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Capitulo 11

Capitulo Once

Sango se despertó justo después del amanecer.

Todo el mundo seguía acostado y no se dio cuenta de que Kagome no se encontraba en su catre hasta que cogió el cubo y se encaminó hacia el arroyo en busca de agua fresca.

Mientras silbaba la nana que le había enseñado su madre, descubrió a Inuyasha y a Kagome, que yacían entrelazados debajo de un manto. Pese a estar prácticamente cubiertos, resultaba evidente que ambos estaban desnudos.

Y no hacía falta ser un genio para imaginarse por qué ambos estaban tumbados y desnudos bajo un manto en mitad del bosque. Esbozó una sonrisa y se retiró de puntillas para no molestarlos. A pesar de todas las protestas de Kagome, la dama estaba enamorada de ese hombre.

Sango sintió una fugaz punzada de celos. Cómo deseaba poder encontrar un hombre a quien amar. Aun así, no permitiría que eso destruyera la felicidad que sentía por Kagome. El amor era algo hermoso y todo el mundo se merecía encontrar a su media naranja.

Ella creía en el amor a primera vista. No, era algo más. Creía en la predestinación. Había alguien para cada cual y algún día encontraría a su amor.

Aunque eso podía esperar.

En esos momentos, Inuyasha y Kagome necesitaban su ayuda. —Ni hablar; esa mirada no.

Dio media vuelta y descubrió a Renkotsu sentado en su catre, observándola.

— ¿A qué mirada te refieres? —le preguntó.

—Tienes alguna travesura en mente, chérie. Por favor, dime que esta vez no tiene nada que ver conmigo.

Sango se echó a reír.

—No, Renkotsu; estás a salvo.

El hombre soltó un suspiro de alivio.

—Demos gracias por las pequeñas bendiciones. Bien, entonces ¿quién es el pez que está a punto de quedar atrapado en tu anzuelo?

—No es asunto tuyo.

Renkotsu soltó un gemido.

—Tienes planeado juntar a esos dos, ¿verdad?

— ¿Y si así fuera?

—Creo que Inuyasha preferiría que lo hubiéramos envenenado en lugar de drogarlo.

— ¡Renkotsu! Él ama a la dama.

—Sango —comenzó a decir con voz irritada—, sé que tienes algo de tu madre en ti. Ella dejó que su corazón la llevara por el mal camino, ¿y adónde la condujo eso? Aparte de ti, lo único que ha conseguido de su descarriado amor es un corazón roto. Todavía espera que tu padre aparezca. ¿Es eso lo que quieres para ellos dos?

—Mi padre no pudo elegir con quién casarse, pero amaba a mi madre y tú lo sabes. Si hubiera sido cualquier otra persona se habría casado con ella.

—Y Kagome está comprometida con otro. ¿No lo sabías? Está tan ligada a él como tu padre a...

—No. Inuyasha no permitirá que ella se case con otro. Lo sé.

Renkotsu sacudió la cabeza.

—No juegues con sus vidas, Sango, te lo suplico. Hago esto sólo porque me dijeron que lo hiciera, pero sabes que estuve en desacuerdo desde un principio. Déjalos en paz.

Sango captó el sentido de la advertencia. Su tío tenía razón. A pesar del amor que sus padres se profesaban, se habían visto obligados a vivir vidas separadas. Sin embargo, no eran los bonitos ojos de una gitana los que habían unido a Inuyasha y a Kagome, sino sus propios actos.

ᴱˡ ᵉˢᶜᵒᶜéˢ ᵈᵒᵐᵃᵈᵒ √ ⅈꪀꪊꪗꪖડꫝꪖDonde viven las historias. Descúbrelo ahora