Estoy jodidamente cansado y somnoliento. Me duele todo el cuerpo, no he dormido una mierda y es muy probable que mañana tenga unas grandes agujetas en el brazo derecho. Estoy deseando pillar mi cama. Con lo bien que se duerme solo y llevo todo el fin de semana con un cuerpo encima de mí. Tampoco os voy a engañar, mereció mucho la pena.
Conduzco mi moto con bastante precaución porque, pese a no haber nadie por la carretera a estas horas de la noche, no me fío. No tengo mis cinco sentidos activados y ya me jodería chocarme con algo, acabaría durmiendo en el puto hospital. Ahí ya que me den cianuro en vena porque me muero. Los médicos, las jeringuillas, las camas incómodas, las paredes blancas que te quitan más la vida... Todo lo que hay en los hospitales es horrible. Ah, miento. Las enfermeras no son tan malas, aunque preferiría tener que ver a una enfermera sexy a los pies de mi cama y no en un sitio donde hay más virus que personas.
Va, que solo me quedan 20 minutos, eso no es nada. Giro una curva de forma cuidadosa, notando algo diferente en mi nuevo campo de visión. Entrecierro los ojos a medida que avanzo, reconociendo un coche negro parado a unos pocos metros de mí. No es eso lo que llama mi atención, si no la chica que hay sentada en el suelo. Joder, voy a tener que rezar más a Dios. Ayer le pedí un poco de compañía femenina que no fuera familiar y aquí la tengo. Y tumbadita en el suelo, a la espera de un buen polvo. Gracias Dios, eres un crack. Disminuyo la velocidad a medida que llego a su lado, sintiendo ya su mirada en mi persona.
Monada, hoy es tu día de suerte.
— No hace falta que pares — su voz llega a mis oídos en cuanto apago el motor. ¿Que no pare? Já, no se lo cree ni ella. Lo estaba pidiendo a gritos. Me quito el casco para que se la moje un poco más el tanga al ver mi bello rostro — No voy a ir contigo — eso sí que no me lo creo. La forma en la que me está detallando me indica todo lo contrario. Las que se hacen las duras son las que más me ponen.
— Estabas esperando a que alguien te recogiera, ¿no? — cuestiono mientras revuelvo un poco el pelo que se me había quedado aplastado — ¿O es que quieres ver si las estrellas también sirven para broncear? — la cara que pone ante mis preguntas irónicas me hace aguantarme la risa. Uhh. Me costará más trabajo follármela.
— Estoy esperando, sí — pretende sonar amable, no lo consigue. El tono irritado predomina en el ambiente — Pero no voy a ir contigo — repite tajante y fría. Solo la ha faltado cruzarme la cara. Vuelvo a ser ateo. Dios, ¿me mandas a esta borde? Joder, te has lucido.
— ¿Por qué? — frunzo el ceño al verla tan desconfiada. Fijaos que ya se me ha quitado el sueño, ahora me está entrando el mal humor — ¿Te doy miedo?
— A mí no me da miedo nada — contesta con seguridad, no queriendo mostrar ningún ápice de debilidad ante mí.
— ¿Entonces? — el gruñido bajo que la sale de la garganta me indica que la estoy enfadando. Ya somos dos. ¿Por qué narices no quiere venir conmigo? Cualquiera mataría por que le diera una vuelta en mi moto.
— ¿A dónde ibas?
— A un puticlub, no te jode — respondo con mala gana. Ya me está hartando con sus preguntas, las cuales tienen tinte acusatorio — ¿A dónde voy a ir un domingo a las doce de la noche?
— Yo qué sé — me habla con desinterés y cansancio. A mí tampoco me hace ninguna gracia estar aquí en vez de en mi cama, guapita — No te conozco, no sé lo que haces.
— Te llevo, ¿o no? — insisto con algo de agotamiento, señalando mi moto. No me hace falta escuchar su contestación para saber que va a seguir en su línea de rechazar mi propuesta — Encima de que me he parado a ayudarla, me habla así... — murmuro para mí mismo.

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⚡TORMENTA DE ARENA ⚡#1
RomanceDos desconocidas. Una noche. Una casualidad. Ninguno de ellos se imaginaba que ese momento se iba a convertir en el primero de muchos. Que la vida les tenía preparado un futuro que deberían compartir, sin darles opción a protestar. ⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡ Libro...