Dejame en paz.

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Una lujosa y larga limusina se estacionaba al frente de un deplorable establecimiento de residencias, de ella bajaron una cantidad absurda de escoltas y al final de estos el CEO de Kaiba.corp con su típica gabardina blanca que volaba con el viento y su gran maletín.

--- ¿Es aquí? --- Preguntó mientras inspeccionaba el lugar de pies a cabeza, obviamente disgustado por lo sucio de este.

--- Si, Kaiba-sama. ---

--- De acuerdo, quiero 4 hombres conmigo. Los demás resguarden la entrada y los alrededores de la limusina... No me extrañaría que tratarán de robarle algo al  auto o asaltarme. ---

--- Lo que diga señor. ---

El oji-azul siguió su camino y trató de avanzar lo mejor que pudo sobre aquel piso oxidado y húmedo. A cada paso un crujido aparecía y ese constante/desagradable olor a humedad o licor que abundaba en el aire invadían como cuchillos su refinado olfato para nada acostumbrado a un ambiente de ese tipo. Nunca le preocupaba llamar la atención fuera donde fuera, pero ahora se replanteaba si hacerlo en este sitio era realmente una buena idea.
Subiendo unos cuántos pisos mas pudieron escucharse ruidos provenientes de un departamento en específico, como si fuera saqueado. Kaiba asintió y sus guardias irrumpieron en el apartamento asegurando el perímetro para que el CEO estuviera seguro.
En una de las esquinas de la habitación un hombre alto de cabellera rubia y alborotada levemente sucia de quién sabe que, medianamente fornido y con ropas sencillas bastante demacradas, buscaba con desespero de entre un montón de basura.

El castaño no pudo evitar hacer la broma de "La maldición del gen perruno".

--- ... Señor Katsuya. ---

--- ¿Q-Quien es? ¿Cómo entraron? --- Preguntó notablemente desorientado. Como si se mantuviera en un constante estado de trance.

El castaño chasqueó los dedos y sus guardias de inmediato arremetieron contra el hombre, inmovilizándolo en el suelo, Kaiba por su parte se tomó su tiempo para inspeccionar el pobre apartamento a pesar de los gritos de aquel hombre preguntando por su intromisión, caminó por un pequeño pasillo en el que habían 3 puertas, 2 habitaciones y un baño. Una de estas con una cama un tanto vieja y un ventilador casi que destrozado, un baño muy sucio que apestaba por lo que decidió ignorarlo lo más que pudo y al final llegó a la última habitación, la que apuntaba a ser de Jounochi.

Sorpresivamente era la que menos apestaba a su criterio, tanto figurativa cómo literalmente.

Entró a esta y vio el triste panorama. Había una ventana rota por la cual entraba una muy leve brisa... Un futón sucio y viejo que estaba cortado, le habían sacado el relleno de una manera muy torpe. Las salientes de ese pequeño armario habían sido sacadas todas de su lugar, libros escolares abiertos, con hojas rotas y sucios de polvo, no había ropa y habían muy pocos cuadernos. En las paredes habían muchos dibujos mal hechos aparentemente de un Jounochi infante, y planteaban algo bastante triste, como el que su padre bebiera y le pegara o lo solo que se encontraba en la escuela, los problemas en los que se metía, contando los días cuál prisión Dibujos con su hermana...

A punto de irse diviso en el suelo algo que le dolió, una carta de duelo de monstruos doblada y maltrata que amenazaba con salir volando debido al viento que entraba por la ventana. Al recogerla graciosamente era el mago del tiempo cosa que le hizo rabiar nada mas verla ya que le recordaba la sucia y mala estrategia que Katsuya acostumbraba a usar con ella... Pero ¿Por que se encontraría en ese estado? La tomó y guardo en su billetera para después desalojar la habitación.

--- Bien... Vi lo que tenía que ver. Ahora quisiera hablar con este borracho de mierda. --- Por alguna razón estaba enojado con aquel hombre, que aparentaba estarse volviendo loco.

Algo malo ocurre con Jounochi-kun. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora