8

698 60 14
                                    

Capitulo 8

Capitulo ocho

Se frotó la nuca mientras meditaba lo que debería hacer tanto con los gitanos como con el hombre que había ordenado su secuestro. ¿Quién se atrevería a hacer una cosa así y por qué? Tenía que averiguar si tenía un enemigo semejante.

— ¿Qué aspecto tenía ese hombre? — preguntó.

—Más o menos de esta estatura. Suikotsu alzó la mano para indicar que el hombre tendría una altura de un metro setenta aproximadamente.

Demasiado bajo para ser uno de sus hermanos. ¿De quién se trataba, entonces?

¿Quién aparte de ellos ordenaría algo así y mucho menos pagaría por ello? No tenía el más mínimo sentido.

— ¿Tenía planeado encontrarse con vosotros en Drixel? —

Renkotsu hizo un gesto afirmativo con la cabeza—Ése era el plan.

Inuyasha se giró hacia Kagome.

—¿Te importaría que viajáramos con ellos durante un poco más de tiempo?

Inuyasha percibió la indecisión en el rostro de la muchacha. Pero cuando habló, sus valientes palabras lo sorprendieron.

—Siempre estoy preparada para una aventura.

—Entonces, ¿no estás enfadado con nosotros? — preguntó Shippo con voz esperanzada.

Los ojos de Inuyasha se clavaron en él de forma intimidatoria.

—El palpitante dolor de cabeza que tengo no me hace mucha gracia, pero si podéis reprimir el impulso de volver a drogarme creo que podré perdonaros.

Renkotsu le dio unas palmaditas en la espalda.

—Eres un buen hombre, Inuyasha MacAllister. Shippo, trae la cerveza.

Inuyasha sacudió la cabeza mientras los tres hombres se dirigían al carromato en busca de la cerveza y Pagan se quedaba a su lado, junto a Sango y a Kagome.

—No puedo creer que vaya a viajar con unos gitanos— dijo Inuyasha.

Pagan esbozó una sonrisa jocosa.

—Yo me digo lo mismo cada día y, sin embargo, aquí estoy.

Kagome lo miró con una sonrisa.

—Yo lo que no puedo creer es que no estés enfadado con ellos.

Inuyasha se giró y descubrió que ella se encontraba a su lado, mirándolo con un brillo agradecido en esos ojos ambarinos. La luz que iluminaba su rostro conseguía que su piel pareciera incluso más suave, más tangible. Más deliciosa.

Luchó contra el impulso de devolverle la sonrisa.

—Si hubieran sido más competentes a la hora de realizar la tarea, tal vez lo habría estado. Pero teniendo en cuenta las circunstancias, parecen bastante inofensivos. Me limitaré a asegurarme de no beber cerveza hasta que ellos la hayan probado primero.

—Eres un hombre inteligente— afirmó Pagan en un susurro.

Inuyasha enarcó una ceja y miró a Kagome tras recordar su anterior urgencia por salir del carromato.

—Creí que tenías que atender algunos asuntos personales.

—Así es. —Le tendió la espada y después se alejó en dirección a los árboles.

Inuyasha la observó mientras se marchaba. Caminaba con la majestuosidad de una reina, con un delicado vaivén de caderas que le hacía desear probarla. Era una muchacha fascinante y resultaba difícil creer que una dama tan refinada fuera capaz de manejar la espada casi tan bien como un hombre.

ᴱˡ ᵉˢᶜᵒᶜéˢ ᵈᵒᵐᵃᵈᵒ √ ⅈꪀꪊꪗꪖડꫝꪖDonde viven las historias. Descúbrelo ahora