Querida Muñeca...

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Tocó insesanteme la ventana de la casa Gascoigne.

Sin respuesta...

Era de suponer, las luces de la casa estaban apagadas.

Un olor a sangre ahumada impregnaba el ambiente, como un pescado podrido.

Sonidos de cuervos y gruñidos de yharnarmitas se escuchaban a lo lejos.

Pero...

Todo se calló.

Como si estuviera sordo.

Cada vez el aire era más pesado, su respiración era compulsiva.

Todo se hacía negro, como un abismo que consumía todo a su paso.

El abismo lo atrapó.

Silencio...

La risa de una niña se escuchaba a lo lejos...

"Oh dulce ovejita, no cruces el puente, un lobo feroz habita esa parte del bosque..."

Sangre caía de sus ojos.

Bestias devoraban cuerpos.

Los Grandes estaban ahí...

Mergo lloraba.

Gascoigne sentado en un árbol leyendo un libro.

"¿Que sucede?" -Se preguntó el Cazador.

Una babosa se arrastraba por el suelo negro del abismo.

Gherman en su silla de ruedas sólo dormía... pero no era Gherman.

El Cazador era decapitado...

Frío.

El ambiente era cálido y un olor a pan recién hecho habitaba el ambiente.

El ambiente era cálido y un olor a pan recién hecho habitaba el ambiente

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El Cazador veía imágenes en la profundidad de esa infinita oscuridad.

¿Recuerdos?, ¿Alucinaciones?, ¿Añoranzas de un pasado que fue olvidado?...

Se oían caballos relinchar.

Alguien estornudó.

Una bestia, vestida con esmoquin, tomaba café encima de un cadáver...

Olas del mar...

El Cazador no comprendía nada, cada vez respiraba más rápido.

Silencio...

No se veía nada.

¿Que te ocurre?, ¿Estas cansado? - preguntó un cuervo con un tono muy agudo.

Una Noche InterminableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora