Capitulo 5
Kaede se aclaró la garganta cuando Inuyasha regresó junto a ellas.
Sus ojos seguían enrojecidos, pero Kagome observó que tenían mucho mejor aspecto que cuando comenzaron el viaje. Caminaba con la espalda recta, con el porte de un hombre orgulloso. Sin embargo, el triste tormento que asomaba a sus ojos delataba el dolor que sentía.
Un dolor que ella había empeorado sin saberlo.
El hombre ya pasaba de largo cuando Kagome lo llamó.
— ¿Inuyasha? — Él se detuvo para mirarla —¿Podría hablar contigo?
Kaede los dejó a solas cuando Inuyasha se acercó.
— ¿Necesitas algo? -le peguntó con brusquedad.
—Yo... — Kagome tragó saliva mientras meditaba acerca de lo que debía decirle.
«Lo siento» le parecía un poco insignificante dado lo que le había hecho ese día y los recuerdos que hiciera aflorar a la superficie de modo involuntario.
— Gracias — dijo en voz baja— Te agradezco muchísimo que me estés haciendo este favor cuando no tendrías por qué hacerlo. Ha sido muy amable de tu parte.
Se puso de puntillas y le dio un beso fugaz en la mejilla antes de encaminarse hacia la casa.
Inuyasha estaba anonadado por las acciones de la muchacha. ¿Acababa de darle las gracias?
¡Lo había besado!
No sabía cuál de las dos cosas era más sorprendente... y por su vida que no era capaz de comprender qué las había provocado.
Que la muchacha era extraña estaba claro. Singular y extraña. Y, sin embargo, en cierta forma también era encantadora, sobre todo cuando cerraba la boca.
Aturdido, siguió a las mujeres al interior de la casa.
Totosai ya estaba sentado a la mesa situada en el centro de la estancia principal y llenaba unas enormes copas de cerveza.
Sin sentarse en ninguna de las cinco sillas, Inuyasha cogió su copa, la vació de un trago y soltó un eructo.
Mientras la dejaba en la mesa para que se la llenaran de nuevo, se percató del semblante horrorizado de Kagome, que había tomado asiento junto a Totosai.
—Señor, no creo haber visto jamás a un hombre que apure todo el vaso de un trago —le dijo con tono amonestador —Si sigues así, estarás borracho en menos de lo que canta un gallo.
Él se burló de su advertencia al tiempo que cogía una silla para sentarse.
—Me llevará mucho más, créeme.
Le hizo un gesto con la cabeza a Totosai, que le llenó la copa hasta el borde.
Kaede les preparó unos platos de jamón asado con puerros y cebollas.
Fiel a su costumbre, Inuyasha siguió bebiendo sin prestar atención a la comida. E intentó hacer lo mismo con la mujer que se sentaba frente a él. Cosa que le resultó imposible. Al parecer, sólo era capaz de observar los destellos azulados que la luz del fuego arrancaba a su cabello. La forma en la que las sombras danzaban sobre su tersa piel. Las delicadas maneras de sus manos mientras cortaba la comida y se la llevaba a los labios.
Kagome era la personificación de la elegancia. Y eso lo hacía arder de deseo por ella.
La muchacha no le dijo una sola palabra más acerca de su forma de beber y, en cambio, se dedicó a hablar con Kaede.
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ᴱˡ ᵉˢᶜᵒᶜéˢ ᵈᵒᵐᵃᵈᵒ √ ⅈꪀꪊꪗꪖડꫝꪖ
FanfictionKag había decidido que prefería mil veces tener que pedirle a ese bruto, Inuyasha MacAllister, que le ayudara a huir de Escocía a verse obligada a un matrimonio sin amor. Aún sumido en el dolor que le provocó la muerte de su hermano y la traición de...