Me siento al lado de Killiam.
- ¿Cómo te encuentras?
- Bien - miento, y supongo que él sabe que es así. En mi interior siento un ardor que me recorre, como la lava de un volcán que quiere explotar y enseñarle a quienes lo rodean la fuerza y energía que por tanto tiempo había acumulado en su interior. Pero tengo que disimular todo esto, tengo que intentar integrarme y por una vez en mi vida llevar una vida tranquila, pero también necesito saber quién soy, qué se esconde en mi interior.
Hago los ejercicios sin abrir la boca en lo que queda de clase. Cuando suena el timbre suspiro de alivio porque por fin ha acabado el día. Como empecé el colegio a mediados de semana, mañana ya es sábado.
- Te acompaño a casa.
- No hace falta Killiam, gracias.
- No era una propuesta - dice sonriendo - quiero asegurarme que estás bien.
- Está bien...
Caminamos y a los pocos minutos, empieza a llover con gran fuerza. Me gusta cuando llueve, es uno de los fenómenos de la naturaleza que más me fascina. Killiam se cubre con su chaqueta, pero yo quiero mojarme.
- Te echo una carrera hasta mi casa, es aquella del final de la calle - le propongo.
- Vas a coger un resfriado...
- ¡Cobarde! - le grito en broma.
- ¡No me ganarás! - y empieza a correr.
- ¡Vaya atleta más tramposo! - intento alcanzarlo. Me salpico con las charcas de agua de la acera y siento todo mi cuerpo húmedo.
Killiam frena un poco su paso para que pueda correr a su lado y me agarra la mano hasta llegar a mi casa. Busco las llaves en mi mochila y entramos.
- ¿Alana? - mi madre está en casa.
- Em..., sí.
Baja las escaleras y cuando nos ve abre la boca.
- Pero si estáis empapados, ¿cómo os habéis puesto así? Tenías que haberme avisado que no llevabas paraguas y te iba a buscar.
- Lo siento, pensé que hoy trabajabas.
- ¿No me vas a presentar a tu amigo? - dice señalando a Killiam.
- Sí, este es Killiam.
- Hola - saluda.
- Hola, os traeré unas toallas.
Nos envolvemos en las toallas y nos sentamos al lado de la calefacción mientras merendamos, mi madre ha hecho unos batidos calentitos que sientan genial. En esta época del año ya hace bastante frío.
- Siento haber hecho que te mojaras - me disculpo.
- Da igual - dice sacudiendo su pelo - ha sido divertido, además, si me pongo malo serás tú quien tendrá que aguantarme - se queda un rato largo observándome.
- ¿Qué? - se encoge de hombros - no me mires así.
- Es como miro a todo el mundo.
- Ya a parado de llover, ¿quieres que te lleve mi madre en coche?
- ¿Me estás echando?
- No, no, claro que no. Solo era por si querías irte, quizás quieras cambiarte o simplemente tendrás cosas más importantes que hacer que estar aquí conmigo.
- No creo que haya algo más interesante que estar contigo. Eres un pozo lleno de misterios.
- Misterios que pueden ser peligrosos - continúo la frase.
- A mi no me harías daño, te caigo bien - hace una pausa - ¿te caigo bien, verdad?
- Por supuesto.
- Bueno - se levanta - ya que me echas a patadas de tu casa y que no me quieres aquí...
- ¡Vaya exagerado eres! - lo empujo.
- Te llamaré, hasta mañana, dile a tu madre que vendré más veces a tomar otro chocolate - me guiña un ojo.
- Hasta mañana - sonrío.
Se va y yo voy a ducharme y a cambiarme. Tengo frío, así que me acuesto en la cama, me cubro con la manta y me pongo a leer.
Mi madre entra en la habitación.
- ¿Killiam sabe lo que te pasa?
- Me ha visto, sí, pero es buen chico, además, nadie sabe lo que me pasa.
- Ya lo sé cariño, ten cuidado.
- Tengo miedo.
- No puedes tener miedo de ti misma.

ESTÁS LEYENDO
Sairy
FantasySi no sabes qué eres ni de dónde, ¿cómo vas a encajar con la gente "normal"? ➡➡Historia escrita por mí ©⬅⬅