XIV. El otro heredero

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Te sentarás en un trono de huesos

La sangre de tus enemigos correrá por tus dedos

Deberás comenzar a destruir

Provocar el caos para el que fuiste creado


Si no supiera lo que en verdad pasaba, Naomi podría creer que Opal tenía resaca.

La chica egipcia estaba sentada en el comedor del castillo con Naomi a su lado, usando unas gafas de sol para ocultar el cambio en sus iris del resto de los hechiceros, tal vez creía que, si los hechiceros notaban su cambio, perdía poder. Se acariciaba las sienes y murmuraba cosas en rumano.

Se veía muy molesta, gruñía en medio de sus murmuraciones y aún no se había limpiado la sangre de sus manos.

Caillic estaba gruñendo también, yendo de un lado para otro, tratando de contactar con más de sus hechiceros.

—Las sirenas no responden —gruñó la hechicera.

—¡Busca otra forma! —exclamó Opal y los ojos violetas de Caillic se oscurecieron. Una forma de magia, como un tipo de látigo, salió de su mano y fue directo a Opal. La chica la detuvo con su mano.

—¡No me irrespetes! —exclamó Caillic.

—¡Haz algo, entonces! Va a salirse de control.

—No entiendo por qué estás tan preocupada, puedes tomarlo enseguida nuevamente. Para algo rompí las cadenas —Opal hizo una mueca— ¿Margot?

—Tienes razón... pero es... es frustrante y aún logra detenerme. Ella tiene mucha fuerza. Puede que yo tenga el control, pero ella lucha y no podré hacer un trabajo correctamente si no tengo el control total.

—Laveau se encargó de hacer lectura de mentes a todos, así que debió haberse deshecho de los traidores, por lo que será difícil conseguir aliadas sirenas —La bruja quedó en silencio, como pensando, y luego miró a Naomi— ¿Cómo te libraste de eso? —Naomi se encogió de hombros.

—Menor de edad en ese momento —La bruja entrecerró los ojos como sospecha y Naomi frunció el ceño— ¿Ya terminaron de discutir? ¿Hicimos un buen trabajo o no? —Caillic suspiró y se frotó la sien con exasperación.

—Sí, fue un grandioso trabajo. Pero esto también es importante —Opal hizo un ademán con la mano.

—Estoy bien, fue un ataque de pánico —Se quitó los lentes y se frotó los ojos—. Naomi lo hizo fantástico, pero tenemos un problema: La reina como que les está dando a todos muñecos vudú para llamarla —Naomi se cruzó de brazos.

—Pude destruir el suyo antes de que invocaran a la reina —dijo Naomi—. Si lo hubieran hecho, la pelea hubiera durado más —Los hombros de Caillic temblaron y luego soltó una risa.

—Esas son buenas noticias, chicas —comentó la bruja apoyándose en una de las sillas del comedor—. Tenemos a Marie contra la espada y la pared. Me encanta —Se levantó y señaló a Naomi—. Ya cumpliste con un buen trabajo, Naomi. Ven, te tengo una recompensa.

Naomi gruñó, se sentía tratada como un perro, pero aun así siguió a la bruja. Notó que Opal se quedó atrás.

—Déjala, necesita recargarse —comentó Caillic—. Margot es un defecto de fábrica, por decirlo así. Si hubiera sabido que podía crear más híbridos artificiales, ni siquiera me hubiera puesto el trabajo de hacer que reencarne. Sin embargo, la fuerza destructora de Margot es necesaria para mi victoria. Pero a quien considero mi obra maestra es a tu hijo.

Dama de la noche [Los traidores #2] «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora