10

804 62 12
                                    

Capitulo 10

Esta historia no me pertenece es de la autora Kinley Macgregor y Inuyasha y compañía son de la gran Rumiko y solo la adapto para fines de diversión sin fines de lucro.

AVISO: LEMON, SI SON SUCEPTIBLES HA ESTE TIPO DE TEXTOS ABSTENGANSEN DE LEER.

Capitulo 10

Las palabras de Kagome lo dejaron estupefacto. Había esperado que ella lo rechazara, no que le diera la bienvenida a su cuerpo. Se suponía que no debía desearlo.

Un hombre decente se habría apartado de ella. Pero él no era decente.

Él era rudo y cruel. La clase de hombre que tomaba lo que deseaba sin pensar en el futuro.

Eso era lo que le había causado problemas con Kikyo. Había actuado en el calor del momento y había pagado muy caras las consecuencias.

La decencia le era totalmente desconocida.

Jamás había sido ese tipo de hombre. Había dejado los modales y el refinamiento para sus hermanos, mientras seguía su propio camino sin esas estrictas normas que la sociedad y su madre le habrían impuesto.

En esos instantes deseó conocer las palabras necesarias para explicarle a Kagome lo mucho que ese momento significaba para él. Todo lo que ella significaba para él.

Había pasado mucho tiempo sin ese tipo de consuelo. Demasiado tiempo sin la calidez y la ternura de una caricia.

¿Cómo iba a alejarse en ese instante? Sobre todo cuando tenía su dulce y delicado sabor grabado a fuego en la lengua. El sedoso paraíso de su boca era más de lo que podía resistir.

No era más que un simple mortal; no era ningún santo.

No, jamás había sido un santo.

Inuyasha trazó la curva de sus hinchados labios con la punta del dedo antes de separárselos y besarla apasionadamente.

—Cerró los ojos e inhaló la dulzura de su aliento mientras jugueteaba con su lengua y le recorría el paladar hasta que ella comenzó a gemir y a retorcerse. Ese cuerpo esbelto se apretaba contra el suyo al tiempo que él le desataba las cintas de la camisola.

—Deberías apartarme —dijo, poniendo fin al beso para contemplar esos ojos tiernos e incitantes.

—Quizá, pero siempre suelo hacer lo contrario de lo que debería.

—Sí, muchacha, eso es cierto. Y ésa es una de tus cualidades más adorables.

— ¿Te estás burlando de mí?

—No, encanto, jamás me burlaría de ti.

El corazón de Kagome dio un vuelco cuando él le regaló una sonrisa genuina. El gesto fue inesperado y arrebatador.

Sus ojos brillaban a la luz de la luna. El calor de su cuerpo la rodeaba mientras sus brazos la protegían del húmedo y frío suelo. Su pasión y su fuerza la envolvían.

Y quería más.

De su garganta brotó un gemido gutural cuando Inuyasha regresó a sus labios para besarla con suavidad. Jamás la habían tocado de esa forma. Jamás habría pensado que un simple beso podría llegar a ser una experiencia tan maravillosa.

Y cuando esa mano cálida y áspera se cerró alrededor de su pecho, dio un respingo movida por la excitación y el nerviosismo. El dolor y el placer aguijoneaban su cuerpo mientras una ardiente humedad se acumulaba entre sus piernas.

ᴱˡ ᵉˢᶜᵒᶜéˢ ᵈᵒᵐᵃᵈᵒ √ ⅈꪀꪊꪗꪖડꫝꪖDonde viven las historias. Descúbrelo ahora