Jamais Vu. "Jungkook"

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Si me detengo ahora y si simplemente lo apago, ¿Todo estará aliviado?

***

Mi respiración era acelerada y mi cabeza no dejaba de palpitar. Sentía como el carro se agitaba levemente debido al motor, y la calefacción encendida hacía que sintiera demasiado calor en ese momento. Apreté mis manos en el volante sintiéndome totalmente impotente, posé mi vista fija en el asiento del copiloto y cerré mis ojos con fuerza ¿Cómo pude dejar que me pasara eso? Era una tonta.

Eché mi cuerpo hacia atrás mordiendo mis labios y pensando qué era lo correcto, no debía dejarme dominar por mis emociones, no podía hacer una estupidez. Solté levemente aire, y luego me dediqué a mirar los carros que estaban estacionado en el estacionamiento subterráneo de ese gran estadio. Sabia que era un día importante, pero no me esperaba una masiva asistencia, para uno de los tantos que se realizaban en el año.

Tapé mi rostro y froté levemente mis ojos tratando de hacerme caer en la realidad, nada de lo que estaba pasando podía ser real, tal vez yo había sido muy impulsiva, y no me había sentado a entender lo que estaba en el sobre en el asiento del copiloto. No obstante, para yo saber que eso podía ser un error mío, tenía que volver a leer el dichoso papel que estaba en el sobre, además de atreverme a revisar en mi teléfono para ver si la persona que podía responderme muchas dudas me había contestado.

—No tengo opción— hablé tomando con rapidez el sobre en el asiento del copiloto y sacando el papel que había en él.

Respiré profundo y sin darle más larga al asunto, encendí la luz interna del carro para leer nuevamente el contenido del papel. Hay veces que en la vida que hay que ver las cosas dos veces o hasta más para no confundir algo, simplemente no entender bien te puede llevar a que cometas un error del cual te arrepentirás. Sin embargo, luego de haber leído por tercera vez el contenido de la carta, todo quedo muy claro, todo si estaba pasando.

Sostuve la hoja en el volante cerrando mis ojos con mi corazón latiendo sin parar y teniendo unas inmensas ganas de gritar. Esto era una de las grandes injusticias que te podían pasar en la vida; amar algo y que te lo arrebaten sin razón es lo más doloroso que puede haber. Con mis manos apretando con fuerza el volante, arrugué la hoja que me estaba causando un sinfín de sentimientos.

Pero había algo en toda esta situación, algo que me tenía más preocupada que el contenido de la carta, y eso era el porqué de que pasara todo esto de forma tan repentina; la respuesta que llegaba a mi cabeza era solo una, y no había más. Mi corazón no dejaba de latir, si era lo que estaba pensando desde la primera vez que había leído la carta, no sabría qué pasaría, tal vez, la ira que sentía en este momento se intensificaría a un punto que podría decir que provenía del averno; no obstante, tenía que confirmar mis sospechas.

Las señales de alerta estaban presentes en mi cabeza, tenía que calmarme antes de hacer lo que pensaba, pero no podía esperar tanto, tenía que confirmarlo en ese momento. Sin importarme de que fuera tarde, y aprovechándome del hecho de que conocía a la persona que podía responder mis dudas, me atrevía tomar mi teléfono. Al darme cuenta de que él todavía no contestaba mi mensaje, cosa que podía pasar debido a la hora, marqué su número de teléfono inmediatamente.

Una, dos, tres llamadas, y él no me contestaba, de igual forma yo no pararía, aunque pareciera una acosadora, él en algún momento tenía que contestar, ellos habían logrado darme una explicación hoy, pero faltaba mucho más que debía saber. Me recosté del asiento marcando nuevamente el número de teléfono y esperé pacientemente, mientras sentía como mi cabeza daba vueltas y las náuseas empezaban a molestarme.

En medio de mi espera sentía como mi pecho subía y baja, como si quisiera que mi alma se saliera de mi cuerpo, y, a la vez, como si me sintiera completamente perdida; era como estar en un gran océano y yo era un marinero perdido entre esa inmensidad. Sabía que no tenía mucho sentido que me sintiera así, sin embargo, haber confiado en alguien y haberle tomado tanto aprecio para que después pasara esto, era algo simplemente decepcionante; todavía me costaba aceptar que me hubiera hecho eso.

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