- ¡Por favor, Chris!
- Te estás aprovechando, y lo sabes - respondí.
- Estoy enfermo, dijiste que me cuidarías.
- Bien, súbete.
Me agaché un poco para que pudiera subir hasta mi espalda, no sé si estaba bien en ceder mucho a sus peticiones pero estaba preocupado por él.
Algo en el fondo me hacía creer que aquel Erick del que yo me enamoré todavía estaba, ahora era un completo loco y a pesar de su actuar para mi no era alguien malo.
- Gracias, creo que ya me voy sintiendo un poco mejor - dijo bajando.
- ¿A dónde vas? A la cama - ordené.
- Relájate, también puedo estar aquí. De hecho ven.
Solté el aire sentándome a su lado, no sabía que decir y el silencio me hacía sentir algo de nerviosismo, algo muy típico de cuando estaba con él.
- Escuchaste al doctor, tienes que dejar el exceso y las fiestas.
- Un momento, el solo dijo el alcohol.
- Pero ahí tienes el vicio Erick, antes ni siquiera bebías.
- Deja de recordar el pasado, en serio Christopher.
- Prométeme que no volverás a beber, te estás matando por dentro - dije.
- ¿Promesa por promesa?
- Qué quieres.
- Deja a ese...Daniel - dijo con cara de pocos amigos.
- Estamos hablando de cosas distintas.
- ¡Claro que no!
- Brian - regañé.
Desvió la mirada mientras su boca hacía una de sus tantas muecas, no entendía su afán de meterse en mi relación con Daniel.
Se levantó sin mencionar nada, avancé detrás de él esperando a que no tuviera una reacción negativa.
- Ven, acuéstate.
- No creo que sea...
- No haremos nada, solo quiero compartir algo contigo. Confía en mi - pidió.
Me acomodé bajo las sábanas esperando a que él haga lo mismo, estaba confundido al ver como buscaba entre sus cosas algo con total tranquilidad.
- ¿Qué es eso? - pregunté apenas se acomodó a mi lado.
- Ábrela - dijo entregando una caja de color pastel.
Comencé a mirar todo lo que tenía en su interior, reconocía cada cosa que mis manos tocaban como si hubiera sido ayer.
- ¿Por qué tienes esto?
- Jamás sentí esa necesidad de deshacerme de nuestros recuerdos, era la única forma de mantenerte presente - contestó.
- Por qué me haces esto Erick, por qué.
- No tienes una buena imagen de mi y con justa razón, hay muchas cosas que no sabes, quizás no son tan importantes pero...
- Dímelas - interrumpí.
Tomó aire dejando salir un suspiro muy profundo, movía sus manos de forma muy inquieta y su cabeza de un momento a otro fue a dar en el respaldo de la cama.
- Habían días en los que te extrañaba demasiado, hubieron noches en las que solo lloraba.
- Pero tú fallaste - recordé.
- La culpa no me dejaba tranquilo, de pronto las fiestas se volvieron mi refugio ¿sabes? Era la única forma de sentirme fuera de todo lo que hacía mal - respondió.
- ¿Te obligaron a algo?
- No, pero a veces las personas juegan con tu mente, aquel chico con el que te engañé me hizo sentir que mi vida era muy monótona, ya sabes, te hablan bonito y caes.
- Yo también la pase mal, muy mal y...lloré mucho, igual que tú - dije pegando mi cabeza al respaldo.
- Apenas te vi en mi mente solo se pasó un "regresó".
- Nunca pensé en volver.
- Pero lo hiciste y siento que no fue una casualidad.
- No pensaste en mi, creaste una inseguridad que yo antes no tenía - comenté.
- Estoy consciente de que te dañé mucho, me gustaría pensar en que algún día podrás perdonarme - dijo tomando mi mano.
- No sé si estoy listo para hacerlo, pero podría intentarlo.
Inclinó su cabeza contactando su mirada con la mía, por primera vez en estos días la sentí sincera.
- ¿Algo ha cambiado en tus sentimientos? - preguntó tranquilo.