Estaba ayudando a acomodar algunas cosas de Erick, la verdad no pensé que hablara de verdad cuando se refería a dejar todos los lujos.
- Deberías venir conmigo, al fin y al cabo viviremos juntos - recordé.
- Un tiempo con mis padres me vendrá bien, además aprovecho de recuperar un poco el tiempo perdido con ellos, los dejé de lado - dijo con lamento.
- ¿Crees que se tomen a bien nuestro regreso?
- Eso me pregunto pero de parte de tus padres, los míos no tienen motivos para odiarte, los tuyos si los tienen conmigo.
- No saben nada, solo les dije que tuvimos diferencias - comenté.
- ¿Diferencias? Uf, supieran - rió.
- No vi y no veo conveniente que lo sepan.
- ¿Por qué?
- Por ambos, no quiero más problemas, solo quiero ser feliz y ya - contesté.
- Ahora si valoraré todo, no estoy dispuesto a perderte una segunda vez.
Con el paso de los días si veía una verdadera disposición de Erick, de vez en cuando tenía sus momentos de niño consentido pero nada que no se pudiera hablar.
Estaba depositando toda mi confianza en nuestra futura vida juntos, no quería ahogarme en los recuerdos del pasado y mucho menos llevarlos a nuestro presente, como dice una conocida canción, "ya lo pasado, pasado".
- ¿Que harás con todos estos muebles?
- No lo sé, no le veo el caso llevarlos, pero tampoco los puedo dejar aquí.
- ¿Y si los vendes?
- ¿Tú dices?
- Claro, sería un dinero que te vendría bien en lo que encuentras un trabajo estable - aconsejé.
- Bien, haré eso - dijo sonriente.
- Siempre tengo buenas ideas.
- Era algo lógico de hacer Vélez.
- ¡Amooooor!
Un ataque de risa me invadió mientras mi cuerpo sobre la cama se movía sin control, las cosquillas eran casi de no controlar y mi novio lo sabía.
- ¿Aprovechamos de la cama por última vez? - preguntó en susurro.
- Suena tentador.
Perder el tiempo no era algo que caracterice a mi novio, sus manos parecieron volverse incontrolables entre medio de mi ropa y mi piel.
Me sentía completo, después de tanto tiempo entre peleas, discusiones y malos momentos sentí una sincera mirada en sus ojos, una con un brillo especial que él no quería ocultar.
- ¿En qué piensas?
- Solo...solo en nosotros, es mi mayor pensamiento - respondí acariciando su mejilla.
- Tu ternura es mi debilidad. ¡Me sonrojas! - exclamó ocultando su cara en mi cuello.
- Ya dentro de poco comenzaremos a vivir una nueva etapa, juntos...¿Crees que será fácil convivir?
- Espero, solo te voy diciendo que yo no voy a cocinar y mucho menos lavar platos - advirtió.
- ¿Eh? Pero si tenemos que compartir obligaciones.
- Puedo limpiar la casa, eso se me da mejor, hacer las compras y ya.
- Veremos, veremos.
- En qué...estábamos...
- Debe ser Richard, creo que tendremos que esperar hasta la noche - dije para darle un beso.
Básicamente lo llamamos con la excusa de que nos ayude, pero en verdad queríamos contarle sobre nuestra decisión de unión.
- What's up bro - saludó golpeando mi pecho.
- ¿Qué es eso? - pregunté cerrando la puerta.
- ¡Mijo! Qué hay man - saludó mi novio.
- Traje esto para despedir el departamento, chacho, tú estás loco.
- Richard...
- Ya bro, deja de estresarte. Al flaco le traje sin alcohol - contestó enseñando aquellas cervezas.
- Amor, no me voy a morir.
- ¿Qué se traen ustedes?
- Mira. ¡Me caso! - contó enseñando su anillo.
- ¿Contigo?
- Claro, con quién más - reí.
- ¿Están bien?
- Mejor que nunca - respondió mi futuro esposo.
- ¡Pero si hace unos pocos días se estaban matando!
- Bueno que prefieres. ¿Qué sigamos peleando?
- N-No, but...
- Pero nada. Estás invitado, por cierto, tenemos que buscar a un padrino amor, alguien que nos apoye.
- ¡Es cierto! ¿Quién será...?
- Yo obviamente y no está en discusión, nadie los aguantará mejor que yo, está dicho - agregó nuestro amigo a brazos cruzados.
Reímos intentando abrazarlo entre los dos, por más que nos intentó quitar el por si mismo fue quien nos abrazó.
- Gracias bro, sin ti no es igual. Necesitamos de alguien que nos regañe de vez en cuando - agregué.
- ¿Se dan cuenta? Ahora seré el solterón del grupo, this is crazy.
- Loco, búscate una novia - aconsejó Erick.
- ¿Y que me gobierne? No hombre, eso para ustedes.
- Oye, nosotros no somos gobernados.
- A ver si dices lo mismo cuando el flaco se adueñe de tus ingresos - bromeó.
- Se lo doy todo papu, pa mi novio todo - respondí.
- Te hizo caer ¿eh?
- Fui una buena tentación - contestó él.
- Una peligrosa tentación, pero una en la que caería las veces que fueran necesarias. Eres con quién tengo que estar y de eso no hay duda.
- ¿Lo dices de verdad?
- No tengo la más mínima duda, cada vez que te tengo cerca mi pecho parece desesperarse, me atrevo a decir que eres el amor de mi vida, te amo - contesté.
- Te amo - dijo depositando un beso.
Hacernos daño nunca es una buena opción y mucho menos tenemos que escoger el camino de la crítica, jamás sabemos lo traicioneras que pueden ser nuestras palabras.
Nunca digas nunca, hoy más que nunca supe el sentido de esa frase y creo que fue el paso para darme cuenta de que a pesar de vivir una traición no solo yo estaba sufriendo las consecuencias.
Si la vida nos estaba dando una segunda oportunidad era por algo y la opción de ser felices estaba en nosotros. Queríamos unir nuestra vida porque nuestro final no podía ser este, un largo camino de amor y felicidad estaba esperándonos y esta vez si lucharíamos por él.