00:00 (Zero O'Clock). "Jungkook"

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Fue un día ocupado e intenso, pero no puedo permitirme caer. Creo que ya es demasiado tarde

***

La noche caía como un manto que cubría a muchos tipos de personas; los cansados trabajadores volvían de sus extenuantes trabajos, los jóvenes estudiantes salían de los colegios listos para divertirse en aquel día, o simplemente descansar luego de una larga temporada de exámenes; los jóvenes adultos se dirigían a los bares a brindar por el éxito de conseguir algo prospero en su futuro o simplemente a ahogar sus penas con el abrasador sabor del alcohol; y, pues, los enamorados salían con las personas que amaban en citas o se dirigían a disfrutar de un momento caluroso.

Si faltaba algún tipo de persona por decir, no me interesaba. Ya era más que obvio que había muchas oportunidades por hacer ese día. Yo solo tenía una.

—¡No entiendo! ¡No entiendo nada de lo que hay aquí!— cerré la tapa de mi laptop de un golpe y me coloqué de pie apartando los mechones cabello pegados a mi frente por el sudor. Me sentía como si hubiera estado corriendo un maratón durante unas largas horas, pero la realidad era que había permanecido dos horas sentada tratando de resolver algunos problemas para un trabajo que tenía que entregar.

Por inercia, caminé hacia mi cocina y me serví una taza de café bien cargado. Otra más en el día. El olor fuerte del café y lo frió que estaba me debían de importar, pero estaba tan perdida que el sabor ya era imperceptible para mi paladar. Sostenía la taza roja sobre mis labios, mirando a un punto de mi cocina, justo donde unas cajas de cereal descansaban. No obstante, no me encontraba detallando eso, sino repasando en el itinerario que había en mi mente.

A pesar de que sintiera que nada tuviera sentido, todo lo que tenía que hacer esos días, estaban muy especificados en mi mente. Era como estar teniendo un incesante recordatorio, además de los que ya tenía en mi teléfono, pero en mi mente. Aún tenía mucho por hacer, y nada estaba saliendo como pensaba. Ese ridículo trabajo no dejaba de colmarme la paciencia. Quería dejarlo de lado, y desaparecer como hacían muchos de mis compañeros, sin embargo, necesitaba con urgencia esa nota.

Le di el último trago al café, y deposité la taza en la encimera que estaba detrás de mí. En ese momento sentí como si me estuvieran apuntando con una linterna directamente a los ojos. Di un corto paso hacia atrás, abrumada por esa sensación, y sentí como la parte baja de mi espalda se golpeó contra el borde de la encimera. Inmediatamente, posé una de mis manos para sostenerme del borde del cual mi cuerpo se mantenía apoyado, a la vez que mi otra mano caía en mis ojos, cubriéndolos.

No pensé en nada por unos segundos, dejando que el tiempo pasara y me recompusiera. Estaba teniendo un muy breve descanso que aprovecharía. A veces queremos cerrar nuestros ojos y despertar en una isla paradisiaca sin tener problemas y pesos en la espalda. Mis dedos comenzaron a temblar, instantáneamente, convertí mis manos en puños y de nuevo abrí mis ojos. No había tiempo para ir a una isla paradisiaca, no había tiempo que perder, solo horas que convertir en útiles.

Muchos libros de autoayuda, o motivacionales intentaban darte consejos sobre cómo lidiar con el estrés e intentar ser feliz con preocupaciones, pero se olvidaban que el tiempo no se repetía, y que muchos de sus consejos eran una mierda. Todos tenemos formas diferentes con las que lidiar con el estrés. Mi manera, pues, era la de resolver todo, y no tener cosas acumuladas.

—Esas de igual forma se acumulan— me dije a mi misma sintiendo como mi teléfono reproducía una canción muy movida, que me encantaba, pero que ya había escuchado tantas veces en el día que ya no me brindaba la motivación que al principio me daba.

Me aleje de la encimera y viendo hacia donde estaba esa larga mesilla blanca, que servía como decoración para donde estaba el living, llena de libros, hojas garabateadas y una laptop cerrada; era el perfecto lugar para colocar mi base de estudio. Después, posé mi vista en el mueble que estaba detrás de la mesilla, este tenía los cojines mal arreglados y un cobertor arrugado cubriéndolo; ahí me había dedicado a dormir los últimos días.

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