Omega || Día 1

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-Un, deux, ¡trois!

La alfa caminaba por el pasillo de su hogar, cada que se topaba una puerta hacía la cuenta hasta tres.

-Un, deux, ¡trois!

Y la abría.

Estaba en busca de su hijo, el pequeño niño de mejillas calientes y cabello esponjoso que tanto quería. El único omega que tenía apartado un espacio en su corazón. O eso creía.

-Un, deux, ¡trois!

Abrió la puerta de su oficina, miró por el alrededor igual que en las otras habitaciones, pero no lo veía. Decidió entrar para buscar mejor, ya que era la sala favorita de su hijo, debía estar ahí.

-Andy, ¿dónde estás? -preguntó con tranquilidad, caminando hacia su escritorio. No estaba debajo.

-Vaya...

Suspiró con desánimo, pero de inmediato, escuchó unas risas detrás de la puerta y volteó a mirar.

-Aquí estoy, mami -el niño sonrió grandemente, caminando hacia su madre-. ¿No me viste? Me escondí detrás de puerta.

-Eres bueno para las escondidas, Andy.

La mujer se sentó en la silla frente al escritorio y acarició la mejilla del niño cuando él estaba lo suficientemente cerca. El menor, se sentó en su regazo y le dio un beso en la mejilla.

Entonces ahí la alfa lo notó una gaveta de su escritorio estaba abierta y encima de su escritorio estaba una pequeña y vieja caja fuerte puesta.

-¿Uh? -la mujer, aún sujetando a su hijo en su regazo, se acercó y echó una mirada a la caja- ¿Estuviste viendo mi gaveta?

Seguramente, el pequeño había escuchado su conversación consigo misma días atrás y le había entrado curiosidad. La alfa había encontrado la caja hacía menos de una semana, pero no tenía la llave. Tampoco era algo tan importante, solo una caja que no recordaba que tenía, ni valía la pena intentar abrir.

Fuese como fuera, el niño negó -Yo tengo la llave. La tenía en mi cuarto, hoy me puse a ordenar mis cosas viejas y la encontré -dijo con simple verdad-. Luego me puse a buscar que tesoro abriría y terminé aquí. Esta llave calza perfecto en esta caja -el niño señaló al objeto sobre escritorio de su madre.

-¿La abriste?

-¡Non, no la abrí! Estaba esperándote para que juntos viéramos que tenía -el niño buscó en su bolsillo y sacó una pequeña llave ligeramente herrumbrada.

A la alfa se le derritió el corazón con aquel gesto de su hijo, aunque no sabía que podría tener esa caja, así que dudo unos segundos si abrirla o no con él.

-Parece algo del trabajo... mejor te dejo la llave y lo ves tú -inocente; Andrew, miró a su madre como si ella estuviese molesta, que bueno, podría estarlo, pero no era el caso.

La alfa negó con la cabeza, aún más encantada con la madurez de su niño -Mejor veamos que tiene dentro, ya ni yo recuerdo -la mujer le sonrió para calmarlo, simplemente no le importaba del todo.

Felizmente, y con el permiso de su madre, Andrew dio vuelta a la llave y abrió aquella pequeña caja.

Se abrió con dificultad, pero con la ayuda de la alfa pudieron ver que había adentro.

Habían unas fotos viejas, parecían casi de su época universitaria. Sacó unas cuantas y sí, definitivamente eran unas fotos de su ceremonia de graduación de la universidad. Su hijo con mucho interés, alcanzó las fotos con sus manos y con mucho cuidado la sujetó para verla junto a su madre, luego de que ella se las encomendara.

-¿De qué es? ¿Es un culto de moda rara? -aquel comentario iba dirigido, más que todo a los birretes y togas que todos en la foto llevaban puestos, pero también a los cortes de cabello y accesorios de la mayoría, contando a su madre.

La alfa rio al comentario y le explicó que era una manera de celebrar un logro.

-Vaya manera -terminó por decir, pasando las fotos de vuelta a su madre.

La alfa acomodó las fotos y las dejó sobre su escritorio -Bueno, ahora saca algo tú -dijo, asegurándose que no habría nada raro en la caja; básicamente, era solo una cápsula del tiempo con algunos papeles y fotos.

El niño metió la mano en la caja y, aprovechando su turno, evitó las viejas cartas y fue en busca del tesoro que esperaba encontrar desde el comienzo.

Sintió algo pequeño y frío y de inmediato lo sacó -¡Un anillo! Woah, es muy bonito -dijo el niño al ver la sortija de oro- ¡Un tesoro de verdad!

El niño se colocó el anillo en su dedo gordo, pues le quedaría muy grande en los demás, aún así, era un anillo bastante pequeño, en especial para su madre.

-¿Es tuyo? -preguntó el niño.

La mujer se quedó casi minuto viéndolo, tomó la mano de su hijo y, sin ser grosera e incluso con la ayuda de su hijo, sacó el anillo de su dedo para examinarlo.

Una sonrisa boba se le formó a la mujer en la cara. Era increíble que aún lo tuviese, después de tantos años de pensar que lo había perdido. Suponía que lo había devuelto a la tienda y, como no lo había visto en un tiempo, parecía factible.

-¿Mami?

Aquel anillo, aquel trozo de oro, hierro y plata, era símbolo de rechazo. Ella como una alfa, madre de su hijo, quería a la omega, pero la omega no la correspondía. Aún si la hubiese obligado a casarse con ella, a criar a su hijo juntas, ella no la iba a amar, la odiaría más que a nada. Por ello, aquel anillo nunca fue entregado.

-"Eliza K. Egan" -la mujer regresó a la Tierra-. Andrew, este anillo era un regalo para tu madre -dijo, mirando la sortija detenidamente, tanteando con su dedo la inscripción que tenía por dentro-, pero nunca se dio la oportunidad de dársela.

-Perdón -el niño borró su sonrisa, algo apenado y abrazó a su madre- no debí ponérmelo, es de mamá después de todo.

-No te preocupes por eso, este es solo un recuerdo -la alfa acarició los cabellos de su hijo y lo abrazó de vuelta.

-¿Puedo saber más? -Andrew preguntó con suavidad y curiosidad, sin levantar mucho el polvo del pasado.

-Eliza, ella y yo éramos solo unas compañeras, ¿sabes? -la alfa intentó ser cuidadosa con el diálogo- Por eso nunca le gustaron este tipo de regalos... pensé en dárselo apenas regresara de su viaje de estudios... aunque bueno.

-¿Por qué no se lo damos ahora? -el niño sonrió nuevamente a su madre.

-Eso es una buena idea... -la alfa le dio un beso en la cabeza a su hijo.

Writeober omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora