Capítulo 10

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- Estarás a salvo con los tuyos, recordarás quién eres.

- No puedo dejar a las personas que tengo aquí. Ellos son mi familia, me cuidaron sin conocerme, y si los abandono...

- No son de tu especie. Son seres egoístas.

- Pero "los de mi especie" como tú los llamas no aparecieron hasta ahora, me abandonaron en un bosque y...

- Veo que no sabes nada de lo que ha pasado.

- ¡Pues claro que no sé nada! - digo gritando demasiado.

Un anciano abre la puerta de su del 2°B y me mira extrañado:

- Jovencita, ¿qué haces gritando a las paredes?

- ¿Qué? Yo no grito a las paredes, le estoy hablando a - me giro y Jiaim no está, me ha dejado quedar fatal - em..., lo siento, es que me estaba deshaogando.

- Bueno, pues vete a otro lado, me has despertado de la siesta.

- No era mi intención... - y subo corriendo hasta llegar a mi puerta, entro y cierro con llave.

- Eso no me va a impedir entrar - habla el chico de aire misterioso, vestido de negro y con mirada indescifrable, es imposible saber lo que está pensando en cada momento.

- Vámonos.

- ¿Y si se preocupan por mí?

- Son humanos, no se preocupan por nada.

- No son como nosotros, ellos sí sienten.

- ¿Y tú Sairy?

- Me llamo Alana - lo corrijo.

- Te llamas Sairy, contéstame a la pregunta, ¿tú los quieres?

- No sé muy bien lo que se siente cuando quieres a alguien, pero supongo que sí.

- Suponer no es afirmar - chasquea sus dedos y una nube de un tenue color gris nos envuelve.

Por un momento siento que estoy sola, que estoy cayendo a un agujero sin fondo, pero después veo la figura de Jiaim descender conmigo. Me tiende la mano. Al notar que no reacciono, se acerca a mí y me la agarra. Forcejeo un poco porque no me da muy buena espina este chico, pero es demasiado fuerte, a pesar que no tiene los hombros y espalda demasiado anchos, puede verse su musculoso cuello y brazos. La firmeza con que me agarra me recuerda que yo soy débil.

Mis pies chocan bruscamente con el suelo, gracias a que Jiaim aguanta mi espalda no me caigo. Un suelo de plaqueta azul. Estamos en lo que parece la entrada de una academia, con columnas doradas y estanterías de la misma manera que las puertas.

- Bienvenida a la Academia Hool. Aquí estarás a salvo, eso creo.

Lo miro con cara de extranada.

- ¿A salvo de qué? ¿Podrías hacer el favor de explicarme algo?

- Ese no es mi trabajo, te llevaré con el director de esta academia - Me conduce por los inmensos y fríos pasillos de esta enorme edificación hasta llegar a un despacho - Bueno, yo ya me voy.

- ¿Cómo que te vas? ¿Me vas a dejar sola?

- Desde que hables con Banes vendré a enseñarte esto.

Entonces me quedo yo sentada en una silla de madera recubierta con pelo rojo. Aquí la decoración es extraña. Esperando, miro a ambos lados hasta que por fin aparece:

- Buenas Sairy - tiene el pelo castaño canoso, tendrá unos cincuenta y tantos años. Su piel es blanca y sus ojos oscuros, pero con rasgos amistosos - entiendo que tienes que estar algo confundida, y más que lo estarás después de todo lo que te tengo que contar, pero tómatelo con calma. Mi nombre es Banes y soy el director de la Academia de las Guardianes.

- ¿Academia de las Guardianes?

- Sí, a cada guardián se le encarga una tarea, proteger a una persona o grupo de personas. Pero es mucho más complicado que eso, porque además de guardianes, existen los canceberos, que son una especie de sombra malvada de nosotros mismos que solo se desarrollan cuando escondes algo oscuro en tu interior. He escuchado que ya has tenido que pelear con algo parecido a eso.

SairyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora