Lobos || Día 27

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El pelaje blanco brillaba bajo la luz, con su lomo cubierto de nieve, que disimulaba su cuerpo. La de ojos plateados olisqueaba el aire con precaución, buscando alguna pista acerca del aroma que ya había dejado de percibir minutos atrás. Con su pata levantada evitaba dejar un rastro de sangre y su compañero, de ojos dorados, la miraba atenta por señales, pues su nariz estaba estropeada, sangrando por un zarpazo.

Cuando ella supo que ya había perdido al enemigo, miró a su compañero y luego de asentir acompañado de un gruñido suave, salieron corriendo tan rápido como pudieron hacia la manada. Ambos con dolor por la pelea, ligeramente amortiguado por la adrenalina.

Atravesaron el bosque nevoso, casi muerto por el invierno y llegaron a la baja montaña donde su aldea estaba. Y adentrándose más y más, el macho gruñó, señalando la cabaña del doctor. La omega negó, mirando aún más dentro del denso lugar, quería llegar a casa de inmediato. El de ojos dorados gruñó con molestia, pues ella debía tratarse tanto como él, pero sin batallar mucho, simplemente se separaron. Era más importante atender su nariz herida, la raíz de su gran olfato de alfa, que pelear con la omega del líder.

La de ojos plateados siguió corriendo hasta su cabaña, jadeante y agotada. Finalmente estaba ahí, cerca del porche y fue bajando la velocidad.

Vio a su alfa frente a la casa, quien estaba picando leña con un hacha. Le aulló y ella volteó a mirarla con una gran sonrisa, la cual desapareció luego de unos segundos.

El pelaje blanco estaba manchado de sangre, junto a su hocico y eso asustó a la alfa, quien tiró el hacha y corrió a atajarla, quitándose su abrigo. Ya frente a ella, la omega le saltó encima y la sentó en el suelo. Movía su cola de un lado y olía feliz el aroma de la alfa.

–Adie, Adie, ¿Estás bien? –la alfa decía, abrazando y acariciando con cuidado la cabeza de la omega –¿Quién te hizo esto? ¿Y Tomás?

La licántropo cambió en los brazos de su alfa para responder, su pelaje se ocultó y su piel clara desnuda empezó a temblar por el frío. Con mirada triste resopló y la alfa, colocó su abrigo sobre ella para abrigarla.

–Eran lobos marrones como sospechamos, aunque solo eran unos niños. Íbamos solo a echar un vistazo, pero uno de esos idiotas tenía buen olfato y nos detectaron –dijo con su cabeza apoyada en el hombro de cabellos obscuros–. Les pedimos que se fueran, pero parecía que estaban demasiado asustados y atacaron –miró su brazo, roto, con una gran mordida marcada–. Le jodieron la nariz a mi hermano y a mí mi brazo, pero pudimos neutralizarlos y escapar, Anne.

–Ven vamos adentro.

Y así, mientras caminaban hacia la cabaña, la de ojos plateados explicaba el resto del encuentro a detalle, con terror en sus ojos. Había sido enviada junto con Tomás para vigilar la frontera luego de algunos rumores de lobos de otra manada acechando las presas y a algunos omegas. Adie y Tomás tenían el mejor camuflaje, por eso, ninguno se esperó que terminara en una riña.

–Tendré que hablar con el líder de los de El Este, debe ser un malentendido –miró a su omega con preocupación–. Sé que solo eran unos niños, pero nos han atacado… –susurró, caminado hacia el cajón de la cocina, tomó unas toallas, una botella con agua y vendajes. Suspiró–. Siéntate.

Caminaron hacia la mesa y se sentaron en las sillas, una frente a la otra. La omega miró fijamente los ojos de su alfa, verdes intenso, preocupados por su bienestar y agachó la la mirada al notar que la alfa también la miraba.

–Déjame ver… –pidió arquenado sus cejas, mientras aquella apartaba el gran abrigo y le extendía su brazo– no es una herida muy profunda, gracias a Dios –mojó las toallas con agua y la omega quejó con gruñidos cuando empezó a quitar la mugre y sangre de su herida.

–Espero que el líder los reprenda –dijo apretando sus dientes por el dolor–, sino, yo misma iré y los castraré.

–No te preocupes, estoy segura que así será. Los últimos años, ambos hemos respetado el tratado entre nosotros. Al menos así aprenderán su lección sobre venir sin invitación y entrar a nuestras granjas.

La alfa dejó de lado el trapo y pasó su lengua por la herida de la de cabellos claros. La saliva antiséptica alivió un poco el ardor. Tomó los vendajes, pero antes de que fuese a ponerlos, la omega la detuvo poniendo su mano buena sobre su pecho.

Se transformó en lobo nuevamente y extendió su pata dañada a la mujer, quien entendió que quería quedarse así por un rato más. Colocó los vendajes al rededor de la pata.

–Adie, ya quedó –le dijo, tomando al lobo de brillantes ojos plateados en sus brazos.

La omega apoyó sus patas en los hombros de la mujer y gruñó un suave "Gracias" en su oído.

Ni bien habían llegado a la cama, la omega se había dormido del cansancio sobre la mujer, quién, sin perder el tiempo, se acostó junto a aquella, abrazándola y acariciando su pelaje. Le dio un beso en la nariz y se durmió junto a ella.

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Siento que este no tiene tanta sustancia.

No me gustan los AU de manadas y clanes y esas cosas, pero por alguna razón mi mente quiso hacerlo así esta vez, Idkw. Bueno, al menos hice una pseudo trama de fondo con los chicos que venían del pueblo vecino.

Dato adicional 1: a la omega le encanta estar en su forma lobo, mientras que la alfa, prefiere su forma humana.

Dato adicional 2: la alfa es la líder de la manada.

Dato adicional 3: estos datos ya estaban claro, pero quería decirlos porque me parecen adorables (?).

Dato adicional 4: en este AU los humanos del omegaverse nacen siempre como lobos y a las semanas o meses aprenden a cambiar de forma solos. (Este sí es un dato extra).

Writeober omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora