Dos desconocidas.
Una noche.
Una casualidad.
Ninguno de ellos se imaginaba que ese momento se iba a convertir en el primero de muchos. Que la vida les tenía preparado un futuro que deberían compartir, sin darles opción a protestar.
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Libro...
- Vaya, pues es una habitación muy lujosa – comenta Kiara mientras posa su mirada por todo el mobiliario de la suite.
- Las he visto mejores – al igual que ella, camino por el lugar revisando todo – Menos mal que dije que quería una televisión de plasma, esta es una mierda.
- ¿Qué más te da? Si no vamos a ver la tele.
- Ya, pero pagar he pagado – me siento en la cama y compruebo que, de nuevo, me han timado. Yo pedí cama de agua, esto lo máximo que va a tener de agua es si yo me meo encima – Qué menos que darme lo que pido.
- Con esa cara, yo tampoco te haría caso en lo que me pidas – murmura dándome la espalda, río negando con mi cabeza y mirando mi móvil para comprobar si tengo ningún mensaje de Álex – Entonces, ¿qué hacemos?
- Esperar a que me avisen – me levanto de la cama y voy al mini bar para servirme una copa de Whiskey - ¿Quieres?
- ¿Estás seguro que beber ahora es una buena idea?
- Tranquila, mi tolerancia al alcohol es muy buena – me echo dos hielos en un pequeño vaso de cristal y, a continuación, dejo que el líquido los sobrepase. Doy un trago rápido y ruedo mis ojos dejando el vaso a medio tomar – Alcohol del malo, cómo no.
- Si está claro que cuanto más dinero manejan, más agarrados son con el dinero – se pone de rodillas en la cama y apoya la cabeza contra el cabecero. Espero que no esté pensando tan mal como yo al verla en esa postura.
- ¿Te pones así para jugar a los perritos? Porque yo encantado.
Qué sutil soy.
- Shhh – me chista pegando más un extremo de su cabeza a la superficie de madera que adorna la cama – Quiero ver si ya hay alguien aquí al lado.
- Ah, vale – gateo hacia ella y hago lo mismo para comprobar si su teoría es cierta, esto ya me cuadra más que el que quiera jugar a los animales en cuatro - ¿Escuchas algo?
- Sí, tu voz y tu respiración, calla joder – frunzo el ceño y me quedo en silencio, ese momento de silencio solo me sirve para escuchar que mi corazón debería latir un poco más despacio.
- Estos tabiques son una mierda, no se escucha nada.
- Puede que sí estén insonorizadas.
- Claro, si violan a gente está claro que no quiere que se escuchen los gritos.
- Dilo más bajo idiota, que todavía está el micro encendido – me reprende mediante un susurro.
- Creo que ya no – miro mi móvil en cuanto me vibra, descubriendo un mensaje de la persona que estamos esperando.
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- Ya no nos está viendo ni escuchando nadie, vamos allá – me levanto para arrodillarme de nuevo en el suelo contra la pared y aparto la mesita que hay a un extremo de la cama. Elijo este sitio porque digo yo que la habitación de la otra suite también estará en este sitio y espero que decidan follar en la cama – Hora de usar el taladro, dámele – se le pido recordando que le he dejado sobre el colchón.