XVIII. Aquel al que no se amó

380 52 86
                                    

Así como no me amaste,

he de tomar mi venganza.

Así como no me amaste,

he de mostrar mi dolor.

Con sangre, con muerte.

Oh, mi querida,

haré que sufras lo que yo sufrí.


«Las manos de Margot temblaban, las lágrimas querían comenzar a correr por sus mejillas, pero ella lograba evitarlas.

La mano de Duncan estaba sobre la suya, brindándole tranquilidad mientras pasaba las páginas de aquel libro.

—Estoy seguro que escuché sobre eso, hay hechizos que podrían ayudarnos —dijo el vampiro. Solo tenían hasta el amanecer para encontrar algo que les ayudara. Margot estaba segura que Francisco no tardaría en ir a buscar a su manada al notar que nadie contestaba al llamado, dado que su padre no iría a la reunión con él al día siguiente.

Estaban todos muertos.

—No debí matarlos hoy —comentó en un sollozo la chica—. No... no debí matarlos. Soy un monstruo, Duncan. Soy un monstruo —Duncan dejó el libro y tomó la mano de Margot para llevarla a sus labios.

—Tranquila, draga mea —Besó la mano de la chica—. Encontraremos la forma de controlar esto —Las lágrimas comenzaron a desbordarse y Duncan se acercó para secarlas. Margot lloró de los nervios, de furia, de dolor. Era una extraña mezcla de sentires en su corazón.

Duncan continuó buscando algo, algún hechizo que sirviera para controlar la furia de Margot cuando halló algo mucho mejor.

—Uniti suflete —murmuró el chico. Margot lo miró—. Une nuestras almas, de forma literal. Me permitirá controlarte...

—Hagámoslo —aseguró Margot enseguida. Duncan la miró.

—Margot... no quiero tenerte como una muñeca que va a mi antojo.

—No quiero ser solo una máquina de matar. Comenzarán a buscarnos y es posible que me salga de control —Ella le tomó las manos—. Por favor, necesito alguien que me controle.

Duncan suspiró y asintió.

—Margot, ¿En verdad estás dispuesta a entregarme tu alma y tu libertad de esta forma? —La chica le dió una dulce sonrisa y le acarició la mejilla.

—Amor mío. A ti te entrego lo que desees. Incluso hasta mi vida —Duncan besó sus manos y luego la tomó de la barbilla y la besó en la boca.

—También te entregaría todo de mí —murmuró pegado a sus labios.

Tomó el libro, asegurando la página y lo puso bajo su brazo. Él y Margot salieron de la biblioteca, dispuestos a desaparecer enseguida, para nunca más ser vistos.

—Espera —dijo Margot deteniendo el camino del vampiro. Duncan la miró y tembló ante la mirada amarilla de la chica—. Quémala —dijo.

—¿Qué?

—Quema la biblioteca, Duncan. Es lo mejor —Duncan tragó pero asintió.

Confiaba en Margot. Haría todo lo que ella le pidiera.»

Dama de la noche [Los traidores #2] «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora