Capitulo 6
Capitulo seis
Esta novela no es mía es de la autora Kinley Mcgregor llamada "El escocés domado", adaptada a Inuyasha que tampoco es mío es de la gran Rumiko, y todo es sin fines de lucro.
Sango se detuvo junto a la hoguera para escuchar a los tres hombres que planeaban el ataque a Inuyasha MacAllister mientras un cuarto los observaba, apoyado contra la rueda del carromato.
Pagan tenía los brazos cruzados sobre el pecho y estaba sentado con esas largas piernas estiradas frente a él, cruzadas a la altura de los tobillos. La larga melena rubia le caía sobre los hombros y el pecho. La luz del fuego le confería un tono rojizo y jugueteaba sobre su atractivo y anguloso rostro. No cabía duda de que era un guerrero apuesto. Alto. Musculoso. Tan serio que resultaba aterrador. Sus ojos azules eran tan penetrantes como los de un depredador al que no se le escapara un solo detalle.
Cada vez que miraba a Sango, ésta sentía el súbito impulso de santiguarse.
Nadie sabía con certeza de dónde procedía ese hombre. Se negaba a hablar tanto de su pasado como de su hogar; un hogar que debía de estar bastante lejos, dado que el exótico acento con el que hablaba resultaba imposible de identificar para ninguno de ellos. La única pista que tenían acerca de su pasado era la extraordinaria habilidad con la que manejaba la espada. Era obvio que lo habían entrenado y que, además, lo habían hecho bien; aunque ni siquiera sabían si se trataba de un caballero o de un antiguo escudero.
Por no mencionar que Pagan no era su verdadero nombre. Era un apodo que Suikotsu y el resto le habían dado tiempo atrás en Tierra Santa a causa de la fiereza de su carácter y del hecho de que nadie le inspiraba temor. Ni siquiera el Señor Todopoderoso.
O eso afirmaba él. Porque, para ser un hombre que alegaba carecer tanto de alma como de respeto por la justicia divina, jamás se quitaba el pequeño crucifijo que colgaba de su cuello.
No llevaba mucho tiempo con ellos. Sólo unas cuantas semanas. Se había unido a ellos en Inglaterra mientras iban de camino al norte, a Escocia. Sango no había estado muy segura de poder confiar ni en él ni en esa aura letal que lo envolvía como una segunda piel, pero Suikotsu lo conocía desde hacía bastante tiempo y había intercedido a su favor.
Y así, después de un pequeño debate, Pagan se había unido al grupo. Formaba parte de él y, sin embargo, siempre se mantenía apartado.
La mirada de Pagan se posó sobre ella mientras Sango permanecía en pie observando a los hombres y fue entonces cuando se percató de que al guerrero le divertían los planes de los tres restantes miembros del grupo tanto como a ella misma. Los labios de Pagan se curvaron en una sonrisa irónica y Sango supo que también censuraba los planes de los tres hombres.
Renkotsu, que era la figura más cercana a un padre que jamás había conocido, sostenía una bolsa ajada y enorme en la mano derecha; una bolsa que la propia Sango había remendado ese mismo día. Tenía el cabello gris alborotado sobre la frente, como si se lo hubiera mesado mientras intentaba convencer a los demás de su postura.
—Yo digo que lo ataquemos por la espalda. —En ese momento miró hacia su derecha y le tendió la bolsa al hombre que estaba junto a él —Shippo, coge esto. Se lo echaremos encima y le daremos un buen golpe en la mollera.
Shippo asintió. No mucho más alto que Sango, Shippo era el músico del grupo. Era tres años mayor que ella y ya había llegado a los veinticinco. Tenía el cabello negro y unos brillantes ojos color azabache. Un hombre guapo al que siempre había considerado una especie de hermano.

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ᴱˡ ᵉˢᶜᵒᶜéˢ ᵈᵒᵐᵃᵈᵒ √ ⅈꪀꪊꪗꪖડꫝꪖ
FanfictionKag había decidido que prefería mil veces tener que pedirle a ese bruto, Inuyasha MacAllister, que le ayudara a huir de Escocía a verse obligada a un matrimonio sin amor. Aún sumido en el dolor que le provocó la muerte de su hermano y la traición de...