2.- Encuentro.

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Caminó soslayo por los grandes pasillos de un color marfil. A los lados era decorado por grandes pilares blanquecinos de un estilo antiguo parecido al estilo barroco¹, que le recordaba cuando solía trabajar por el Mediterráneo, cerca de Grecia. Habían sido buenos tiempos.

Siempre le había gustado trabajar en lugares hermosos relacionados a la cultura griega, por lo que cuando le dijeron que debía atender asuntos en Asia, se deprimió complemente. ¿Acaso sus lacayos no podían hacer nada sin él?

Era totalmente irracional que su deidad le haya transferido de un lado a otro. Se supone que él mismo era un dios, debería poder obtener algún tipo de autonomía en la toma de decisiones, o en donde quería permanecer. Y aunque Corea fuera su lugar de origen, según decían la deidades que le rodeaban, por sus rasgos faciales realmente fuertes, no se sentía muy a gusto ahí.

En Grecia vivía en un gran templo que los propios humanos habían construido para la diosa del amor, Afrodita. Y a decir verdad, le hubiera gustado ver la cara de esos seres al darse cuenta que su "diosa" no era nada más y nada menos que un chico y que su nombre era Min YoonGi.

Al llegar al final del pasillo se detuvo frente a un gran portón con fierros de oro y con un aspecto tan impotente que daba la sensación de temor.

Había llegado.

Abrió el portón, sin tener que tocarlo, y se adentró a través del vacío pasillo por una roja alfombra que daba hacia el lugar donde se encontraba la presencia más poderosa. Dos soldados se encontraban a cada lado de la puerta para la seguridad de su deidad. Les hizo una señal de saludo y suspiró para adentrarse en el lugar, pero una mano lo detuvo a medio camino. YoonGi dirigió su mirada al partidario de la acción que se ubicaba detrás de él y se encontró con un chico de cabellos rubios, piel blanca como la nieve y unos carnosos labios color carmesí. Este le miraba con intensidad, su agarre era tembloroso. Sus ojos violetas brillaban con destello de preocupación.

― Está muy enojado. ― El pelirrubio lo miró con compasión. ― Le ha gritado incluso a Hoseok. ― YoonGi lo miró desinteresado y siguió su camino evitando todo contacto con su amigo. No era como que no le estuviera prestando atención, pero se sentía tan nervioso, que lo único que quería era llegar a la presencia de la entidad suprema.― ¡Suerte! — El chico le gritó desde atrás y YoonGi se aferró con toda pasión a esas palabras.

― Eso espero, Seokjin. ― Le contestó y atravesó la gran puerta de madera encontrándose con un salón espacioso. En el medio se hallaba un trono de oro forjado con finas hebras del mismo. Tenía decoraciones excéntricas, de un diseño clásico. En este, la imponente figura de una mujer de piel blanquecina y cabellos oscuros le miraba fijamente.

YoonGi se sintió como un insignificante bicho ante la mirada de su deidad.

― YoonGi, debo suponer que sabes por qué has sido convocado. ― Con una de sus manos acarició el trono con autoridad, que a simple vista parecía un simple gesto de seducción, pero para los que conocían ya a aquella entidad, sabían perfectamente que el gesto era una señal de enojo.

― Ha cambiado de nuevo su aspecto.― Comentó con desaprobación al ver el nuevo aspecto de su deidad. No era que le desagradaba el aspecto femenino, sino que, había cambiado tantas veces de apariencia en estos últimos milenios, que YoonGi sentía que no podía desarrollar suficiente apego a la figura de su deidad.

― Supongo que es un gran favor para una especie que ha sido torturada por años de ser la figura pública de un dios. ― Sonrió mostrando una sonrisa de corazón. ― Además, me gusta esta apariencia, es perspicaz y astuta. Las mujeres son conocidas por tener apariencia sublime, pero ser de una actitud empoderada. Hoy en día sin duda se han vuelto un sexo merecedor de su reconocimiento en su fortaleza, del cual se les fue arrebatado injustamente. ― Lo miró con sus potentes ojos oscuros― hasta podría decir que una mujer como imagen de deidad, es mucho más impotente que la de un hombre. ― Hizo una breve pausa ― De todas maneras, no has venido aquí para hablar de mi apariencia. —YoonGi bufó sabiendo que su truco de desviar el tema no le había servido. ― ¿Comprendes la gravedad de haber fallado? ― YoonGi asintió afligido ante las palabras de la deidad. ― Has fallado como deidad del Lazo. No solo has provocado que un destino se desviara, sino que tres y quizás más, no se sabe con relevancia, ya que, pueden aumentar con el tiempo. ― YoonGi abrió su boca para excusarse pero su deidad le dio una mirada feroz. ― No puedes cometer este tipo de errores.

Estúpido cupido [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora