Awake. "Jin"

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El pájaro lucha para salir del huevo, el huevo es el mundo. Quien nacerá debe primero destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios, el nombre de ese Dios es Abraxas

***

Volví a la realidad luego de tanto tiempo, parpadeé levemente dándome cuenta que ahora me encontraba en el comedor de mi casa. No recordaba cómo había llegado ahí, lo único que sabía es que estaba de vuelta; ya no estaba soñando. Quité el auricular que está en mi oreja al percatarme de que este ya no estaba funcionando, solo estaba emitiendo un sonido vacío; por algún tiempo ese aparato me había funcionado para olvidar todo y poder estar tranquilo, pero ahora ya no me servía y, gracias a eso, de nuevo me sentía perdido.

Miré las cosas que tengo frente a mí, y de lo primero que me percaté es que mi comida es una manzana roja. Agarré aquella fruta y la acerqué a mi nariz con una de mis manos, su olor dulce y atrayente no produce nada en mí; ya no me sentía atraído por las manzanas, debido a que estas solo me recordaban una época de desesperación y soledad. Haber aceptado el fruto prohibido, no había sido una buena decisión.

Luego de eso, tomé mi cámara favorita y la enfoqué para tomarle una foto a la flor en el florero frente a mí. Era algo hermoso que tenía que ser retratado, la flor había florecido, mostrando así los hermosos pétalos que la componían; eso también era algo muy irónico, porque eso era lo que yo quería, o, mejor dicho, aun quiero florecer como una hermosa flor. Aunque todo lo que tenía me gustara, ya era momento de que dejara todo atrás.

Al tomarle la foto a las flores, las velas que estaban en la mesa se apagaron de súbito y la habitación quedo mal iluminada. Me quedé viendo todo mi alrededor confundido, mientras poco a poco este se estaba volviendo oscuro. Tenía que volver a soñar para no caer en lo mismo, pero ya no había un sueño, sino una oscura y fría realidad. Me coloqué de pie, y caminé entre la oscuridad hacia mi habitación, y por cada paso que daba iba empujando la manzana roja que me había negado a comer nuevamente.

Abrí la puerta de mi habitación y me adentre en ella, aunque no quisiera, no tenía otra opción. Una habitación se puede volver el refugio de una persona durante tiempos difíciles, sin embargo, mi habitación para mí solo representaba un lugar en el cual mis recuerdos y mis más profundos demonios convergían. Me volteé, y la puerta se fue cerrando lentamente frente a mí, mientras provocaba un sonido al que hacía mucho tiempo le tenía miedo; sin embargo, lo que le tenía más miedo en ese momento era a mí mismo.

Cuando la puerta se cierra frente a mi volví a ver las rasgaduras y arañazos que había en esta, todo eso lo había hecho yo en un momento en el cual me sentía perdido y en el cual quería escapar, pero a la vez quería seguir en donde estaba. Tantas dudas y desesperación me habían llevado a la transición más tormentosa en mi vida, en la cual mi camino me estaba guiando a una etapa oscura sin que yo lo supiera muy bien. Desde ese día me había quitado mi mascara, dejando expuesta una parte de mi horrible y siniestra, con la que creía saber lidiar y disfrutar; no obstante, esa era una vil mentira.

—Aunque no te gusta eso, igual es con lo único que sabes vivir— me dije a mismo, mientras me acercaba a mi cama con mi encendedor en una de mis manos. Miré un lado de mi habitación y ahí estaban, como siempre, aquellas cosas que habían sido parte de mi doloroso camino.

Me senté en la cama para después el encendedor, y al ver la llama un escalofrió recorrió mi cuerpo, inmediatamente la apagué; me recordaba una etapa en la que había sido un completo impulsivo, aun lo era, pero lo que sabía ahora, a diferencia de ese momento, era que yo mismo era capaz de calmarme. Tomé los seis pétalos de flor que estaban junto a mí y los deje con delicadeza en el piso, unos segundos después acerqué la llama del encendedor hacia ellos, dejando que se quemaran frente a mis ojos; esa sería la última vez que usaría ese encendedor, ya no tenía más razones para tenerlo en mi vida.

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