Jeongguk estaba totalmente estático, su corazón latía con fuerza, y se encontraba con los ojos totalmente abiertos. Los labios de YoonGi seguían en los suyos en un toque inocente, y que a la vez era torpe. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus orejas eran completamente rojas.
Una corriente de electricidad corrió por su columna, provocando que su estómago diera un vuelco y sus oídos se agudizaran. Todos sus sentidos despertaron de un golpe, en un choque eléctrico, como si por uno segundo pudiera sentir lo que era ser omnipresente. El sabor singular de los labios de YoonGi saboreaban los suyos en forma de un caramelo prohibido, uno que ni los cielos sabían de su existencia.
La sensación de su cuerpo conectado a el cuerpo del Dios por medio de aquél delicado roce, era algo que nunca había sentido antes, un clic que no había escuchado nunca.
Era una flor que nunca en su vida había visto florecer.
El sonido lejano de una voz llamándolo le llevó a un momento de ensueño. Su alrededor se distorsionó en una forma rápida pero persistente. El azulado oscuro del cielo se transformó en un claro celeste vespertino, en donde las montañas los rodeaban con tranquilidad. El aire puro atravesaba sus pulmones en un abrazo de naturaleza y el canto de los pájaros envolvía su audición en un sonido angelical antiguo.
— ¿Cuál es el motivo de que me mandara a llamar aquí, Jeon? Podrías haberlo hecho en cualquier otro lugar.
— ¿No crees que es una linda noche? — sonrió ignorando sus palabras mientras observaba el horizonte, con el agua moviéndose tranquilamente.
— ¿Qué sucede, Jeongguk?
— Te amo. — Saladas lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas. — Pero temo que...no puedo darme ese lujo de amarte YoonGi...porque
— Jeon...— YoonGi se acercó a él tocándole la cara. — yo también te amo, eres mi pareja...— Susurro mirándolo con un brillo profundo en sus pupilas. — Si dices todo esto por mi padre, sabes que no me importaría ir lejos de aquí por ti.
— No, no es eso, es solo que lo nuestro está destinado a fracasar, no podemos estar juntos — juntó sus frentes —...yo no soy quien crees... — Susurro con el dolor en su pecho como si le clavaran una flecha directamente en el corazón. — Yo...
— No lo digas...si por eso me vas a dejar, no lo hagas. — susurró agarrando sus labios, besándolo. — Por favor...
— ¿Qué fue eso? — Se separó de él mirando los vidriosos ojos del más palido, tocándose sus labios. En ese momento, todo a su alrededor volvía a la normalidad. YoonGi ya no tenía el cabello negro, sino que ahora lo tenía blanco como siempre. Jeongguk se detuvo unos segundos procesando la escena que acababa de ver, tratando de entender el por qué se había sentido tan real, tan real como el beso que YoonGi le había dado originalmente. — YoonGi, si esto es otra de esas cosas de querer hacer lo que viste en la televisión, realmente no me parece gracioso, no puedes ir besando a la gente así como así, no es correcto. — Le regañó.
— ¿No te gustó? — Preguntó y el dolor que tenía en el pecho se esparció creando un nudo en su garganta.
— Claro que sí, o sea no sé ¡¿Por qué lo has hecho?! YoonGi, no hay...
— Creo que es mal momento para aparecer. — Una voz diferente se escuchó y ambos giraron sus cabezas hacia la derecha para observar a un par de ojos rojos que tenían detalles dorados brillando en la oscuridad como grandes faroles eternos. — He encontrado algo. — Dijo una vez que se encontró con los ojos color hielo de YoonGi, dándose cuenta que en ese segundo estaban más cálidos que nunca
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Estúpido cupido [KookGi]
Romance- Entonces esperas que me crea toda esa mierda de que eres un Angel del amor y que tú única intención era enamorar a la gente. El chico de cabellos blancos asintió con total seguridad de sus palabras. - No me vengas con cuentos, dime tu nombre angel...