- ¿Ya?
- Quita esa cara, tampoco demoré tanto - respondió.
Negué entrelazando nuestros dedos, aunque a veces lo negara era muy preocupado de verse lo mejor posible.
- Oye yo traje mi auto, nos vamos en el mío.
- En el mío.
- ¿Me estás intentando gobernar?
- Pensé que ya te habías dado cuenta - respondió.
- A ver si...
Me detuve mirando hacia el estacionamiento, me quedé totalmente en blanco sin saber cómo actuar.
- ¿Q-Qué...? Mierda no, mi auto - dijo acercándose.
- Cuidado, te puedes cortar - dije pegándolo a mi.
Se soltó bruscamente en camino a la conserjería, los vidrios rotos, las llantas reventadas y todo el rayado de la pintura hacían reflejar la mala intención del acto.
- Acaban de hacer mierda mi auto ¿y usted no me quiere enseñar las grabaciones?
- Erick.
- QUÉ ME LAS MUESTREN - gritó con un golpe en el mesón.
- No puedo hacerlo sin una autorización.
- Hey...disculpe es que está alterado - dije para el conserje.
Salí detrás de él intentando calmar su furia, Erick podría ser un loco y muchas veces poco serio, pero cuando el enojo lo invadía era complicado tratar con él.
- Dame tus llaves - pidió extendiendo su mano.
- No vas a conducir así.
- Solo dámela las llaves, conduciré con cuidado - dijo relajado.
- Voy a confiar en ti - añadí extendiendo estas.
Ni siquiera pregunté la razón por la cual quería conducir, lo único que sabía era que tendría que mantenerlo calmado si no quería que algo malo ocurriese.
Noté que el camino no era el que nos dirigía al lugar en donde iríamos a comer, suspiré cansado al reconocer exactamente a dónde íbamos.
- Espera - dije tomando su brazo.
- Fue él, estoy seguro - comentó soltándose de mi agarre.
Tocó la puerta con muy poca delicadeza, estábamos llevando la fiesta tan en paz que volver a lo mismo me desanimó.
- ¿Qué hacen aquí? - preguntó con sorpresa y enojo.
- Entiendo tu enojo, comprendo que no quieras perdonarnos pero si tienes rabia acumulada dímelo y lo arreglamos entre nosotros - contestó Erick desafiante.
- No te me acerques así ¿eh?
- Ya ya ya, basta. Hablemos - pedí.
- Sobre pasaste los límites Daniel.
- ¿De qué me hablas?
- Ay por favor, no te hagas el idiota. Dejaste mi auto convertido en un verdadero desastre - reclamó.
- ¿Qué? Yo ni siquiera he salido de mi casa, no vengas a meterme en problemas - contestó.
- Claro que lo hiciste, solo tú tienes motivos para odiarme, cobarde de mierda.
- Tú sabes que yo no sería capaz de hacer eso - habló Daniel para mí.
Miré a ambos con cierta inseguridad, estaba en medio de ambos sin saber que decir o que pensar.
- Lo sé - contesté.
- ¿Qué? ¿Lo vas a defender?
- ¡Qué yo no hice nada! - dijo en su defensa.
- Él no lo hizo, no sería capaz.
- Tú viste como estaba mi auto.
- Pero no vimos quien fue, hasta que no sepamos no puedes culparlo, Daniel no sería capaz.
- Vete a la mierda - dijo saliendo del lugar.
- Espero no equivocarme al confiar en ti - dije para Daniel.
Caminé nuevamente detrás de Erick, tuve que poner en marcha una pequeña carrera para lograr alcanzarlo.
- Por favor, solo déjame solo - pidió.
- No, mucho menos así.
- Necesito calmarme, contigo no quiero pelear.
- No tenemos que hacerlo, pero entiende, no puedes buscar responsables porque sí.
- Lo sigues queriendo.
- Erick, no comiences - pedí.
- ¡SOLO DILO DE UNA PUTA VEZ!
- Pensé que estabas seguro de lo que sentía por ti.
- ¿Defendiendo a ese idiota es como quieres que esté seguro de lo que sientes por mi?
- SOLO QUIERO ESTAR TRANQUILO. Maldita sea - reclamé lanzando una patada a la muralla.
Di unos cuantos pasos en círculo, mi paciencia estaba a la nada de colapsar.