Capitulo 7
Esta novela no es mía es de la autora Kinley Mcgregor llamada "El escocés domado", adaptada a Inuyasha que tampoco es mío es de la gran Rumiko, y todo es sin fines de lucro.
Capitulo siete
Inuyasha se despertó con un dolor de cabeza tan espantoso que por un instante se preguntó si no lo habría pisoteado su caballo. Sin embargo, cuando trató de moverse y descubrió que tenía las manos y las piernas atadas, comenzó a sospechar algo mucho peor que eso.
Parpadeó para aclararse la vista y descubrió que Kagome estaba sentada a su lado. Con el rostro pálido bajo la mortecina luz del carromato, la muchacha contemplaba la puerta como si deseara poder destrozarla con el pensamiento.
El carromato dio unos cuantos bandazos, haciendo que se golpeara con fuerza las costillas contra el suelo. Apretó los dientes para soportar el dolor.
— ¿Dónde estamos? — gruñó.
Su pregunta la sobresaltó. La muchacha se giró de un salto para mirarlo a la cara. El alivio se reflejaba en cada uno de sus delicados rasgos cuando enfrentó su furibunda mirada.
—Estás despierto.
—Sí. ¿Por qué estoy atado? ¿Lo has hecho tú? —inquirió, aunque sabía que era una idea descabellada.
No obstante, con ella era posible cualquier cosa.
La muchacha pareció ofendida por semejante pregunta.
—Fueron nuestros amigos. Creo que te drogaron durante la comida y después te trajeron aquí dentro y te ataron.
— ¿Y qué estabas haciendo tú entretanto?
—Creí que estabas enfermo.
Inuyasha se dio perfecta cuenta de que había evitado responder a la pregunta.
— ¿No te resultó raro que quisieran atar a un hombre enfermo?
Ella comenzó a removerse, como si estuviera nerviosa. —No me enteré de eso hasta que entré en el carromato y te vi tendido en el suelo.
— ¿Y qué hiciste entonces?
—Traté de salir.
— ¿Y después?
La muchacha alzó un pequeño trozo de tela que había a su lado en el suelo.
—Te quité la mordaza.
No era eso lo que Inuyasha había deseado escuchar. Seguro que había hecho algo más que someterse alegremente a la captura.
—Qué considerado de tu parte. ¿No se te ocurrió quitarme el resto de las ataduras?
—Sí, pero están demasiado apretadas. Necesitaría una daga para librarte de ellas.
Inuyasha respiró hondo y trató de no enfadarse con ella. Después de todo, había cuatro hombres y no le cabía duda de que habría acabado herida de haberse enfrentado a ellos. Al menos de esa forma estaba sana y salva y podía prestarle ayuda.
La culpa era suya por haber bajado la guardia y haberse dejado embaucar. No tenía ningún derecho a descargar su furia con Kagome.
—Busca en el interior de mi bota derecha. Ella arqueó una ceja.
— ¿Llevas una daga?
—Sí. Siempre.
La muchacha extendió una mano hacia su rodilla y le palpó la espinilla.
—En la cara interior de la pierna, Kagome.
Ella vaciló, como si temiera tocarlo de una forma tan personal. Hizo lo que le había pedido con el rostro ruborizado.
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ᴱˡ ᵉˢᶜᵒᶜéˢ ᵈᵒᵐᵃᵈᵒ √ ⅈꪀꪊꪗꪖડꫝꪖ
FanfictionKag había decidido que prefería mil veces tener que pedirle a ese bruto, Inuyasha MacAllister, que le ayudara a huir de Escocía a verse obligada a un matrimonio sin amor. Aún sumido en el dolor que le provocó la muerte de su hermano y la traición de...