IV. 𝑼𝒏𝒂 𝒗𝒊𝒔𝒊𝒕𝒂.

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¡CRACK!

Un fuerte golpes hizo que mei, se levantará de golpe como la yuzuko de un salto comenzó a ladrar pero la humana le tapo su osico con una de sus largas y frías manos.

- Para de ladrar, escucha atenta. - susurro la chica con preocupación a qué las escuchará.

Los platos impactaron contra el suelo, algunos vasos y unos cuantos utensilios. Se identificaba por su diferente sonido sonoro.
Pasos gigantes se escuchaban, pareciera de un ladrón, o muchos ladrones.

Con miedo se levantó de la cama cuidando cada paso que daba, de la mesita de noche abrió uno de los tantos cajones con severo cuidado de no hacer un ruido, de ahí. Saco un sartén.
Lo consideraba un arma fatal, algo que no hiciera grandes daños, gracias a la película de aquella princesa de cabellos rubios largos, quien portaba siempre con su arma un sartén. Algo que la cuidaba mucho en cualquier momento.

Con amabas manos se aferró a la pata del sartén y con temor comenzó a caminar hasta llegar a la puerta de su habitación. Giro la perilla lentamente, hizo una mueca de preocupación, mostrando la mitad de sus dientes.

Camino por todo el pasillo, aferrarse más al sartén al escuchar los ruidos más fuertes cada paso que daba. Y a sus pies, se encontraba la husky siberiano; yuzuko, quien también seguía sus pasos lentos con la toda tensión.
En un movimiento ágil, logro esconderse en atrás de su sofá, trabó en seco y se asomó un poco para visualizar una grande sombra desfigurada.

Su respiración comenzaba a pesar, su corazón latía muy rápido y sus manos sudaban. Miro a la canina quien todavía seguía confundida de la situación. Se armó de valor y de un brinco iba a noquearla.
La criatura se giro y miro unos ojos verdes iguales a su mascota, esto la desvío de su acción y solo cayó al suelo, espantando, a la criatura extraña.

Inmediatamente salió por la ventana, rompiéndola por completo, mei por instinto se cubrió su rostro con ambas manos. Al alzar la cabeza, ya no había nada más que su canina en protección.

-¡Yuzuko! - grito exaltada la chica, al ver a su mascota con algunos de los tantos vidrios clavados en diferentes lugares de su cuerpo - ¡Tonta, no debiste de hacer eso!

Solo la abrazo, sin más regaños. Aún así se quedo con la duda del porque tenían el mismo color de ojos, la criatura y su mascota.
Dejo ese tema atrás ahora su prioridad era su canina quien debía de curar nuevamente sus heridas.

-¡Deberías de ser más cuidadosa! - por último golpeó su nariz con sus dedos. Quien solo yuzuko chillo enojada.

Más que tu dueña || 𝐴𝑢 𝐴𝑛𝑖𝑚𝑎𝑠ℎ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora