16. Una magnifica espada

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Cuando Katherine llegó a su habitación, se tumbó en la cama y comenzó a dar vueltas al recordar la manera en la que Daniel le había besado, ese había sido su primer beso y jamás se imaginó que un beso pudiera sentirse tan bien.

Toda su vida ella había tenido que hacer lo que los demás le decían, cuidar cada acción que realizaba como princesa, pero ahora ella solo era una persona normal, y esta vez deseaba disfrutar su vida ser, ella misma sin tener que preocuparse por nada.

A la mañana siguiente una sirvienta le llevó unos pantalones y una túnica azul, los cuales se los había pedido el día anterior para poder practicar mejor con la espada, ya que los vestidos eran muy incómodos y poco prácticos.

Cuando la criada terminó de peinarla, se dirigió al comedor para desayunar y se sorprendió al ver que no había nadie tomando el desayuno, así que preguntó.

_ ¿Dónde están todos?

Una de las criadas que le servía el desayuno le contestó.

_ El señor Asiel y Daniel han marchado muy temprano en la mañana, el niño que les acompañaba aún no se ha levantado y la señora desayuno hace un rato y ahora está en el jardín.

_ Gracias...

Después de desayunar Katherine se dirigió al jardín a buscar a Rita y pedirle que le ayudara con su entrenamiento, ya que Daniel no era un maestro muy paciente que digamos.

Ella no tardó mucho en encontrarla, Rita estaba corriendo alrededor del jardín manteniendo su ritmo sin detenerse hasta que la vio y se acercó a ella.

_ Buenos días Katherine

_ Buenos días Rita, veo que hoy te encuentras mejor.

_ Si... Bueno, no hay nada mejor que el ejercicio para despejar la mente, ¿no lo crees?

_ En eso tienes razón, yo quería pedirte ayuda con mi entrenamiento ya que Daniel salió muy temprano en la mañana.

_ Si claro, muéstrame lo que sabes hacer, para ver en qué puedo ayudarte.

_ Gracias.

Cuando Katherine sacó su espada para mostrarle lo que Daniel le había estado enseñado, Rita se quedó mirando la espada con gran asombro y le preguntó.

_ ¿De dónde has sacado esa espada?

_ Daniel la compro para mi en un pequeño pueblo durante nuestro viaje.

_ Me la puedes prestar un momento.

_ Claro...

Rita observó cuidadosamente la espada y pasó sus deseos sobre los grabados que había en la empuñadura y luego se la regresó a Katherine.

_ Es una espada magnífica, cuida bien de ella.

_ Así lo haré.

Sin duda alguna Rita era mejor maestra que Daniel ya que él no tenía mucha paciencia y se solía irritarse con facilidad, Rita la aconsejó que debía empezar a trabajar más en su estado físico antes de enseñarle cómo pelear en una batalla real.

Cuando regresaron al interior de la casa la hija de Rita les estaba esperando en la entrada y al verla corrió a los brazos de su madre. Ella era una niña muy bonita con la piel bronceada y con unos hermosos ojos azules que parecían dos zafiros.

_ ¿Qué haces fuera de la cama?, tendrías que estar descansando. Le dijo Rita.

_ Me siento bien y además estar todo el día en cama es muy aburrido y ¿Dónde está Daniel? Lo he buscado por todas partes pero no he podido encontrarle.

_ Él ha salido muy temprano esta mañana con tu padre, así que tendrás que esperar hasta la tarde para poder verlo.

_ Bueno ni modo, tendré que esperar hasta que regrese.

_ Y ahora ve a tu habitación y descansa.

La niña se fue a su habitación después del regaño de su madre.

Una vez que la niña se marchó ellas se dirigieron a la terraza donde una de las sirvientas les sirvió limonada y unos bocadillos, cuando volvieron a quedarse las dos solas Rita le preguntó.

_ ¿De verdad no tienes ninguna relación con Daniel?

Ante la pregunta que Rita le hizo la cara de Katherine se puso roja como un tomate al recordar el beso que Daniel le había dado la noche anterior, pero ellos no estaban en ninguna relación, así que respondió con sinceridad.

_ No... él y yo solo somos amigos.

_ No te gusta ni un poco, tiene una cara bonita, un buen cuerpo y por lo que he escuchado también un buen amante, si te gusta deberías de salir con él.

_ ¿Tú también le estás buscando esposa?

_ Para nada, es solo que sería bueno que sentará cabeza de una vez.

_ Daniel me ha dicho que regresaras a tu aldea.

_ Si... bueno, eso no es algo que pueda evitar.

_ Tu no quieres regresar ¿no?

_ No es que no quiera regresar, es solo que no quiero dejar a mi familia, sabes deje de ser mercenaria cuando me enteré de que estaba embarazada, desde ahí me he dedicado a mi familia, si regreso a la aldea no se cuando pueda volver a ver a verlos.

_ Piensas que no te dejarán volver.

_ No lo sé... pero bueno dejemos de hablar de eso, no sirve de nada preocuparse por cosas que aún no han pasado.

_ Si...

_ Iré a darme un baño, te veré a la hora de la comida

Después de nuestra plática Rita se marchó dejando a Katherine sola en la terraza donde se quedó disfrutando de la fresca y suave brisa que corría por la terraza, dándole respiro del calor sofocante de Bratis.

la princesa y la espadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora