Represión || Día 21

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Su alfa interior quería saltar al ataque. Quería caerle encima y romperle la ropa. Oh, sí, claro que sí. Pero no podía. No debía, no tenía que.

Su omega era un chico frágil, quién estaba pasando por su celo en ese instante. Qué deberían hacer o sentir, eso no lo tenían claro ninguno de los dos. El omega por su parte, adolorido y agotado, rogaba a él que hiciera justo lo que no debía, desnudarlo y hacerlo suyo. Y el alfa, no debía hacerle caso a las insistencias del instinto, por más fuerte que este fuera o por más ganas tuviese de penetrarlo.

Debía retroceder. Si el supresor no funcionaba en un par de minutos, él tendría que mantenerse firme durante todo el celo de su omega. Eran pareja y, no podía dejarlo solo en su período más importante, pero tampoco podría acompañarlo de esa manera. No lo habían acordado así y eso se respetaría por más quejidos y chasquidos escuchara del otro al quejarse.

Ya lo había ayudado a darse un baño y a ponerse ropa limpia. Se había tentado de ver su cuerpo desnudo y su piel limpia, sin ninguna gota de sudor, pero seguía firme, reteniéndose de poner sus manos sobre él, no literalmente.

Debía aguantar, acompañarlo de la mejor manera. Aguantarlo entre sus brazos hasta que los peores momentos del celo ajeno pasarán. Hidratarlo y ofrecerle las pastillas supresoras que necesitaba.

Y así lo hizo. Tres días, cuidando de su pareja, tentado, pero reprimiendo sus deseos. Los deseos de arrancarle la ropa y hacerlo suyo salvajemente, como los ojos del omega también reflejaban en necesidad.

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¿Han notado que siempre hay uno que hago con ganas y luego uno todo chafón que no? Y uno que sí y otro que no, uno que sí y otro que no. Es como un patrón jajaja

Writeober omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora