—¿Ya estás listo, Arroyito?—
—Si, listo.—Salí de mi "hogar" que más bien fue una prisión durante semanas, por fin cambie la pijama que me habían puesto para volver a usar mi ropa preferida después de un mes de no haberla usado: mis pantalones amarillos.
Cómo tenía el pecho descubierto, también se podían ver a la perfección todos los moretones que me habían provocado, pero estaba muy animado como para darle mucha importancia, me hacía muy feliz usar la ropa que me hacía sentir yo mismo de nuevo, Aspen sonrió cuando yo lo hice.
—Asi me gusta.— Sonreí y me mordí el labio inferior por la emoción, el anaranjado siguió hablando. —¿Listo para irnos a casa?— Yo estaba a punto de asentir, pero cierto rompefiestas interrumpió la conversación.
—¿Tan rápido se van?— Preguntó Pastel Tonio recargandose en la entrada de el enorme tronco. —Planeaba que fueran a mi casa primero.—
—Vaya vaya alteza, olvide hacer mi reverencia.— Cuando Aspen dijo esto el troll rompefiestas puso sus ojos en blanco para luego sonreír.
—No hagas esto en público por favor.— Ambos empezamos a reír y Kaboom siguió hablando. —Bueno ¿Vendrán o no?— Preguntó apuntando a unas carretas que los otros de su especie estaban preparando, guardando sus pocas pertenencias.
—Yo creo que tú gente se asustará cuando vean dos trolls llegando con el Gran Jefe.— Alcé mis hombros y el deportista asíntio. —Pero está bien, solo termino de empacar.— Volví a entrar a mi tronco, para ver casi todo el lugar por última vez, estaba vacío completamente, solo estaba terminando de guardar últimos cambios de ropa.
Entre todas las prendas que tenía, doblar una en particular me lleno de recuerdos, era una prenda que no era exactamente una prenda, era un trapo sucio que Chef me había regalado esa vez que moriamos de frío durante el exilio que habíamos sufrido.
Soltar una lágrima fue inevitable, mi ojo morado dolió cuando eso hice, pero no pude evitar abrazar ese trapo sucio, eso había sido hace un año, el tiempo pasaba volando.
—¿A, estás listo ahora sí?— Rápidamente me seque la lágrima cuando Aspen entró con mi perrito en su collar y con Nifty recargada en su hombro, Aspen me había dicho que ellos le contaron de mi situación, nunca había estado tan agradecido con mis mascotas desde eso.
—Si estoy listo.— Fingí que nada había pasado, y terminé de empacar oficialmente. —¿Ya nos vamos?— El asintió. —Enseguida voy.— De inmediato me dió mi espacio y agradecí eso mentalmente.
Mi vista se dirigió de nuevo al chaleco que en realidad era un trapo, acaricié la textura a pesar de estar sucia, nunca creí que diría esto, pero fue un detalle muy hermoso por parte de Chef. Lo sé, la odiaba de verdad, lo que me había hecho era imperdonable, pero sus pequeños momentos de cariño eran recuerdos que yo apreciaba inevitablemente, no había tenido nada durante meses más que su compañía.
Suspiré profundamente, ya tenía que superar esos recuerdos.
Cerré la maleta antes de guardar la prenda sucia para llevarla a la salida, en dirección a las carretas dónde Pastel y Aspen estaban justo al frente, liderandolas con cuerdas y el enorme elefante de Ale los estaban llevando.
—Hola Arroyín.— Escuché justamente la voz del rey de Roma, el ex líder estaba en posición fetal justamente en la última de las carretas, era el único que venía completamente solo.
Cruce los brazos para alzar una ceja. —¿Qué quieres, Ale?—
—¿Por qué me hablas así?— El hermano mayor de Pastel se retiró sus gafas de sol para dejarlas en cualquier lado de su carreta. —¿Yo qué te hice?—
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Mala Fama.
FanfictionSoy Arroyín, iniciaría esto con la típica descripción de mi vida pero ¿quien no conoce al troll que traiciono a todos por una oportunidad de vivir? Ahora tengo a mis amigos, Aspen Heitz y Pastel Tonio, mi vida transcurre de manera normal, no me va...