XXV. Espera

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Podrían pasar más de mil años,

que yo siempre estaré a la espera.

De tu amor, de tu llamado,

y correré de inmediato a tu lado.


Mayo de 2017

Había dejado una ventana abierta para que la brisa de la primavera entrara un poco a la habitación, pero Anna a mi lado gruñó por el sonido de la brisa así que tuve que ir a cerrarla.

Volví a mi cama; aunque no durmiera, mi hermana había insistido en dormir conmigo y bueno, yo no podía decirle que no.

A veces, no dormir en la noche tenía sus desventajas. Debías encontrar algo que hacer o si no, te quedabas como yo, mirando mi teléfono mientras el codo de Anna me apuñalaba en las costillas. Nefity no tardó en acomodarse nuevamente en mi pecho en una bola.

Opal me había pedido el favor de cuidarla, dado que era posible que no dejaran llevarla a Egipto. Había aceptado con gusto, feliz de tener un pedacito de ella a mi lado, además de la insinuación que me había hecho.

—Es como un tipo de... depósito —Ella estaba acariciando el lomo de la gata que había tomado mi cama como su territorio—. Preguntaré por ella y si te llamo, la llevarías.

Le había sonreído con gusto.

Solo que Opal no me había llamado a mí directamente. Me preguntaba sobre Nefity a través de Matthew, pero no me molestaba porque lo entendía. Entre menos supiera de mí, más aclaración tendría sobre sus sentimientos.

Opal quería volver a una vida normal, o lo más normal para una sirena. Quería perder contacto conmigo porque nosotros estábamos unidos por Duncan y Margot. Nos amamos porque ellos lo hicieron.

No fue nuestra decisión, fue el mero destino de dos traidores que se amaron en el pasado y sus almas encontraron refugio en nosotros.

Supongo que quería saber si aún sin ellos, podíamos estar juntos.

Si nos amábamos siendo nosotros mismos, no ellos.

Y no había mejor forma que ver si anhelabas tanto a la otra persona cuando estaban apartados.

Yo la anhelaba mucho.

Anhelaba sus labios, sus ojos, su sonrisa.

Todo de ella.

Bajaba lentamente en las redes sociales, viendo cómo todo el mundo volvía a un mundo normal luego de un año de la guerra.

La guerra que causó muchas pérdidas, que provocó la muerte de mi madre. Y que Opal se alejara de mí.

Pasé una foto de Tenshi y Miriam en una de sus citas. Luego una de Matthew dormido que había subido Nilton y solté una suave risa con tal de no levantar a mi hermana. Todos estaban viviendo de una manera tan normal que no parecía que hubiéramos estado a punto de morir.

Pero fue hace un año.

Todos tenían que volver a la normalidad ¿no?

Mi navegación fue interrumpida cuando apareció un número en la pantalla de mi teléfono. El aviso de una llamada de un número que no tenía registrado.

Un número que ni siquiera era del país.

Mi mano tembló un poco al contestar.

—¿Hola? —contesté.

—¿Alex?

Aquella voz había estado anhelando escucharla hace mucho tiempo. Era una voz suave, que me hizo cosquillas en el oído aunque estuviera tan lejos.

Era Opal.

—Opal... —murmuré.

—¿Cómo... Cómo estás? —preguntó ella notablemente nerviosa.

«Te extraño tanto.» quise decirle.

—En estos momentos, acostado en mi cama siendo apuñalado en las costillas por el codo de Anna y con Nefity sobre mi pecho —comenté. La escuché reír. Era una risa suave y hermosa, tal y como la recordaba. Podía verla claramente en mi mente— ¿Y tú? —Le pregunté.

—Bueno, aquí es de mañana. Me preparo para irme a la universidad.

—Oh ¿Cómo te está yendo?

—Oh, bien, es muy bello aquí —Hubo un corto silencio. Tenía la pregunta en la punta de la lengua, pero temía preguntar porque me aterraba su respuesta— ¿Y tú?

—No estudio. Me tomé un año. Además, trasladarán al Clan en unos meses...

—Oh... eso es... increíble —Había algo en su voz. Cómo si ella también quisiera hacer la pregunta, pero también temiera la respuesta.

Decidí atreverme.

—¿Lo pensaste? —Solté enseguida y pude escucharla exhalar de alivio del otro lado.

—Sí —respondió. Tragué en seco.

—¿Y qué decidiste?

—Alex... ¿Te gustaría venir conmigo?

Era la pregunta que más estaba esperando en la vida. Era la pregunta con la que soñaba escuchar.

Porque sabía mi plena respuesta, porque la estuve practicando, hasta guardando el dinero necesario para eso y pidiendo el permiso a la Reina de irme si Opal me llamaba.

Tardó un año. Pero se entendía el porqué.

—Me encantaría —Le respondí. Pude escucharla reír del otro lado. La risa suave que tanto amaba.

—¿Te espero?

Aparté a la gata de mi pecho suavemente y me levanté con cuidado para no despertar a mi hermana, con la intención de comenzar a empacar y reservar el primer vuelo en la mañana para El Cairo. Observé la fotografía que tenía de Opal en mi nochero mientras escuchaba su suave respiración del otro lado del teléfono, esa que veía todas las noches sin falta y rezaba a dioses que no adoraba para que ella me llamara.

—Espérame —contesté.

El corazón me latía de forma incontrolable.

Dama de la noche [Los traidores #2] «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora