XIII. La sirena que lo dejó todo

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Alma del inframundo.

Aparece ante tu amo.

Aparece ante el llamado.

Que necesitamos de tu ayuda.

Alma del Inframundo.

Renace desde tu sufrimiento.

Renace desde tus cimientos, y déjate ver.


Zia era muy parecida a Chione, de eso estaba seguro. Había visto sólo algunas fotos de la madre de Opal y podría decir que eran casi idénticas. La sirena no despegó la vista de mí apenas entré y yo me sorprendí de que ella estuviese aquí.

Se suponía que era una reunión de herederos, aunque yo había pecado con traer a Tenshi, pero no podía dejarlo afuera, no siendo que él fue mis ojos aquí mientras yo estuve en Nueva Orleans.

Mia no me lanzó un insulto cuando llegué a su lado. Bien, eso era un avance.

—¿Confías en ella? —Le pregunté en un susurro cuando pasó por mi lado. Mia rodó los ojos y apartó el pelo de su hombro hacia atrás.

—Es inofensiva, imbécil —contestó ella, hablé demasiado rápido, aunque cabía decir que me era algo realmente familiar y tranquilizante escucharla insultarme—, además, puede darnos respuestas —Asentí.

—Confío en ti, entonces, harpía —Le respondí. Mia arrugó su nariz y volvió a su asiento. Pude notar que una sonrisa adornaba su rostro.

Zia se veía incómoda ante mi mirada, sin embargo, luego sus ojos dorados tomaron firmeza y me miraron de arriba para abajo, como si ella supiera quien era yo.

Amelie estaba a su lado, jugando con la rosa que estaba creciendo en la punta de su cabello rubio, siempre distraída, pero ante el intercambio de palabras mías y de Mia levantó la mirada y me brindó una sonrisa.

Matthew me lanzó una sonrisa cuando me vio, sus ojos de diferentes colores llenos de alivio. A su lado, extrañamente cómodo, estaba Nilton que me hizo solo una señal con la cabeza.

Esta reunión era algo parecida a la que tuvimos antes de la batalla de la reserva, se sentía aquella incomodidad de una batalla que se avecinaba.

Tenshi y yo nos sentamos en el sillón y suspiré.

No sabía ni como comenzar, no sabía ni que explicar.

—¿Avanzaste algo mientras estabas con la Reina? —preguntó Nilton antes de que yo abriera siquiera la boca. Asentí y acepté el cigarro que Tenshi me ofreció.

Antes de comenzar a contar, señalé a Zia.

—Ella debe hacer el pacto de sangre —comenté encendiendo el cigarro. Los ojos de Zia se oscurecieron con miedo y noté que se puso algo nerviosa. Mia rodó los ojos, de alguna forma iban a terminar saliéndose de sus órbitas de tanto rodarlos, y tomó la muñeca de Zia.

—Estás muy inmiscuida en esto —gruñó la sirena y estiró la mano de Zia. La chica le lanzó una mirada que, en verdad, nadie debía lanzarle a Mia y trató de recoger su mano.

—Tú fuiste la que me trajiste aquí, así que tú toma responsabilidad.

—¡No! Tu maldita manada tiene que ver en todo esto y nos debes dar respuesta.

—¡No puedo dártela! ¿Cuántas veces debo decírtelo? ¡Mi boca está sellada! —Enarqué una ceja viendo a las dos sirenas discutir—. Nada de esto me importa, nada de esto tiene que ver conmigo.

Dama de la noche [Los traidores #2] «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora