26. No me dejes

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La matriarca arrastró a su esposo hasta la habitación donde estaba Daniel inconsciente.

James al verlo bañado en sudor y pálido como un muerto, le preguntó a Rita.

_ ¿Qué le pasó?

Rita apenas y podía mantenerse consciente ya que ella no estaba mucho mejor que Daniel y le dijo.

_ Nos atacó una extraña criatura que tenía la piel traslúcida, con garras afiladas y con forma humana, en toda mi vida yo nunca había visto una criatura igual a esa, sus garras tenían una especie de veneno.

James le revisó la herida y comenzó a decir un hechizo curativo, la herida dejó de sangrar, sin embargo aún seguía abierta y tenía muy mal aspecto.

James  volvió a decir otro hechizo, pero Daniel seguía estando igual, la magia no estaba funcionando, Rita sintió que todo empezó a darle vueltas y al final se cayó desmayada.

James la atrapo antes de que cayera al suelo, la tomó en brazos y la llevó a la habitación que había al lado y la acostó en la cama.

La matriarca se acercó a él mientras él revisaba la herida que Rita tenía en el brazo, cuando ella preguntó.

_ ¿Qué crees que haya sido lo que les atacó?

_ No lo se, iré a investigar en los libros antiguos haber si encuentro que criatura es con la descripción que me dio Rita, por cierto ¿ya le has dicho a Katherine que Daniel está herido?

_ Envíe a Alec que fuera él a decirle.

James abrazó a su esposa para tranquilizarla y le dijo.

_ Ellos se pondrán bien, no te preocupes.

_ Lo se, nuestro hijo es muy fuerte, ¿Que te hace pensar que estoy preocupada?

_ Se que no eres tan fuerte como aparentas, has estado frunciendo ligeramente el ceño desde que viste a Daniel, sé que estás preocupada, él es nuestro hijo y por más que ocultes tus sentimientos ante los demás, conmigo no necesitas hacerlo.

La matriarca abrazó a su esposo y le dijo.

_ James tienes que curarles.

Él acarició suavemente su cabeza y respondió.

_ Claro que lo haré, soy el mejor mago que ha existido, por eso te casaste conmigo.

_ No fue por eso que me case contigo, tonto.

_ Lo se, aunque no estaría mal que me lo recordaras de vez en cuando.

James  se separó de su esposa y se fue a la biblioteca a revisar en los libros la extraña criatura que Rita había descrito.

Katherine estaba en su habitación muerta del cansancio y le dolían los brazos y las piernas, hasta darse la vuelta hacia que todo su cuerpo protestará de dolor.

Mientras estaba acostada, escucho a Alec que tocaba su puerta y le decía que abriera la puerta rápido, ante la insistencia de Alec Katherine se levantó de la cama, abrió la puerta y le preguntó.

_ ¿Qué pasa Alec?

_ Daniel acaba de llegar de una misión y fue herido.

Cuando Alec le dijo a Katherine que Daniel estaba herido ella inmediatamente le dijo.

_ ¿Dónde está él?

Alec tomó la mano de Katherine y le dijo.

_ Ven te llevaré donde él está.

Cuándo Katherine entró en la habitación y vio a Daniel tumbado en la cama, pálido e inmóvil sintió que su corazón se rompía en mil pedazos al pensar que él estaba muerto.

Ella se acercó a él con las manos temblorosas, acercó su oído a su pecho y al escuchar su corazón que aún latía sintió como si su alma regresara a su cuerpo.

Ella intentó despertarlo pero Daniel se mantuvo inmóvil y le preguntó al padre de Daniel quien entraba en ese momento.

_¿Por qué no despierta?

_ Ha sido envenenado.

_ ¿Se va a morir?

_ No, él se pondrá bien no tengas miedo.

James se acercó a él, le volvió a revisar las herida y al darse cuenta de que el estaba ardiendo en fiebre dijo .

_ Alec ve a buscar un paño y agua para bajarle la fiebre.

El niño hizo lo que su padre le ordenó y volvió unos minutos después con lo que le habían mandado a buscar, él le puso un paño de en la frente y le dijo a Katherine.

_ Saldré por un rato, podrías cuidar a Daniel por mi.

Katherine asintió con la cabeza y se sentó al lado de Daniel.

James salió de la habitación junto a Alec y lo mandó a que cuidara de Rita quien estaba en la habitación contigua.

Katherine le limpió el sudor a Daniel y al verlo tan débil no pudo evitar que sus lágrimas rodaran por sus mejillas y le dijo.

_ Ni se te ocurra morirte, si tu también me abandonas no se que voy hacer.

Katherine no se había dado cuenta de lo importante que era Daniel para ella hasta ese preciso momento, en el que sentía que podía perderlo, ella cambió el paño que Daniel tenía en su frente y se quedó acariciando su pelo negro, mientras le veía con gran preocupación, rogándole a Dios que no permitiera que la muerta fuera a visitarlo, que lo salvara. de sus garras y permitiera que se quedara con ella.

la princesa y la espadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora