Desilusión.

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Las primeras cuatro semanas con los rompefiestas pasaron volando, los entrenamientos eran pesados pero nada que no fuera de otro mundo, o sea si, levantar pesas era una tortura peor que cualquier pose de yoga en la que no valiera usar el cabello, pero al menos no era tan malo como el hecho de que no siempre había comida y varios días consistían en comer restos pero a mí me daba asco hacerlo por lo que a veces llevaba días sin comer, si sin duda podría ser peor.

A decir verdad, no se sentía tan malo, a pesar de las desventajas y complicaciones al vivir aquí me gustaba, vamos, vivir en medio de la naturaleza, con gente que no te juzgaba por tu pasado e incluso te admiraba era asombroso, por Dios, viví durante 6 meses con una Chef que prácticamente me tenía secuestrado, 6 meses sin ver nada más que su arrugada cara, y luego fueron otros 5 meses viviendo en Villa Troll dónde tampoco mi vida consistió en libertad y felicidad absoluta, en Villa Troll a pesar de que nadie me tenía secuestrado aún así me sentía atrapado, parte de mi sabía que ese no era mi lugar, solo quería huir de esa mujer... Esperen ¿Pasaron 12 meses ya?

Llevaba un mes con los rompefiestas y la verdad es que ni me había percatado de el rápido pasar de los días, mire el horario, era noviembre 16, mañana se cumpliría el primer aniversario desde el último Trollsticio, ese horrible día, no era tan malo considerando que tanto los bertenos como los trolls salieron beneficiados por su unión, pero ya saben ¿Quién fue el único que duró más de dos días secuestrado? Odiaba ese recuerdo que todos tanto amaban, esto solo había cambiado negativamente para mí.

"Y pensar que en este momento hace un año estabas feliz de la vida pensando que los bertenos nunca encontrariamos a los trolls"

—Era un chico ingenuo, pero ya no.— Le respondí a la voz de esa chef en mi cabeza mientras me cepillaba el cabello, recién desayunado. —Bueno, voy tarde al entrenamiento de hoy.—

"¿A quién le hablas?"

—Te estoy hablando a tí.—

"Pues soy un producto de tu imaginación no vale la pena que te despidas de mi."

La Chef imaginaria tenía razón, y que bien que eso era, imaginaria, seguramente nunca vería más a esa loca que había arruinado mi vida, ya ni siquiera pensaba en ella tanto, mi vida era tan perfecta ahora que ya sentía que estaba olvidando todo por fin.

Después de tanta plática conmigo mismo, me despedí de mis mascotas y salí de mi hogar en dirección a donde se encontraban todos los rompefiestas unidos, saludé a muchos que se encontraban en el camino, todos me respetaban y me trataban bien, ni los trolls eran tan comprensivos, empezaba a creer que Pastel había exagerado con ellos, todos eran un amor de personas.

Ale, el líder, se encontraba viendo a todos cumplir sus ejercicios mientras hacía los suyos, el se encontraba sosteniendo sus piernas de un pasamanos para hacer abdominales de cabeza ¿muy exagerado? Definitivamente ¿me debía importar? No pero lo hacía.

—Buenos días Ale.— Canté el saludo sonrojado, era inevitable hacerlo, cada vez que estaba cerca de el me sonrojaba, puse mis manos atrás en mi espalda, y balancee de atrás a adelante mi cuerpo con mi pies.

—Buenos días uva.— Dejo de hacer sus abdominales de cabeza pero seguía boca a abajo para verme bien. —¿Ya estás listo?—

¿Ya les dije lo lindo que Ale es conmigo? Supongo que haberse sincerado respecto a su hermano hace un mes le sirvió porque me trata como un ángel, me da mi lugar, me respeta y no me trata como un troll o un rompefiestas más. Era muy bueno y se notaba que se preocupaba por uno, y pensar que Pastel me dijo que no huyera con el, que absurdo, había sido la mejor decisión que había tomado en mi vida.

Mala Fama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora