Lady María; la Hija de Gherman.

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Un rato ha pasado desde que El Cazador empezó a cuidar del jardín de María, notó que su sangre-vil es un buen abono para estas, los girasoles, las enredaderas, el tronco del árbol, todo había recuperado un color más natural y habían rejuvenecido un poco, aunque tornándose en un color algo más Acre de lo normal.

Él sabía muy bien que le tocaba hacer, a donde debía dirigirse, pero su corazón no se lo permitía, no se atrevía a cruzar esa enorme puerta finamente elaborada con la mejor de las maderas. Cuando estaba en frente de ella, y lo hizo repetidas veces, su pulso se elevaba a un ritmo muy irregular, no era un miedo generado por la más peligrosa de las bestias, de hecho, no era miedo en sí. Era más cómo un presentimiento, un aire de melancolía que recubría todo su ser y se esparcía cómo el peor de los virus, un sentimiento de tristeza y un olor a recuerdos añejos guardados en una botella vacía tirada en el infinito océano de pesar y temor que es la mente humana.

No podía quedarse parado sin hacer nada, pero no se sentía listo para avanzar, quizá el momento donde más estuvo en una encrucijada, el saber que en una mano tiene el destino de Yharnam y en la otra el destino de María le pesaba. Decidió al fin su camino a seguir, no podía posponerlo más, de esa tarde no pasaba sin cruzar la puerta, pero antes debía hacer un tributo. El Cazador decidió zanjar todo asunto en el pabellón de investigación antes de marcharse de la zona, Adeline necesitaba fluido cerebral, y los pacientes sufrían, algo debía de hacer al respecto.

Recorría con cuidado los niveles del pabellón, subía y bajaba por las escaleras en espiral suspendidas en el aire mientras acaba con las bestias y los experimentos inhumanos llevados a cabo por la mano de la Iglesia de la Sanación. El aire del ambiente se cortó por un segundo, El Cazador esquivó con un dash lateral el ser cogido de la pierna por un cazador de la iglesia y su bastón enroscado, su rostro quemado en el ojo derecho, transmitía ira y descontrol sobre sus acciones típico de un cazador borracho de Sangre.

Estaban en un plataforma semicircular en una columna que sostenía el altísimo techo del pabellón, un paso en falso y caerías decenas de metros a una muerte segura, El Cazador desenvainó su Espadón Luz de Luna, y se preparó para el combate. El cazador de chal negro gruñó como un enano y tronó su cuello, listo para el combate avanzó lateralmente, El Cazador con sumo cuidado de sus pasos y usando la columna del centro como un obstáculo entre él y su rival, engulló una píldora de sangre de bestia y se acercó velozmente.

El cazador del chal usó la forma de látigo de su bastón para atacar sobre seguro desde una distancia media mientras lanzaba cuchillos envenenados hacia EL Cazador, este por su parte disparaba con su Evelyn mientras buscaba cortar con su espadón –ploc, ploc, ploc se escuchaba de parte de un paciente pegado a la columna.

El Cazador descuidado y de forma algo torpe vaciló en sus pasos y su pie derecho tocó el vacío, casi se cae de la plataforma si no hubiera actuado rápidamente al clavar el espadón en la columna y dar una voltereta en el aire que con dificultad le dejaría de nuevo en suelo, claro, esto si no fuese porque el cazador de la iglesia le atrapó de la pierna con su látigo y lo estampó contra la columna rompiéndole una costilla y haciendo temblar la estructura.

El Cazador usó un vial y enojado, con ojos llenos de fuera, se impulsó de la columna para embestir a su presa, en el choque logró arrebatar el bastón y con su forma de látigo comenzó a correr alrededor, arriba y debajo de la plataforma, el cazador del chal apenas recuperándose con suma precisión disparó al pie del Cazador el cual cayó al suelo. El cazador de chal se recuperó del todo y se preparó para dar el golpe final, pero no pudo.

El Cazador dio una voltereta en el suelo, se levantó impulsado con sus brazos hasta una altura considerable y, con el espadón clavado en la columna, golpeó el suelo de la plataforma desquebrajando todo y haciéndole caer, la plataforma junto con el cazador de la iglesia cayó por aproximadamente 21 segundos antes de tocar estrepitosamente el suelo. El Cazador estaba a salvo en la columna, pero no parado en el espadón clavado, ese sólo sostenía al paciente, El Cazador estaba sentado en la cadena del bastón que se encontraba incrustado en la escalera en espiral junto a donde hubo una plataforma, suspendido en el aire y ya mareado por los efectos de la píldora. El Cazador se reincorporó, sostuvo su espadón y con un vial vacío extrajo el fluido cerebral de ese paciente, lo bajó y le acostó desmayado en una camilla. El cazador despegó la punta del bastón y todo lo largo del látigo se soltó, haciendo caer la ''telaraña'' de cadenas al fondo, junto a los restos de su dueño.

Una Noche InterminableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora