Kaiba.

1.2K 91 86
                                    

No fue precisamente la manera en la que el rubio esperaba pasar sus fiestas, mucho menos el castaño.
El silencio era un poco incómodo, no había tema de que hablar y habían cosas que no eran el deseo de ninguno de los 2 convertir en tema.

Era como si ambos estuviesen congelados.

No pasó mucho para que llegara la noche y la tenue luz del sol desapareciera abriendo paso a una fría oscuridad iluminada por unos escasos rayos de luna.
Cerca de las 7:30, una enfermera entró a la habitación con una pequeña bandeja llena de jeringas la cual salto de la sorpresa cuando vio el invitado sorpresa.

--- ¿Que hace aquí? El horario de visitas termino hace 1 hora. --- Preguntó alarmada mientras ponía la bandeja a un lado y se aproximaba al oji-azul con la intención de sacarlo, pero el rubio no tardó en intervenir.

--- E-Es un amigo... Y es el dueño del hospital ¿Podrías dejarlo quedarse? --- Preguntó haciendo énfasis en que era el dueño. La chica de inmediato se alarmó y retrocedió unos pasos pero se mostraba dudosa frente a la veracidad de aquello.

--- ¿Por qué debería creer eso...? ---

--- ... --- Kaiba estaba algo sorprendidó, era relativamente famoso en Dominó por lo que no creyó que hubiera alguien en Dominó (O Japón) que desconociera su existencia.

--- No eres de aquí por lo que es normal que no lo conozcas pero creeme ¿Si? Hazme este favor. --- La chica suspiro algo fastidiada mientras se rascaba la cabeza.

--- Solo por qué se trata de ti... Pero no hagan ruido, no quiero ganarme un problema. ---

--- ¡Lo prometo! ---

--- Ya que... De todas formas debo ponerte los sedantes Jounochi-kun... ---

--- Ah... Kaiba... --- El castaño no esperó a que le dijeran algo, de inmediato se levantó y tomó asiento en el mueble alejado de la camilla para dejar que la enfermera hiciera su trabajo... Además que según el rubio, esos sedantes eran importantes para evitar un dolor inimaginable proveniente de sus heridas.
No se quejó en lo más mínimo por las agujas, parecía acostumbrado ello preocupo al castaño ya que no consideraba algo así como normal. --- Nee... No me inyectes todas, no quiero quedarme dormido. --- Logró escucharlo a pesar que lo dijese en voz baja...

Su pecho se sintió intranquilo al escucharlo.

No tardó mucho, fueron cerca de 6 minutos, el rubio se despidió de la señorita y quedaron nuevamente solos. Pero algo había cambiado en el ambiente, algo que no tardaría en volverse el tema principal.
Kaiba se levantó para ser el primero en decir algo.

--- ¿Te sedan con mucha frecuencia? ---

--- ¿Ah...? No te escucho Kaiba, estás muy lejos. --- A regañadientes se acercó y tomó asiento. Le incomodaba la cercanía por el hecho de que le agradaba, era extraño de explicar pero por decirlo de una manera le molestaba darse cuenta de que le agradaba algo que antes odiaba... Era como ser infiel a si mismo. Un extraño sentimiento difícil de describir y mucho más de experimentar, en especial para Kaiba que no era muy familiarizado con estos. Tomó asiento a lo que el rubio sonrió alegre, nostálgico por pensar en memorias recientes se sonrojó por las situaciones que invadían su cabeza como si de película se tratara y se reprochaba por actuar como una niñita de secundaria siendo ya un hombre.

Cerró los ojos y apretó con fuerza las sábanas que le cubrían, para luego soltarlo.

--- Kaiba... Gracias por todo lo que hiciste. --- Al decir aquello puso su mejor sonrisa, estaba avergonzado pero realmente necesitaba decir aquello.

--- ¿Que...? ---

--- ¡S-Sin ti no lo hubiera logrado! Casi acaban con migo pero... Si no me hubieras ayudado quizás hubiera muerto debajo del puente de aquel parque... Solo quería decir gracias aunque no sea suficiente para pagarte. ---

Algo malo ocurre con Jounochi-kun. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora