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Capitulo 13

Kagome pasó muchas horas con Sango mientras ésta le enseñaba trucos exóticos para seducir a Inuyasha con danzas todavía más exóticas. Aprendió a girar y bambolear las caderas imitando los salvajes movimientos de la gitana.

Se sentía extrañamente sensual y muy femenina mientras aprendía a bailar, y le resultaba muy difícil creer que la madre de Sango le hubiera enseñado todo aquello.

Lo único que Kagome había aprendido de su madre era a comportarse con recato y moderación. A su elegante y pudorosa madre le daría un ataque si se enterara de que estaba practicando semejantes danzas paganas.

Pero si la ayudaban a conseguir la atención de Inuyasha... — ¿Funcionará de verdad?

—Confía en mí —le aseguró Sango—. Los hombres se dejan arrastrar con facilidad por el deseo. Lo único que hay que hacer es mirarlos y, voilá, caen en el bote.

—Sí —respondió mientras pensaba en Kikyo y en el dolor que le había causado—. Ésa es la razón por la que Inuyasha sufre tanto. Tal vez no debería hacer esto —dijo mientras Sango la ayudaba a ponerse uno de sus propios vestidos de escote bajo—. Mi madre siempre me ha dicho que está mal provocar a un hombre.

—Sólo está mal si no se tiene intención de quedarse con el hombre en cuestión.

Kagome se mordió el labio.

— ¿Qué pasa si todavía no estoy segura de quererlo? — ¿No estás segura?

Ella titubeó mientras meditaba el asunto. —Sí... No... Tal vez.

Sango sacudió la cabeza.

— ¿Qué más podrías desear en un hombre? Es guapo y se preocupa por ti. Cuando te mira parece que su propia vida depende de tu felicidad. Daría cualquier cosa por tener a un hombre que me adorara en la misma medida que Inuyasha te adora.

Kagome volvió a morderse el labio, indecisa.

—Sí, tienes razón. Si tengo que casarme, y está claro que tengo que hacerlo, no se me ocurre un candidato mejor que Inuyasha.

—¿A qué viene entonces este ataque de nervios?

—¿Qué ocurrirá si no me desea? Es un hombre al que le complace el silencio y la soledad, y es evidente que yo no guardo mucho silencio.

La gitana ató un tenue velo azul de gasa alrededor de la cintura de Kagome.

—Me pregunto si le gusta o si en realidad es a lo que está acostumbrado.

Kagome frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Sólo me preguntaba si ha elegido esa vida porque le gusta o porque lo obligaron a hacerlo.

Sango se apartó un poco y la observó con una mirada crítica.

—Es posible —convino Kagome—. Yo le sugerí algo parecido, pero no me dijo si estaba en lo cierto o no. —Kagome guardó silencio un momento mientras Sango se disponía a arreglarle el cabello—. ¿Por qué me estás ayudando, Sango? Deberías sentirte escandalizada por lo que estamos haciendo, no participar en ello.

Sango sonrió ante sus palabras.

—La vida es corta, Kagome. Al igual que mi madre antes que yo, creo que se debe echar el guante a lo que se desea mientras se es lo bastante joven para disfrutarlo. Lo único que nos consolará en la vejez son los recuerdos felices, y yo quiero tener unos cuantos. Inuyasha te necesita. Puedo verlo en sus ojos. Eres la única que le hace reír cuando ninguna otra cosa lo consigue. ¿Cómo puede estar mal eso?

ᴱˡ ᵉˢᶜᵒᶜéˢ ᵈᵒᵐᵃᵈᵒ √ ⅈꪀꪊꪗꪖડꫝꪖDonde viven las historias. Descúbrelo ahora