XXVI. Amor mío.

2.1K 153 60
                                    

Hola señora y señor aihara! - sonrió alegre.

- ¿Natsuko, que haces aquí? - la expresión de los aihara cambio a un segundo. ¿No se supone que está en el hospital?. - ¡Mei está afuera dijeron que estabas en el hospital y que habías...

- ey, ey tranquilos estoy vivito...- tocó el hombro de los padres de mei. - ¿Lo ven? Estoy vivo.

Insinuó, que no era un fantasma y que estaba vivo, un fantasma no podría cuerpos humanos. Al contrario; se apoderara de ellos para vivir nuevamente.

-ire a buscar a mei - dijo el padre de mei, agarro el chaleco el señor aihara, en busca de su hija pero natsuko lo detuvo.

-tranquilo señor, yo le llamaré...por mientras siéntase junto a la señora, les llevaré unos tragos mientras le aviso a mei...están en muy buenas manos. - sonrió, dejo su mochila y se fue a la cocina.

Mientras los señores aihara platicaban, natsuko preparaba sus bebidas, saco de su chaleco un frasco y comenzó a hechar uno, dos, tres, cuatro gotas a cada una de sus bebidas tomando un color rojo, pareciese agua de Jamaica.
Sonrió amablemente y se dirigió a los aihara, natsuko se sentó enfrente de ellos y comenzaron a platicar unos cuantos minutos, brindaron porque natsuko estaba vivió, tomaron lentamente la bebida mientras el contrario los veía. Dos minutos después comenzaron a tocer y tocer hasta que cayeron al suelo quedando inconscientes, tomo amamiya el vaso y tomo el último sorbo. Saco de su mochila unos muñecos de plástico parecidos a los señores aihara, saco carne cruda y podrida y la coloco en los muñecos de plástico.
Los acomodo tal cual un asesinato.

-Perfecto...ahora un toque final. - agarro de su mochila, un frasco de sangre y comenzó a manchar toda la casa.

Había planeado todo, los policías los forenses...ser familia de alguien muy famoso tenía sus ventajas.

Fin del flashback.

Natsuko, jalo la palanca quien conducía a una máquina llena de electricidad, los pequeños electrones que recorría cada parte del cuerpo de la azabache.

- ¡E-e-ey b-basta! - grito yuzu recuperando el aliento, sus ojos se habían vuelto un rojo sangre.

Sus uñas se convirtieron en garras, sus colmillos afilados y más largos, se había transformado en su forma canina completamente. Rompió las cuerdas haciendo presión en sus brazos. Logro safarse.
Era su última fase de enojo; mei se impresionó bastante al saber esto, en un parpadeo yuzu ya estaba enfrente suyo, con las cuatro patas. De un mordisco rompió los lazos de mei, y la cargo a modo princesa poniéndola en un lugar seguro. Lejos de la siguiente pelea.

Acto seguido se encargo de natsuko comenzó a golpearle una y otra vez natsuko se defendia cómo podía pero la fuerza de yuzu era más grande.

Mei comenzaba abrir los ojos, veía como natsuko agonizaba poco a poco. No sabía si tener paz interior o preocuparse por él.

Obtuvo de él, muchos momentos felices y le enseño de la vida, pero la lastimo de una forma tan cruel. ¿Debía de preocuparse por él?

Era demasiado tarde, ya había muerto.

Agarro fuerzas y comenzó a correr a dirección de la pelea, empujó a yuzu cegada por la ira comenzó atacar a mei, ella se defendía cómo podía pero era en vano agarro un palo de fierro y comenzó a golpearle, sin embargo aún seguía siendo en vano.

- ¡Yuzu, ya por favor! - grito ume tratando de tranquilizar a yuzu.

Ume atacó a yuzu pero seguía sin controlarse. Shō al ver todo decidió aprovechar a dormir para siempre a yuzuko agarro la jeringa creyendo la correcta. Se lanzó a su víctima, pero inyectó a mei por accidente.
La vista de mei comenzó a nublarse, sus piernas comenzaron a flaquear y de su boca salía espuma negra y roja, sus venas ahora eran de color negras, las presentes comenzaron a gritar el nombre de la pelinegra y el sentimiento de ira de yuzu desapareció.

Enseguida se convirtió en su forma humana y corrió hacia su amada.

- ¡Mei, no me dejes sola por favor! - la sacudía lentamente.

-...lo siento yuzu...- hablo con pocas fuerzas, desprendía espuma negra de su boca. Tocia y salía sangre.

-no me pidas disculpas...-las lágrimas de yuzu marchaban por sus mejillas.

- idiota, me enamore de ti y me hice vulnerable...¿Sabes? Me arrepiento de algo..

- ¿Que cosa?

- No poder casarnos...Te amo demasiado para mostrarte mi amor....- con su mano débil, sostuvo la mano de la contraria y la coloco en su panza dónde el bebé se movía desesperado - dice: Gracias por todo, mamá...te amo yuzu, siempre lo haré. Mi canina. - cerró los ojos.

- yo también te amo mei, por toda la eternidad.

Las lágrimas de yuzu caían sobre el rostro de la pelinegra.
Las presentes solo veían en llanto a la rubia, la contraria comenzó aullar en forma de su duelo.

-todo fue mi culpa - repetía una y otra vez.

- tranquila chica, no fue tu culpa - dijo ume sobándole la espalda.

- tienes razón...¡Todo fue tu maldita culpa imbécil! - se dirigió a shō y lo lanzó rompiendo unos cuantos frascos - ¡Revive a mi dueña, escoria!

Shō comenzó a tocer - ¿Qué quieres que haga? Escuchamos durante un minuto su corazón ya no late.

- ¿No que muy científico? - exclamó con mucho enojo.

- aclaro soy científico no dios.

- ¿Ya no puedes hacer nada verdad, hermanito? Ni por el bebé - dijo ume aún con lágrimas en los ojos.

- no, no puedo, he dicho soy científico no dios. - se acomodo su bata - además no podemos regresar alguien así a la vida.

Yuzu suspiro y miro a mei. Se dirigió hasta ella y la cargo en modo princesa. La acostó en una camilla que se encontraba ahí, agarro una de las batas de shō y comenzó a limpiarla.

-¡Hey idiota! - grito shō reclamando su nueva bata.

- calla - le cerró la boca y siguió con lo suyo.

Comenzó a limpiar toda la espuma que estaba en su cuerpo, las venas negras aún seguían ahí. Y su vientre estaba aún gordito pero sabía que su progenito estaba muerto.

Pasaba por su mente los recuerdos, hizo que su pecho comenzará a romperse poco a poco, un nudo en la garganta de había hecho presente, mientras que sus lágrimas deslizaban por sus mejillas. El día que la rescató, el día en el que fueron por dulces, cuando pasaban el rato, cuando se entregaron en almas y cuerpos. Y ahora el momento que dijo que iba a ser madre. Aún más le destrozó, depósito un beso en la frente de la pelinegra.

- te amo mei. - por fin comprendió la palabra, apesar de que no tiene corazón lo pudo expresar.

Y finalmente se alejo de la pelinegra. Para siempre.

Fin.

Más que tu dueña || 𝐴𝑢 𝐴𝑛𝑖𝑚𝑎𝑠ℎ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora