¿Que importancia tiene una sola persona
cuando sobre la mesa hay miles que podrían perderse?
Todos somos peones, todos nacimos para morir por nuestra gente.
Por nuestro pueblo.
Por nuestra especie.
«Era como si un manto blanco la envolviera. Como si se elevara de alguna forma y su cuerpo se sintiera terriblemente ligero.
Una luz inundaba sus ojos, y lo primero que pensó era que estaba muerta.
Muerta... sí, lo recordaba.
Alex encontrando la mejor solución que el pacto, la muerte y ella iba a aceptarla aunque doliera.
Y luego nada. Margot había vuelto a tomar el poder de su cabeza y su cuerpo, pero ella sentía. Ella sintió el cuchillo atravesando su corazón, ella sintió ahogarse con la sangre y pudo sentir la tranquilidad en el alma de Margot.
La tranquilidad al por fin saberse libre.
Opal había recobrado solo un poco de su cordura para ver a Alex a su lado, llorando y con sangre pintando su piel. La del pacto que nunca habían realizado.
—Cariño... —La voz de su madre resonó en sus oídos y Opal buscó en aquel lugar blanco el sonido de la voz—. Mi vida... —Chione comenzó a aparecer de forma lenta, su piel translúcida tomando color, sus ojos verdes brillaban y su sonrisa era triste. Tomó el rostro de Opal entre sus manos
Opal le sonrió a su madre.
—Mamá —murmuró. Era totalmente diferente a como la había visto por última vez. Muriendo, pálida en sus huesos y ahogándose en sangre.
Chione estaba hermosa, como siempre lo había sido.
La mujer juntó su frente a la de ella.
—Oh, mi niña... —Lloró la mujer— Estás aquí —A Opal le temblaron los labios, sus ojos se inundaron de lágrimas. Tomó las manos de su madre.
—Estoy aquí —respondió.
—Pero no debes —murmuró la mujer separándose de su hija y mirándola a los ojos—. Todavía no es tu hora, mi amor —Opal la miró extrañada. Chione dirigió sus labios hacia la frente de su hija y le dió un suave beso—. Vive, cariño. Aún tienes una larga vida por venir.
Con una última lágrima, Opal cerró los ojos y no escuchó más nada.»
Con una respiración fuerte, Opal abrió los ojos. Sus pulmones ya no ardían, ya no sentía el sabor de su sangre en su boca.
Había un poco de líquido corriendo por su cuello y ella movió su mano para tocarlo. No entendía qué había pasado, no entendía cómo no estaba muerta.
Ella se había sentido morir, ella había estado del otro lado viendo a su madre.
¿Revivió? ¿Cómo?
¿Ese era el plan de Alex? ¿Por eso se había decidido a matarla?
¡Alex!
—¡Alex! —Ella se levantó y miró por la cueva buscando hasta que sintió la sangre bajo sus dedos.
Con temor, bajó su mirada hacia su lado para encontrarse con la vista más grotesca. El grito quedó atrapado en su garganta al encontrar a Alex en su propia sangre, con un cuchillo sobresaliendo de su pecho.
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Dama de la noche [Los traidores #2] «TERMINADA»
VampireSegunda parte del libro «Príncipe de sangre». « Oh, damisela. Tú que fuiste abandonada, tachada como un fenómeno entre los tuyos... Exiliada por el pecado de amar. Tú que amaste tan intensamente. ¿Ahora vuelves con deseos de venganza? Por la humilla...