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Familia || Día 5

–Mamá, perdóname.

El chico estaba de rodillas, sollozando, pidiendo clemencia a aquella que era su madre, lamentándose sobre sus propias decisiones, sobre su propio cuerpo.

Interesante, como un alfa podía flexionarse y lucir débil ante sus padres. Interesante su actitud frágil y sus feromonas apagadas por su propio sentimiento de miseria. Los alfas, quienes se creían indestructibles de moral, podrían perder su fuerza con tan solo preveer el rechazo de su progenitor.

La omega, más que enojada, estaba asustada, escandalizada.

–Perdóname, por favor… nunca volveré a…

La mujer quería echarse a llorar, pero lo aguantó. El miserable alfa que había criado, tenía inseguridades. Crecer, criado por su madre únicamente, era de burla y maltrato, al parecer. Lo hacían creer que era menos por no tener a su padre a su lado, un alfa que nunca estuvo en la foto.

Él tenía miedo de lo que oía de los demás, lo que decían, miedo, especialmente, de lo que decían de su madre por culpa suya.

–Deja de disculparte –la mujer se agachó y miró a su hijo–. Tú no has hecho nada malo, cielo.

Tenía marcas de dientes alrededor de su cuello, dientes de otro alfa profundos en su piel, algo carnal había ocurrido, aunque claro, esta no era la razón del lamento y la pena de ambos. Eso no era de la incumbencia de ella, ni de los demás. La vergüenza y el sufrimiento, eran por los golpes y rasguños en la cara del hombre, los moretes en su piel y la sangre en su camiseta.

El alfa, levantó levemente la cabeza –Ellos dicen lo mismo… que yo no soy el culpable –el alfa cerró los ojos en dolor–. Creen que debo ser un alfa defectuoso por ti, pero eso no es ciertoesto.… soy el único a quién culpar.

La mujer negó horrorizada –No digas eso… no hay nada de malo en quién eres.

Le dio un beso en la frente con suavidad, Acarició con cuidado la mejilla irritada y lo abrazó con cuidado de no lastimarlo.

–Ni tú, ni él –miró el cuello de su hijo, que tenía la camisa desgarrada–, merecen algo como esto.