No quería arruinar la noche, no quería que Richard se sienta incómodo por lo que accedí a quedarme aún sabiendo que Erick estaría con nosotros.
- ¿Puedes quitar esa cara? Alégrate de verme de nuevo - dijo a mi lado.
- ¿Alegrarme?
- Chris, ha pasado mucho tiempo, supéralo.
- Para ti es fácil decirlo, claro, como tú no fuiste el que se quedó sin explicaciones.
Desvió la mirada con una leve mueca, su vaso con trago era a lo que recurría para mantener su boca ocupada y omitir respuestas.
- Éramos unos niños Christopher.
- Teníamos dieciocho años, no éramos unos niños, más bien actuabas como uno.
- ¿Vas a pasarte toda la noche reclamándome? - preguntó molesto.
- ¿Estás solo? - preguntó alguien a mi lado.
- ¿No ves que está conmigo? Fuera - respondió grosero.
Lo miré con el ceño totalmente fruncido, quería ahorrarme las ganas de discutir.
- ¿Vienen? Yo no sé ustedes pero yo vine a disfrutar - dijo Richard mientras bailaba a la par con una chica.
- ¿Qué dices? ¿Bailamos?
- Como te gustaría - respondí esquivo.
Caminé entre la multitud intentando buscar el mejor camino que me direccione al baño, estaba seguro de que no aguantaría mucho rato en este lugar.
Los recuerdos que tenía con Erick estaban bastante escondidos en mi mente, fueron momentos hermosos a su lado, sin embargo, también me tocó sufrir con nuestro término.
Me tomé unos cuantos minutos para refrescar mi mente, si fue un golpe duro este encuentro con él.
- Toma - entregó apenas llegué a su lado.
- ¿Qué es?
- ¿Vas a desconfiar de mi?
Acepté el vaso procurando oler el contenido de este, el fuerte olor a vodka se sintió como una llama aspirada por mis fosas nasales.
- No no, paso - dije negándome.
- Estamos en un club, hay música, alcohol, hay gente, diviértete.
- Estoy conduciendo.
- ¿Es mi idea o te has vuelto un aburrido? Man, yo no te recuerdo así - comentó.
A diferencia del tiempo en el que nos conocimos ahora estaba mucho más consciente de las cosas que hacía, hace unos años atrás prácticamente me daba igual el estado en el que quedaba debido a las fiestas.
Supuse que si ya estaba aquí debía al menos disfrutar, veía a Richard tan contento que no podía irme y arruinarle la noche.
- Mierda, esto quema - dije con mi mano en la garganta.
- Quizás quieras algo no tan hostigante. Dale pide que yo te invito.
- Veo que te ha ido bien, aprovechaste a la perfección tus oportunidades.
- Oh no, no te escucharé porque no quiero discutir. Dos tequilas - pidió.
Tenía el presentimiento de que mañana me arrepentiría de beber cosas tan fuertes, mi organismo solo estaba acostumbrado a tragos más suaves.
Inconscientemente comencé a mover mi cuerpo al ritmo de una de las tantas canciones conocidas, en Miami era tanta la energía de las personas que fácilmente podías salir de fiesta hasta en un día domingo.
- Qué haces - dije quitando su mano de la mía.
- Vamos.
- No, no quiero.
- ¡Yo sé que sí! - exclamó bailando frente a mi.
Humedecí mis labios al tener el sabor del tequila, apenas me puse de pie sentí como la cabeza me daba pequeñas pulsaciones. Me moví intentando no perder el equilibrio, la acumulación de tantas personas no daba para mantener una gran distancia y nosotros cada vez estábamos más cerca.
Su mano en mi cuello dió paso a que yo posara una de las mías en su pequeña cintura, bien dicen que el alcohol, el baile y la presencia de una persona son una mezcla peligrosa.
- No te pases de listo - susurré.
- ¿No te gustaría revivir momentos?
- Ya te dejé atrás.
- Yo no estaría tan seguro - contestó mientras se acercaba.
Mis labios entre los suyos parecían una verdadera batalla, por más pegado que lo tenía a mi cuerpo sentía que no era suficiente.
- Qué quieres.
- Salgamos de aquí.
- No estoy en estado, yo...
- No tienes que hacer esfuerzo, es suficiente con que te des media vuelta y me dejes hacer lo demás.
