Alma del inframundo.
Aparece ante tu amo.
Aparece ante el llamado.
Que necesitamos de tu ayuda.
Alma del Inframundo.
Renace desde tu sufrimiento.
Renace desde tus cimientos, y déjate ver.
Zia era muy parecida a Chione, de eso estaba seguro. Había visto sólo algunas fotos de la madre de Opal y podría decir que eran casi idénticas. La sirena no despegó la vista de mí apenas entré y yo me sorprendí de que ella estuviese aquí.
Se suponía que era una reunión de herederos, aunque yo había pecado con traer a Tenshi, pero no podía dejarlo afuera, no siendo que él fue mis ojos aquí mientras yo estuve en Nueva Orleans.
Mia no me lanzó un insulto cuando llegué a su lado. Bien, eso era un avance.
—¿Confías en ella? —Le pregunté en un susurro cuando pasó por mi lado. Mia rodó los ojos y apartó el pelo de su hombro hacia atrás.
—Es inofensiva, imbécil —contestó ella, hablé demasiado rápido, aunque cabía decir que me era algo realmente familiar y tranquilizante escucharla insultarme—, además, puede darnos respuestas —Asentí.
—Confío en ti, entonces, harpía —Le respondí. Mia arrugó su nariz y volvió a su asiento. Pude notar que una sonrisa adornaba su rostro.
Zia se veía incómoda ante mi mirada, sin embargo, luego sus ojos dorados tomaron firmeza y me miraron de arriba para abajo, como si ella supiera quien era yo.
Amelie estaba a su lado, jugando con la rosa que estaba creciendo en la punta de su cabello rubio, siempre distraída, pero ante el intercambio de palabras mías y de Mia levantó la mirada y me brindó una sonrisa.
Matthew me lanzó una sonrisa cuando me vio, sus ojos de diferentes colores llenos de alivio. A su lado, extrañamente cómodo, estaba Nilton que me hizo solo una señal con la cabeza.
Esta reunión era algo parecida a la que tuvimos antes de la batalla de la reserva, se sentía aquella incomodidad de una batalla que se avecinaba.
Tenshi y yo nos sentamos en el sillón y suspiré.
No sabía ni como comenzar, no sabía ni que explicar.
—¿Avanzaste algo mientras estabas con la Reina? —preguntó Nilton antes de que yo abriera siquiera la boca. Asentí y acepté el cigarro que Tenshi me ofreció.
Antes de comenzar a contar, señalé a Zia.
—Ella debe hacer el pacto de sangre —comenté encendiendo el cigarro. Los ojos de Zia se oscurecieron con miedo y noté que se puso algo nerviosa. Mia rodó los ojos, de alguna forma iban a terminar saliéndose de sus órbitas de tanto rodarlos, y tomó la muñeca de Zia.
—Estás muy inmiscuida en esto —gruñó la sirena y estiró la mano de Zia. La chica le lanzó una mirada que, en verdad, nadie debía lanzarle a Mia y trató de recoger su mano.
—Tú fuiste la que me trajiste aquí, así que tú toma responsabilidad.
—¡No! Tu maldita manada tiene que ver en todo esto y nos debes dar respuesta.
—¡No puedo dártela! ¿Cuántas veces debo decírtelo? ¡Mi boca está sellada! —Enarqué una ceja viendo a las dos sirenas discutir—. Nada de esto me importa, nada de esto tiene que ver conmigo.
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Dama de la noche [Los traidores #2] «TERMINADA»
VampiriSegunda parte del libro «Príncipe de sangre». « Oh, damisela. Tú que fuiste abandonada, tachada como un fenómeno entre los tuyos... Exiliada por el pecado de amar. Tú que amaste tan intensamente. ¿Ahora vuelves con deseos de venganza? Por la humilla...