23. Nuevos amigos

932 80 1
                                    

A la mañana siguiente, Daniel levantó muy temprano a Katherine y la apresuro para que se preparara. 

_ Ya es tarde, debes darte prisa. 

Katherine se apresuró a cambiarse y le dijo. 

_ Aun no he desayunado. 

_ No tienes tiempo para eso o llegaras tarde. 

Daniel tomó la mano de Katherine y la arrastró con él hasta una enorme habitación, en la que había muchos jóvenes estaban entrenando con distintas armas; todos parecían ser realmente buenos, sus movimientos eran ágiles, rápidos y precisos. 

Daniel se acercó a un hombre de mediana edad, alto y musculoso, con una expresión de pocos amigos. 

_ Katherine él es Garen, el instructor a cargo de este lugar. 

Garen se quedó mirándome de arriba abajo y dijo. 

_ ¿Quién es esta niña? 

_ Es mi esposa. 

_ ¡¿Qué?!, ¡¿Desde cuando estás casado?!, ¡¿Por qué no sabía nada?! 

_ La conocí durante mi viaje y fue amor a primera vista, la he traído aquí para que la entrenes. 

_ Hum... No sabe pelear. 

_ No por eso la he traído aquí contigo, tú eres el mejor y estoy seguro de que podrás enseñarle bien. 

_ Está bien déjala aquí. 

_ Entonces la dejó en tus capaces manos. 

Katherine al ver que Daniel se estaba yendo, lo agarro de la mano y le dijo. 

_ ¡Oye!, espera, ¡¿Piensas dejarme sola?! 

_ Si, aunque quiera no puedo quedarme, tengo asuntos que atender, te veré en la noche. 

Daniel le dio un beso en la frente y comenzó a caminar hacia la puerta. Katherine quiso ir detrás de él, pero el instructor Garen le puso una mano en el hombro impidiéndole marcharse. 

_ ¿A dónde crees que vas? 

_ Yo... a ningún lado. 

_ Eso creía, ahora ve y da veinte vueltas alrededor de la sala para calentar. 

_ Ha... ¡Veinte vueltas! 

_ Si y date prisa, estas flacucha, necesitas ganar músculo. 

Después de dar las veinte vueltas que el instructor Garen le había ordenado, Katherine quedó hecha polvo, estaba sudando y muerta de la sed. 

Garen le dio un vaso con agua y luego la mandó a hacer cien abdominales y lagartijas, dejándola completamente agotada, por suerte en el momento en el que cayó rendida, sonó una campana y Garen dijo a gran voz que era la hora de la comida, que todos podían ir al comedor. 

Katherine estaba muerta del cansancio, pero también estaba muerta de hambre, así que hizo un gran esfuerzo por levantarse del suelo. Ella siguió a los demás, el comedor era grande y espacioso, todos los jóvenes que habían estado entrenando cogieron una bandeja e hicieron una fila para coger la comida y se sentaban a comer donde encontraban sitio en unas largas mesas. 

Katherine no había podido desayunar debido a que Daniel la había sacado casi corriendo de la habitación esa mañana, cuando sintió el olor de la comida sintió que la boca se le hacía agua, cogió una bandeja e hizo la fila para pedir su comida, le sirvieron carne con verduras, pan, queso e incluso le habían dado postre, un trozo de tarta de arándanos la cual se veía deliciosa. 

Katherine se sentó en la primera mesa en la que encontró sitio; cuando se metió el primer bocado a la boca, sintió que estaba en el paraíso. Cuando el hambre dejó de segar su entendimiento, Katherine prestó atención a su alrededor. 

Todos los que estaban cerca de ella hablaban en un idioma que no podía entender. Como no podía hablar con nadie se centró en su comida hasta que una chica menuda de cabello castaño y ojos grises se sentó a su lado, y comenzó a hablarle. 

_ Hola me llamo Dana, ¿tú debes de ser nueva aquí?, esta es la primera vez que te veo. 

_ Yo soy Katherine, y si soy nueva, llegué aquí ayer. 

_ Si, se te nota, durante el entrenamiento parecía que te ibas a desmayar en cualquier momento. 

_ Si me hubiera quedado un poco más seguro, me hubiera desmayado seguro. 

_ Garen suele ser muy estricto, le gusta hacer que mordamos el polvo, pero no se puede negar que es un excelente instructor. 

Mientras hablaban, un chico rubio que también tenía los ojos grises se acercó a ellas y se unió a la conversación. 

_ Hola chicas. 

_ Hola Sam, ¿Qué quieres? 

Respondió Dana de mala gana. 

_ Qué borde eres Dana, solo quería saludar a la nueva. 

_ ¿Tan evidente es que soy nueva aquí? 

_ Si, destacas mucho, bueno todos los nuevos lo hacen. 

Respondió Dana. Sam le preguntó. 

_ Por cierto, aún no me has dicho tu nombre, ¿cómo te llamas? 

_ Me llamo Katherine. 

_ Vaya nombre más largo tienes, ¿te puedo llamar Kat? 

_ Si me puedes llamar como quieras. 

_ Por cierto, te he visto entrar con Daniel y también vi que te beso antes de irse, ¿están saliendo juntos? 

_ Si, se puede decir. 

Dana se atragantó con un pedazo de carne y se apresuró a beber un poco de agua y dijo. 

_ Vaya eso es increíble, ni te imaginas la de chicas que están enamoradas de él, pero ninguna ha logrado atraparlo. 

_ ¿En serio? 

_ Si, él es guapo, inteligente, encantador, un increíble guerrero y también escuche que es un increíble amante. 

_ Supongo que he tenido mucha suerte en haber podido atraparle. 

_ Si, cuando las demás chicas sepan que él ya no está libre se pondrán a llorar. 

_ ¿A ti también te gusta? 

_ No, qué va, no es mi tipo, prefiero a los chicos como Garen grandes y fuertes. 

Sam rodeo a Dana con su brazo y le dijo. 

_ Cariño estoy seguro de que Garen ni siquiera te mira, así que es mejor que busques otra opción. 

Sam se aclaró la garganta y le dijo. 

_ Yo estoy disponible. 

_ Ya, tú no eres mi tipo y quítame las manos de encima si no quieres que te las rompa. 

_ Me encanta que seas tan salvaje. 

_ Ha... Eres un idiota. 

_ Estoy seguro de que si me das una oportunidad terminarás enamorada de mí. 

_ Ya lo dudo porque no te vas a otro lado a ver si alguna otra cae en tus encantos, porque conmigo pierdes tu tiempo. 

_ Yo no pienso que coquetear contigo sea perder el tiempo. 

Sam le dio un beso en la mejilla a Dana y ella le dio un fuerte puñetazo en la cara que hizo que cayera de espaldas. 

_ Si sigues molestándome haré algo más que dejarte un ojo morado. 

Sam se levantó del suelo y volvió a sentarse en su silla, pero esta vez no se acercó tanto a Dana y después de eso continuaron comiendo hasta que sonó otra vez la campana y volvieron a la sala de entrenamiento. Antes de entrar Katherine dio un largo suspiro, preparándose para la tortura que Garen llamaba entrenamiento. 

la princesa y la espadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora