pero no todo son buenas noticias, señor Bakugou –advirtió el médico, haciendo así que Katsuki le mirase de forma fija, bajando las manos de su rostro.

– ¿qué es lo que ocurre? –murmuró mientras el doctor señalaba un asiento, llevándolo inconscientemente hacia el lugar. Ambos se sentaron y el doctor le miró fijamente, suspirando.

– en el momento en que ingresó al hospital, no respondía estímulos –dijo con seriedad, viendo como el rubio le miraba sin poder comprender lo que quería decirle– lo más probable es que el señor Midoriya esté en un estado comatoso, pero aún no podemos saberlo –aseguró mientras veía al hombre fruncir levemente el entrecejo, irguiéndose.

– ¿Izuku está es coma? –dijo en un hilo de voz, mientras veía al doctor asentir con su cabeza suavemente.

Por unos segundos, el mundo dejó de girar para Bakugou Katsuki, el planeta se había quedado estático y nada se movía, los pájaros habían permanecido a medio vuelo, las cascadas estaban congeladas en su caída, la nariz de Kirishima dejó de silbar suavemente debido a la sangre seca que tenía en sus fosas nasales y la mirada del doctor permaneció sobre él todo ese tiempo que sintió que el mundo se detuvo. Llevó sus manos a sus ojos en el momento en que todo comenzó a andar nuevamente, tratando de impedir que las lágrimas salieran.

– ¿qué le ocurrirá? –dijo Bakugou en un quejido, apretando sus dedos en el comienzo de su cabello, clavando sus uñas en las raíces.

– solo podremos saberlo cuando despierte, Señor Bakugou. Si despierta antes de lo esperado, deberemos dejarlo en un coma inducido para que así él no sufra daño alguno –le dijo el doctor antes de que los oídos de Kacchan se cerraran, le habló por un tiempo bastante prolongado sobre distintas cosas concernientes a la salud de su esposo, donde lo único que quedó en su cabeza fue "vaya a casa y vuelva en el horario de visitas, porque no podrá verlo antes".

Cuando el doctor le dijo que tendrían al pecoso un par de horas más en recuperación y que luego sería movido a cuidados intensivos, Katsuki despertó a su amigo y le dijo que fuera a casa, porque él volvería a la suya, hizo lo posible por sacárselo de encima, pero no supo en que momento trajo al lesionado pelirrojo de copiloto, buscando música en las radio de emisión automática. Aunque tenía unas ganas enormes de tirarlo de su auto e irse solo, apreció enormemente que no le dejara, aunque nunca se lo dijo.

Una vez en la casa de los héroes Deku y Ground Zero, Katsuki fue directo a sentarse al sillón, notando como su amigo se movía con libertad por la casa.

– ¿qué harás ahora? –dijo Kirishima mientras iba hacia un sillón y tomaba asiento de forma tranquila. Bakugou fijó su vista en el sillón donde se sentó su amigo y suspiró con nostalgia, debido a que solo algunos días atrás había tenido la oportunidad de hacerle el amor a Izuku en ese lugar.

– tal vez dormir un poco, la señora Inko dijo que haría lo posible por volver hoy, por lo que debo ir a buscarla al aeropuerto, registrar a Izuku con su plan médico, llamar a la agencia para informarlo todo, ordenar este lugar –murmuró, mientras llevaba una mano a su cabello y lo peinaba suavemente hacia atrás, negando suavemente con su cabeza– ¿y si no despierta nunca?

– no pienses así, Bakugou –le dijo el pelirrojo, quien observaba como su amigo se recostaba en el sillón, abrazando una almohada– él estará bien, ya lo verás –aseguró con una sonrisa, antes de levantarse para ayudarle con las tareas domésticas.

Desde ese momento, habría comenzado el largo letargo de esperar a que despertara Midoriya, si es que llegaba a despertar.

A Bakugou le gusta MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora