Invisible.

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Pudieron haberme perdonado, pero no han olvidado nada.

La vida no suele ser muy justa con todos nosotros. Unos pueden hacer su vida bien, ser amables con todos, no hacer nada que nos haga diferente al resto, estar ahí con nuestro circulo, pero les seré honesto, la gente solo ve lo negativo, y siempre serás tu el de los reflectores.

Desperté de mis pensamientos cuando escuche que todos aplaudían al saber que Ramón había sido el ganador del partido mientras que yo seguía en el piso tras recientemente haberme resbalado, ok no voy a mentir, creo demasiado en el karma y no negare que mi actitud había sido exagerada, pero ellos no aplaudieron así por mi cuando creí haber ganado. 

Apenas estaba procesando todo cuando voltee a ver a Ramón quien reía con Grandulón, al que yo creí que era mi amigo, el primero miro en mi dirección y entre risas me hablo, yo seguí en el suelo. –Bueno, parece que mi suerte al fin dio la vuelta. Tranquilo Arroyín, se donde puedes encontrar un grillo dorado.– Se fue con Grandulón entre risas y yo hice una mueca, no entendí eso pero no parecía algo amable, la psíquica de la villa también se acerco a mi y me dijo tampoco sin ayudarme a levantarme que eso no lo había visto venir, de pronto todos estaban siendo nada amigables conmigo.

–¿Te ayudo a levantarte?– Vi la mano de Aspen Heitz inclinarse acercándose a la mía, yo acepte la invitación con un chacra desalineado, todos empezaban a irse del estadio celebrando el campeonato de su quizá futuro rey. Yo solo me quite la tierra de los pantalones y mi mano derecha alzo los hombros. –No importa si perdimos, ya lo intentaremos en alguna otra ocasión.–

–Si ya lo sé, tranquilo.– Cuando me asegure de estar limpio y cada pelo de mi alargada cabellera estaba perfectamente alineado lo miré, tenía un gesto de preocupación y jugaba con sus dedos. –Estoy bien, enserio.–

–Que bien, creí que te habías lastimado ¿Seguro que no se te rompió algo?–

–Solo mi dignidad.– Aspen rió ya que sabía que esa fue una broma, pero como quiera hablaba enserio. –Pero no quiero quedarme aquí más rato, altera mi aura.–

–Seguro, debes tener hambre, vayamos a comer algo pequeño.–Aspen tomó mi mano e hizo una mirada de aprobación, yo asentí lentamente y ambos nos retiramos al igual que todos ahí aún tomados de la mano.

Llegamos a un puesto de comida móvil y Aspen me compró unos parques y casi me los metía a la boca a la fuerza, no me mal entiendan, yo adoro los panques, pero mi estómago aún seguía revuelto de la vergüenza y el enojo, así que no tenía ganas de nada, por un momento creí que iba a vomitar. Estábamos sentados en una de las mesas de maderas donde todos también comían un pequeño lunch después del partido, no me podía sentir peor.

–Abre.– Mi amigo me acercó un panqué con moras en todos lados a mi boca y yo separé mis labios lo suficiente para que lo introdujera. –Se que no debes tener humor pero como tú mejor amigo no voy a dejarte que mueras de hambre.– Sonreí por el cuidado y comí con un mejor humor.

–Gracias.– Susurré tomando el pan por mi cuenta. –Pero yo puedo solo.– Sonrió al verme más animado y le dió un gran sorbo a su café con leche.

No sé si estaba loco, o las voces en mi cabeza estaban jugandome un mal truco, pero podía escuchar mi nombre en varios fragmentos de las conversaciones ajenas, y también él de Ramón, no tengo nada en contra de él, bueno, no me agrada pero tampoco lo odio. Más lo que si odiaba era que me compararán con el, siempre que yo estaba involucrado en algo en lo que yo era bueno, el siempre quería estar ahí.

"Te odian" escuché la voz de Chef en mi cabeza, no sabía que había sido de ella, pero ni estando lejos me salvaba de ella, seguía escuchándola. "Vas a llorar cuando te dejen" "Vas a terminar solo otra vez" me tapé los oídos, su voz sonaba como un eco a la par que todos hablaban.

Mala Fama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora