Se levantó con pesadez.
Sentía que su cuerpo estaba agotado, como si diez toneladas de sacos de harina hubiesen caído encima suyo de forma repentina. Miró hacia un lado y el vacío de la gran cama en la que se encontraba lo hizo sentirse solo. Caminó hasta la sala de estar y se encontró con Jeon dormido en el sofá, lo más encogido posible para poder caber en el sillón.
Justo como un pequeño perrito abandonado en medio de la lluvia.
Lucia terriblemente incómodo y muerto de frío.
- ¿Por qué me diste tu cama? si tú eres mucho más grande. - Suspiró mirándolo, detenidamente. - No tenías que. - Observo como la luz de la luna seguía haciendo presencia, apuntando en la cara del más alto. La blanquecina luz se reflejaba en la piel del pelinegro, destacando cada detalle específico de su piel. YoonGi se acercó hincándose sobre sus tobillos y abrazando sus piernas, para admirar como el pelinegro dormía tranquilamente. Llevó una mano debajo de la nariz para asegurarse de que sólo respiraba tranquilamente y no estaba muerto, para luego deslizar un dedo por su cara, sintiendo el tacto de la suave piel de Jeongguk.
Un cosquilleo inocente le recorrió el cuerpo al darse cuenta que estaba prácticamente rompiendo todo espacio personal. Cerró sus ojos recargando su cabeza en el brazo del sofá y se acomodó mirando al policía dormir.
El frío del ambiente comenzaba a colarse en su cuerpo debido a que solo estaba vestido con un pijamas antiguo de Jeongguk. El olor masculino a colonia y algo más, era algo que constantemente percibía mientras dormía, y que de alguna manera lo relajaba. Se abrazó a si mismo un poco más, esperando que su cuerpo generara más calor. Luego, procedió a acomodarse mejor, dejándose llevar por su cansancio.
Entonces todo se apagó en su cerebro y la poca atención que tenía hacia su alrededor, se apagó completamente, dejándolo a oscuras para caer en el sueño.
Un par de horas después se despertó con un terrible dolor en la espalda porque la posición en la que se encontraba no había sido la mejor idea.
El sol amenazaba con entrar por las rejillas de las persianas junto al sonido de los pájaros anunciando la mañana.
Era el digno paisaje del comienzo de un nuevo día.
YoonGi frunció el ceño, mirando la posición en la que se había quedado, recordando todos los acontecimientos que habían sucedido en la madrugada.
Se levantó del lugar observando a Jeongguk dormir plácidamente con total serenidad en su rostro. YoonGi se quedó quieto observando cada detalle de su rostro, como si fuera una pequeña obra de arte.
¿Los humanos realmente descansaban cuando dormían en lugares tan incómodos?
- Me gasto. - Susurró el cuerpo en el sofá con una voz ronca y desgastada debido al no uso durante la noche. El pelinegro se acomodó para quedar de lado y abrió los ojos encontrándose con un par de iris de color cristalino que lo miraban atento. - Esto está a un pelo de ser aterrador.
- Lo siento, me distraje viendo tu cara. - Contestó sincero mientras se sentaba en modo de indias. - Tienes una piel muy bonita, hasta podría decir que es digna de un dios. - El pelinegro sintió como sus mejillas se coloreaban a medida que escuchaba las palabras salir de aquella boca rosada. - Sin duda los humanos han mejorado sus visuales.
- Eres un descarado, ¿Cómo se te ocurre andar diciendo esas palabras así a la loca? - Se cubrió su rostro tratando de ocultar su repentina vergüenza.
- ¿Está mal decir lo que pienso sobre los demás? - preguntó moviendo su cabeza en un gesto inocente. Jeongguk se quitó las manos de su cara y miró al ángel quedarse un momento en silencio, esperando la respuesta por parte suya.
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Estúpido cupido [KookGi]
Romance- Entonces esperas que me crea toda esa mierda de que eres un Angel del amor y que tú única intención era enamorar a la gente. El chico de cabellos blancos asintió con total seguridad de sus palabras. - No me vengas con cuentos, dime tu nombre angel...