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Capitulo 15

Capitulo quince

Inuyasha estaba en el establo cepillando a su caballo mientras meditaba acerca de los descubrimientos del día. No sabía por qué estaba allí fuera, salvo que no se le ocurría otra cosa que hacer y el caballo necesitaba un buen cepillado.

O tal vez sí.

No, ni hablar.

En esencia, necesitaba concentrarse en otra cosa que no fuera el dolor que le estaba destrozando el corazón.

Koga amaba a Kagome.

Pero claro, él también.

La amaba más que a nada en el mundo. Le habría dado cualquier cosa. Habría hecho cualquier cosa...

Salvo casarse con ella.

El nudo que sentía en el estómago se acrecentó a medida que lo embargaba la impotencia.

¿Por qué siempre tenía la desgracia de amar a una mujer que no podía ser suya? ¿Qué probabilidades había de que el padre de Kagome se pusiera de su lado y rompiera el compromiso de la muchacha con Koga a sabiendas de que éste la amaba? Sobre todo teniendo en cuenta que ambas familias se conocían. Que Kagome y Koga habían crecido juntos.

Era imposible.

Su padre jamás permitiría que Kagome se casara con un hombre cuyo porvenir estaba en entredicho. No era Miroku, el lord del clan; ni Sin ni Bankotsu, que ostentaban sendos títulos nobiliarios.

No era más que un simple terrateniente con unas rentas poco más que modestas.

Y vivía en una cueva.

«Podrías llevártela.»

Sí, podría hacerlo; pero ¿para qué? Para comenzar una nueva disputa entre clanes. Más muertes. Más dolor.

¿Cómo podría disfrutar de un matrimonio feliz nacido de semejante situación?

Había muchas vidas en juego. Cosas mucho más importantes que su propia felicidad, que parecía insignificante si la comparaba con lo que podría llegar a suceder.

Soltó un juramento cuando el dolor lo asaltó de nuevo. Debería haberse quedado en las montañas. Jamás debería haber accedido a ayudarla.

Porque después de hacerlo...

No podía sacársela de la cabeza. La necesitaba más que a cualquier cosa o a cualquier persona que hubiera necesitado jamás. La simple idea de vivir sin ella bastaba para postrarlo de rodillas.

¿Cómo podría volver a convertirse en lo que era antes de que su encantadora sonrisa lo liberara?

— ¿Inuyasha?

Echó un vistazo por encima del hombro y vio que Sango se acercaba. La muchacha estaba jugueteando con el extremo de su larga trenza y caminaba con actitud insegura.

— ¿Qué pasa? —gruñó Inuyasha—. ¿Acaso no te das cuenta de que prefiero estar solo?

Ella pasó por alto su irritación y se detuvo junto a la cabeza del semental. Le dio unos golpecitos al animal en el hocico antes de mirar a Inuyasha.

—Kagome no te mintió.

Inuyasha aspiró profundamente por la nariz mientras una nueva oleada de dolor le retorcía las entrañas.

— ¿Qué sabes tú de eso?

—Sé lo suficiente para decir que Kagome te prefiere a ti como marido antes que a Koga.

ᴱˡ ᵉˢᶜᵒᶜéˢ ᵈᵒᵐᵃᵈᵒ √ ⅈꪀꪊꪗꪖડꫝꪖDonde viven las historias. Descúbrelo ahora