XIX. Calor mucho calor.

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Habían pasado cinco años desde que, yuzu y mei se habían conocido de una forma tan extraña y para nada romántica. Cosa que, provocó sentimientos encontrados en ambas chicas.

Su relación había formado lazos más fuertes, respecto amorosos, cada vez que yuzu tenía la oportunidad de regalar una rosa a su amada - cosa que era la mayoría de veces - decía cientos de poemas románticos y ridículos.
Por lo tanto, harumi, otro invento de shō, las había estado acosando y entrado su casa por repetidas veces. Pero eso no impedía que le dieran una buena paliza.

Actualmente, mei se había graduado de su universidad y junto a yuzu habían conseguido unos buenos trabajos dónde pudieran vivir con tranquilidad.

- ¡Mei he llegado! - cerró la puerta tras suyo, dejando caer su mochila a su lado de la puerta. - ¡La escuela fue aburrida! - grito, pero no había respuesta alguna de su dueña.

Yuzu había conseguido un trabajo sobre cuidar a pequeños mocosos. - guardería -Se había encariñado tanto con ellos que ahora era difícil dejarlos tan fácilmente.
Se quitó los zapatos y camino durante la sala, dejo salir sus ojeras y cola, era tan complicado y cansado tener que actuar como una humana normal. Se echó en la cama, se estiró haciendo la tronar cada uno de sus huesos de la espalda, causando un sensación de relajación.

Paso un buen rato y ella veía el televisor, pero una sensación se había presenciado. Un insoportable calor inundó su cuerpo, con la playera que llevaba, con el cuello de está. La comenzó a sacudir y ese pequeño aire llegaba al rostro de la híbrido; pero nada estaba funcionando. Se levantó del cómodo sofá y fue en dirección hacia el calendario dónde marcaba su fecha de "Celo"

- Ay, dios.

Corrió hacia la habitación compartida con la chica azabache, busco entre los cajones de la mesita de noche pero no encontraba nada, desesperada, había encontrado uno suplicando que hubiese una pastilla y con ella podría opacar su celo. Lamentablemente no había ni una sola. Aventó el frasco y choco contra la pared causando una pequeña grieta sobre está.

- uh, mierda. Me castigarán.

Los últimos años, el primer año para ser precisos, su celo se había formado en una atmósfera bastante incómoda.
Mei le dió unas pastillas las cuales no contenían magia y nada por el estilo, eran unas sobre el dolor estómago y cabeza. A lo que yuzu comenzó a relajarse y controlar su pequeña actuación. Pero ahora, no tenía ni una sola, menos podía salir a comprar alguna, los caninos la olían y corrían tras de ella, era mei quien los compraba en este tipo de situaciones. No está y ahora deberá esperarla.

Al cabo de unas dos horas, daban once de la noche, la tez blanquecina había llegado a su hogar, suspiro con gran pesadez, su día no fue el mejor de todos. Al trabajar practicante de gastronomía no funcionaba del todo.
Miro de reojo la mochila de su sabueso. La relajo un poco al saber que la recibiría con una flor en mano y un poeta en boca.
Dejo a un lado sus pertenencias, camino por todo el departamento, no había rastro alguno de yuzu. La única opción era la habitación.

- Por favor yuzuko, no es gracioso desaparecer te así. - abrió la perilla de habitación chirriante, juraba que no hacía eso hasta el día de hoy.

Un pequeño escalofrío había pasado por su columna vertebral, parecía película de terror, siendo la protagonista que en algún momento morirá.

- ¡Yuzuko! - grito repetidas veces, tratando de buscar a su canina.

- ¿Qué pasaría si mis dedos te llevarán al cielo, uhm?

Un violento sonrojo se apoderó en las mejillas de la reina de hielo, sacudió su cabeza rápidamente ignorando los pensamientos impuros. Y volvió a la realidad.

- ¡Deja de ju-...- observo la pared estrellada, rápidamente ignorando a su sabueso se dirigió a ella, sin querer piso el frasco de pastillas.

- ¡Mei! ¿Quieres jugar conmigo? - una voz trasera se había presenciado.

Con temor giro la cabeza.
Era yuzu quien tenía un color diferente en sus ojos, eran rosados. Había comentado, anteriormente, que al cambio drástico sobre sus emociones.

Enojo: Rojo furia.
Tristeza: Azul cielo.
Celo: Rosado.

Se acercó peligrosamente con seriedad. Mientras, mei solo daba paso hacia atrás, paro en seco hasta que sintió la pared chocar con su espalda. Yuzu con delicadeza agarro sus brazos y los llevo hasta la cabeza negra de mei. Se acercó a su rostro quedando pocos centímetros, sus respiraciones podían chocar entre si. Yuzu en un desliz, llevo su miraba un poco arriba donde admiraba los labios carmesí de la chica. - aclarando que la chica es de menor estatura.

- Por favor...dominame - suplico la chica con deseo.

Más que tu dueña || 𝐴𝑢 𝐴𝑛𝑖𝑚𝑎𝑠ℎ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora